El presidente, Javier Milei, volvió a poner sobre la mesa la posibilidad de dolarizar la economía. Se detendría la emisión de la moneda nacional y se adoptarían los dólares estadounidenses, en un proceso que ya es una realidad en Panamá, Ecuador y El Salvador. Las economías de estos países podrían representar un ejemplo de la situación antes mencionada, señala El País de España.
Milei advirtió esta semana que cumplir con su promesa estrella de campaña demandará «un tiempo». Aún así, las condiciones para que esto suceda avanzaron. Primero, llegó una devaluación del peso de más de 50%. Recientemente, como reacción a una inflación interanual del 254,2%, bajaron los depósitos bancarios en pesos, abaratando el valor del peso versus el dólar. Cuanto más barata sea la moneda nacional, más fácil sería una transición al dólar.
«La dolarización, en sus muchas variantes, es crucial para comprender la macroeconomía latinoamericana, así como la de muchos países en desarrollo», señaló el economista y profesor de la Universidad Torcuato di Tella Eduardo Levy Yeyati en un estudio publicado en 2021.
«Aunque sigue siendo una opción para algunas economías extremadamente pequeñas y abiertas, la dolarización oficial tiene fuertes contraindicaciones, entre ellas su carácter permanente, como lo ilustra el caso de El Salvador, así como el siempre latente debate sobre la des-dolarización en Ecuador», indica el texto titulado Financial dollarization and de-dollarization in the new millennium.
En el caso de Argentina, datos del Fondo Monetario Internacional indican que el índice promedio de los precios está en 2.788, mientras que los países dolarizados tienen un índice que no alcanza los 130.
Sin embargo, lo que respecta al Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, una medida amplia del ingreso de sus habitantes, Panamá y Argentina se mantienen a la cabeza de los cuatro países.
El cambio de moneda en Argentina enfrenta distintos obstáculos. «La convertibilidad a otra moneda generalmente sólo es viable en lugares con alguna combinación de lo siguiente», explicó el estratega de JPMorgan Michael Cembalest en un reporte publicado en enero, «(a) altos niveles de productividad, flexibilidad y dinamismo empresarial para permitir que la economía absorba shocks internos y externos; (b) prestamistas como el Banco Central Europeo y la Comisión Europea; y/o (c) importantes reservas de divisas relacionadas con materias primas para defender la vinculación monetaria cuando sea necesario. Argentina no tiene ninguno de estos atributos».
Además, resalta la amplia diferencia poblacional que existe entre los cuatro países, ya que los países que se han dolarizado no superaban los 13 millones de habitantes, mientras que actualmente Argentina tiene más de 46 millones.
Entre estas poblaciones el desempleo se registra de las siguientes manera:
En lo que respecta a la deuda que actualmente tienen los países, Argentina no es de aquellos que tienen la peor ratio PIB-deuda externa en el continente, un podio que lideran Estados Unidos y Canadá.
«La dolarización daría paso a la desdolarización en un período bastante corto», sentenció Cembalest. «Fracasará si se implementa… Argentina necesitaría importantes reservas de divisas y tasas de ahorro mucho más altas para siquiera intentarlo. Pero incluso si se cumplieran estos objetivos, la dolarización fracasaría una vez implementada», agregó el especialista a El País de España.