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Bienestar

Recomiendan dedicar al menos diez minutos diarios a algo que sea divertido para mejorar la salud mental

Destacan el poder de una herramienta poderosa para reducir el estrés, aumentar la creatividad y reconectar con la alegría.

La creatividad y la salud emocional están más conectadas con la diversión de lo que creemos. La diseñadora y profesora Cas Holman, autora del libro Playful: How Play Shifts Our Thinking, Inspires Connection, and Sparks Creativity, afirma que “todos nos beneficiamos al jugar”, especialmente los adultos, que suelen abandonar el juego libre hacia los 9 años.

“Estamos demasiado centrados en la productividad y los resultados. No escuchamos a esa parte que quiere hacer el tonto en una reunión, explorar una nueva ruta o bailar en la cocina”, explica Holman.

Según la experta, el juego no es solo una actividad, sino una forma de pensar y de vivir. Permite desarrollar resiliencia, adaptabilidad y conexión social, además de aliviar el estrés.

Cuando olvidamos divertirnos

Holman advierte que la “resistencia al juego” —ese rechazo inconsciente a hacer algo solo por placer— puede afectar la salud mental y física. Una vida sin juego, dice, es perjudicial para la mente, el cuerpo y el alma.

Entre las señales más comunes menciona:

  • Creer que la diversión solo está permitida los fines de semana.
  • Sentirse culpable al descansar.
  • No recordar la última vez que uno se rió sin motivo.
  • Pensar que jugar es solo para los niños.
  • Estar siempre ocupado, pero no feliz.

“Jugar es cómo aprendemos a ser humanos, a amar, a comunicarnos, a fallar y a crear”, resume Holman.

Diez minutos que pueden cambiar el día

Recuperar el espíritu lúdico no requiere grandes cambios. Holman recomienda dedicar al menos diez minutos diarios a algo que sea divertido, no productivo. “Bailá en tu living, hacé garabatos, llamá a un amigo solo para reírte. El objetivo no es lograr nada, sino reconectar con la alegría”, aconseja.

Los adultos suelen abandonar el juego alrededor de los 9 años, según estudios. (Foto: Adobe Stock)
Los adultos suelen abandonar el juego alrededor de los 9 años, según estudios. (Foto: Adobe Stock)

También sugiere recordar algún momento de juego de la infancia: “Ese recuerdo ayuda a reconectar con la sensación de libertad y curiosidad”.

Para quienes sienten culpa o rigidez, propone tres claves:

  • Liberarse del juicio: dejar de preocuparse por lo que piensen los demás.
  • Abrazar la posibilidad: abrirse a lo inesperado.
  • Replantear el éxito: disfrutar del proceso, no solo del resultado.

Una invitación a volver a jugar

Holman, originaria de Estados Unidos y reconocida por su trabajo en diseño educativo, insiste en que el juego es una necesidad humana, no un lujo. “Preparar el desayuno puede ser divertido, probar ingredientes nuevos, o simplemente mirar cómo cambia la luz de la mañana”, dice. El desafío, asegura, es reencontrarse con el placer sin metas ni logros.

En tiempos donde la productividad parece una religión, volver a jugar puede ser —literalmente— un acto de salud mental.

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