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Estuvo casada un año, se divorció, pero quiere volver a figurar como soltera: “No quiero nada que me vincule con él”

Marcela tiene 34 años y busca que se reconozca su derecho a cerrar una etapa y dejar atrás el estado civil “divorciada”. La Justicia ya le rechazó dos veces el pedido, pero ahora apunta a que el debate llegue al Congreso.

Marcela Vanina Ramírez tiene 34 años y carga con una etiqueta que no la representa. Estuvo casada apenas un año, después de una relación que duró una década, se divorció en 2021 y desde entonces pelea para que la Justicia le devuelva un estado civil que siente suyo: “Quiero volver a ser soltera”.

“Estuve casada un año, me divorcié legalmente y la Justicia no me permite recuperar mi estatus de soltería. No hay nada que me vincule a esa persona. ¿Por qué tengo que seguir siendo divorciada para toda la vida?”, cuestionó en una charla íntima con TN. Lo dice con convicción, aunque la batalla que eligió dar todavía no encuentra eco en los tribunales.

Marcela fue abogada, hoy es terapeuta holística y profesora de reflexología. Aunque la relación con su ex fue de 11 años, pasó por un matrimonio breve y una separación difícil. “Después de tantos años siendo una relación en la que nos apreciamos tanto, construimos tanto y nos amamos tanto, fue muy difícil asumir que vamos por caminos distintos”, explicó.

Así fue que salió el divorcio, lo que para ellos era cerrar un ciclo. Sin embargo, en cada trámite vuelve a cruzarse con la misma palabra que no la deja avanzar: “divorciada”. Todo en medio del duelo tras la separación y en el intento de reencontrarse consigo misma.

Para inscribir a un hijo en la escuela, comprar un inmueble, sacar un crédito o hasta firmar un contrato, cualquier persona tiene que mostrar papeles que acrediten su estado civil. “Es absurdo. No tengo nada que ver con esa persona, ¿por qué sigo cargando con ese rótulo?”, reclamó.

La incomodidad no es solo burocrática, también implica un peso social. “Me pasaba que en un bar, en una reunión con amigos, cuando salía que estaba divorciada, ahí se bajaba una persiana, se notaban las miradas de costado. Era como un muro invisible”, recordó.

Pese a que después de su separación se sintió muy sola y poco acompañada, pudo salir adelante y formar una red de contención. (Foto: Juan Pablo Chaves/TN)
Pese a que después de su separación se sintió muy sola y poco acompañada, pudo salir adelante y formar una red de contención. (Foto: Juan Pablo Chaves/TN)

En su familia, de tradición conservadora, tampoco fue fácil. “Vengo de una familia muy tradicional. Mis padres, mis abuelos, todos con matrimonios largos. Para ellos fue difícil que me separara después de diez años de relación. Me encontré muy sola”, admitió. De esa soledad nació la idea de dar pelea.

Primero pensó en hacerlo junto a su exmarido, que en un principio estaba dispuesto a acompañarla. Pero él desistió y ella decidió seguir adelante con su amiga y abogada, Tamara Altamirano. Presentaron el pedido en Rosario con pocas esperanzas, pero con la convicción firme.

En 2023, el juez de primera instancia en el Fuero Civil lo rechazó sin siquiera abrir la causa. “No nos dio derecho a producir prueba ni hacer pericias psicológicas”, remarcó Marcela. “Este perjuicio emocional está tratado como dismorfia civil, una situación traumática. El divorcio es uno de los duelos más importantes que puede atravesar una persona, tanto como la muerte de un ser querido o irse al extranjero”, explicó.

“Si el Estado puede contribuir a que haya la menor cantidad de secuelas posibles, a no estar atado con una etiqueta a alguien que ya no está en su vida, debe hacerlo. Hasta el término divorciado significa ‘separado de’, quedas atado a una etiqueta que hace referencia a como que te falta algo, que sos un ser humano incompleto”, agregó.

Para ella y su abogada, ese argumento no resiste. “El reclamo va hacia el derecho más inherente a la persona. El estado civil es parte de la identidad de una persona, como el nombre o el género. No puede ser que la Justicia se limite a decir que ‘siempre fue así’”, apuntó Altamirano.

La abogada Tamara Altamirano representa a Marcela en tribunales. (Foto: TN)
La abogada Tamara Altamirano representa a Marcela en tribunales. (Foto: TN)

Y subrayó: “Marcela lo describe como sentirse tratada como un objeto usado. Es un menoscabo a su dignidad. Siempre me transmitió su insatisfacción y tristeza por su estado civil. Es estigmatizante”.

Su batalla siguió en la Sala 1° de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Rosario, que en mayo pasado volvió a rechazar el planteo. En su fallo, los jueces Juan Pablo Cifré, Iván Kvasina y Ariel Ariza plantearon que toda persona que se casa, ya no vuelve a ser soltera. La decisión de rechazo se basa en la falta de fundamento jurídico para cambiar el estado civil al anterior, y “no ha demostrado que su estado civil actual colisione con sus derechos constitucionales”.

Después de los rechazos judiciales, decidieron encarar el camino académico, a través de tesis, y del ámbito legislativo. Buscan que algún diputado o senador tome el tema y lo lleve al Congreso. “Los derechos no pueden estar petrificados. Tienen que adaptarse a los cambios sociales”, explicó Altamirano.

La lucha no tiene antecedentes en la Argentina ni en otros países de la región. En cambio, sí hay naciones que ya contemplan la posibilidad de que alguien vuelva a figurar como soltero después del divorcio. Estados Unidos e Italia son algunos ejemplos. “No estamos en contra del divorcio, al contrario, lo defendemos. Pero queremos que sea real, que cierre un ciclo y no que deje una marca de por vida”.

“Este suele ser un tema controversial y la respuesta que hay del otro lado muchas veces es: ‘bueno, pero hay cosas más importantes, ¿no?’. Y la verdad es que no creemos que sea una competencia de qué derecho es más importante. Todos los derechos personalísimos, los que hacen a la dignidad, a la integridad, a la identidad de una persona, son igualmente importantes”, expresó.

“Si esto algún día se convierte en ley, o si en algún lugar del país la Justicia hace lugar a este reclamo, sería tan relevante como la ley de parto respetado, como el derecho a la vivienda digna o al agua potable. La idea es que todos tengamos todos esos derechos cubiertos. Y una cosa no quita la otra. El Estado, en cualquiera de sus formas, debería ayudar a que los ciudadanos vivan mejor. Esa es la esencia de esta lucha”, agregó.

Marcela Ramírez contó su historia y pide que se que cierre un ciclo sin que le deje una marca de por vida. (Foto: Juan Pablo Chaves/TN)
Marcela Ramírez contó su historia y pide que se que cierre un ciclo sin que le deje una marca de por vida. (Foto: Juan Pablo Chaves/TN)

Mientras tanto, Marcela sigue contando su historia. Lo hace porque sabe que no es la única a la que le pesa esa etiqueta, porque entiende que la Justicia se mueve lento y porque confía en que su caso puede abrir una puerta. “No es un capricho, es una cuestión de dignidad. No quiero cargar de por vida con una palabra que no me representa. El divorcio debería ser un punto final, no una marca eterna”, concluyó.

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