A pedido del fiscal de la causa, Marcelo Munilla Lacasa, la jueza nacional en lo Criminal y Correccional 8, Yamile Susana Bernan, dio por concluida la instrucción y elevó la causa a juicio oral el 30 de octubre pasado, es decir a dos meses del hecho.
Tras el sorteo de rigor, el expediente quedó asignado al Tribunal Oral en lo Criminal 11 de la Capital Federal, integrado por los jueces Julio Pablo Quiñones, Julio López Casariego y Matías Buenaventura, y el fiscal general de juicio será Nicolás Amelotti.
Fuentes judiciales anticiparon a Télam que Amelotti ya hizo el ofrecimiento de prueba y que todo indica que las audiencias del juicio serán programadas para el primer semestre de 2024.
Otras fuentes revelaron que, en su requerimiento de elevación a juicio, el fiscal Munilla Lacasa pidió que el imputado Suárez (29) sea juzgado como autor de los delitos de “robo agravado por haber sido cometido con armas y homicidio agravado para haber sido perpetrado para consumar otro delito (criminis causae), en concurso real”.
Con esa calificación, en caso de ser declarado culpable, Suárez, quien en el expediente declaró como ocupación ser “cartonero”, será condenado a prisión perpetua y deberá pasar 50 años en la cárcel, sin posibilidad de pedir libertad condicional, hasta 2073, cuando tenga 79 años.
El fiscal Munilla Lacasa y la jueza Bernan dieron por probado en la instrucción que Suárez cometió el crimen de Barbieri cerca de las 22.40 del 30 de agosto, en la Plaza Sicilia, ubicada en la intersección de las avenidas Del Libertador y Casares, en Palermo.
El homicidio de Barbieri
La víctima había salido de la casa de un amigo en la que circunstancialmente ese día paraba, sobre la avenida Santa Fe y Malabia, y se encaminó hacia la zona de los bosques de Palermo para ver la luna llena, según le contó a algunos allegados con los que se mensajeó minutos antes del crimen.
Cuando se encontraba sentado en el centro de la Plaza Sicilia, el ingeniero fue abordado por un delincuente armado con un cuchillo tipo «Tramontina» que lo apuñaló en medio de un forcejeo para robarle el teléfono celular con el que huyó.
Barbieri, herido, logró cruzar avenida Del Libertador e ingresar a una heladería situada en la esquina con la calle Lafinur, donde frente a empleados y clientes se desplomó luego de pedir ayuda, tras lo cual murió camino al hospital.
La autopsia determinó que Barbieri murió de un paro cardiorrespiratorio producto de una «hemorragia interna», provocada por una puñalada que ingresó en el tórax entre seis y siete centímetros y afectó «la pleura, el pericardio y la aurícula derecha» del corazón de la víctima.
El cuchillo con manchas hemáticas -los estudios de ADN corroboraron que era sangre de la víctima-, fue hallado al día siguiente, no por peritos, sino por un movilero de un canal de noticias, tirado en la plaza.
Fuentes judiciales revelaron a Télam que a la hora de mencionar los elementos que incriminan a Suárez, el fiscal Munilla Lacasa enumeró en su requerimiento el mismo cúmulo probatorio ya mencionado en el procesamiento que le dictó la jueza Bernan el 13 de septiembre y que fue confirmado por la Sala V de la Cámara del Crimen el 10 de octubre.
En primero lugar, está la declaración del testigo clave de la causa, un vecino de Palermo que por esas horas paseaba a su perro por la plaza Sicilia, vio el ataque y llamó al 911 para darle a la Policía de la Ciudad una descripción del agresor que se fugaba y vestía una campera tricolor azul, blanco y rojo con capucha roja y que llevaba una bufanda y lo que parecía una mochila.
Con esos detalles, los investigadores de la División Homicidios de la policía porteña reconstruyeron con al menos 15 cámaras el recorrido que en 56 minutos hizo el presunto homicida para llegar a la escena del crimen y huir de ella rumbo al Barrio 31 de Retiro, donde Suárez fue detenido el 4 de septiembre.
El testigo clave luego reconoció en rueda de presos a Suárez como el autor del crimen de Barbieri.
Además, se destacó los estudios realizados por la División Reconocimiento Antroposcopométrico de la Policía de la Ciudad que concluyeron que Suárez poseía ciertas
características fisonómicas, antropométricas, gestuales y en su marcha compatibles con las del presunto autor del hecho.
A su vez, se estableció que Suárez presentaba varias lesiones en su cuerpo, particularmente en el cuello y los hombros, compatibles con la situación de lucha descripta por el testigo y con una data de producción concomitante al día del hecho.
Otro elemento valorado por la fiscalía es que al ser detenido Suárez tenía una gorra y una bufanda similares a las que se visualiza en los videos.
Además, esa bufanda tenía rastros de sangre humana, cuya pericia de ADN para saber si se corresponde con el perfil genético de la víctima, es una de las pericias que aún están en proceso y cuyos resultados se aguardan para el juicio oral.
El crimen de Barbieri provocó el desplazamiento del entonces ministro de Justicia y Seguridad porteño, Eugenio Burzaco -el día del hecho se encontraba en Estados Unidos viendo un torneo de tenis- y su reemplazo por Gustavo Coria.
El 8 de septiembre, la familia del ingeniero encabezó en Palermo una marcha para pedir justicia por el crimen y por todas las víctimas de violencia, bajo el lema «No me quiero morir», en referencia a las últimas palabras que pronunció Barbieri antes de desplomarse en la heladería.