(*) Columnista invitado. La IA acelera procesos y abre nuevos desafíos: qué habilidades necesitan los equipos y cómo deben adaptarse los líderes.
La inteligencia artificial dejó de ser una promesa para convertirse en una herramienta cotidiana en el trabajo de los desarrolladores. Hoy, escribir código ya no es solo un ejercicio manual, contamos con asistentes que generan funciones, sugieren mejoras e incluso redactan documentación en segundos, algo que los devs odiamos.
La pregunta clave no es si la IA reemplazará a los programadores o si ya no se necesitan desarrolladores juniors, sino cómo cambia la forma en que se lidera y acompaña a los equipos en este nuevo paradigma.
La IA como aliada en el día a día del desarrollador
La IA llegó para automatizar lo repetitivo y liberar tiempo para lo que realmente importa. Generar pruebas unitarias, armar código boilerplate o buscar ejemplos de librerías ahora puede resolverse en minutos.
Esto no significa que el desarrollador pierda valor; al contrario, su rol se expande. Hoy se necesita más criterio que nunca para validar lo que la IA propone, detectar riesgos y asegurar la calidad del software. Muchas veces lo que la IA sugiere no es la solución correcta, pero ayuda al desarrollador a acercarse a la solución.
El conocimiento técnico y práctico sigue siendo imprescindible. Patrones de diseño, buenas prácticas de arquitectura y la capacidad de resolver problemas complejos son habilidades que ningún algoritmo reemplaza. La IA puede sugerir, pero es el programador quien tiene el poder de la decisión.
Nuevas competencias para un nuevo paradigma
El trabajo diario exige además incorporar nuevas competencias. Saber filtrar y validar el código generado por IA es tan importante como escribirlo. Integrar estas herramientas en el flujo de trabajo sin caer en la dependencia ciega requiere pensamiento crítico y habilidades blandas como comunicación y adaptabilidad. Son estas cualidades las que permiten que los equipos mantengan el control en un entorno de cambios vertiginosamente rápido.
Para quienes lideran equipos, el desafío es doble. Por un lado, acompañar a los desarrolladores junior: enseñarles a usar la IA como apoyo, pero también a pensar, depurar y a razonar. Por otro lado, equilibrar expectativas con la organización: la IA acelera procesos, pero no elimina la complejidad ni garantiza soluciones mágicas.
Liderar en este tiempo implica impulsar una cultura de aprendizaje continuo, fomentar la ética en el uso de estas tecnologías y mantener la calidad como prioridad.
(*) Gustavo Fresno, Head of Software Delivery at Ingenia.
