La macrista Álvarez Rivero quiso evitar el debate del aumento previsional, se levantó y se fue pero volvió porque Recalde mocionó el tratamiento para sacar dictamen.
La senadora Carmen Álvarez Rivero asumió este martes la presidencia de la comisión de Trabajo y Previsión Social y quiso levantar la reunión pero Mariano Recalde, vicepresidente del cuerpo, tomó el micrófono para dictaminar el proyecto de aumento jubilatorio y se produjo un escándalo.
Macrista acérrima, la legisladora cordobesa se levantó de su silla y amagó con irse pero tuvo que volver porque su par peronista se dispuso a ejercer la presidencia de la comisión en su ausencia. Después de dos horas y media de discusión, el peronismo pudo imponer su moción por nueve votos sobre un total de 17 y el expediente pudo sortear la traba del oficialismo y sus aliados.
Pero la Casa Rosada había instruido al presidente de la bancada libertaria, Ezequiel Atauche, que impidiera el avance del proyecto. Por eso, Álvarez Rivero reclamaba “profundidad” en el debate y rehusaba someter el tema a discusión, una actitud que puso a prueba la paciencia del interbloque de UP: el puntano Fernando Salino llegó a decirle a la senadora que “estaba al borde del capricho, y del otro lado del borde”.
En el interin, el jujeño Atauche intentaba persuadir al radical Pablo Blanco de que la UCR no convalidara la moción de Recalde. La situación pivoteaba entre una sitcom desopilante y la decadencia política, pero alcanzó su punto más crítico cuando la legisladora Guadalupe Tagliaferri, colega de Álvarez Rivero en el desgajado bloque PRO, expuso a la titular de la comisión preguntándole si estaba “facultada” para ser presidenta de la comisión y obtuvo como respuesta. “Soy la presidenta, qué lindo”, contestó la cordobesa con una sonrisa que rayó el delirio.
El papelón había arrancado mucho antes, no bien Álvarez Rivero trató de levantar la reunión y se apuró a proponer que la comisión se reúna los martes a las 17. “Y cumplido el objeto de esta reunión, levanto la… levanto la…”, balbuceaba mientras se ponía de pie y recogía su carpeta de la mesa en el Salón Illia.
Recalde atinó a pedirle la palabra y le pidió que no se vaya. “No se votó, le estoy pidiendo la palabara, no se vaya”, dijo el senador. Fuera de micrófono, se escuchó que su par se despedía de forma poco convincente: “hasta luego”, saludó.
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El legislador camporista explicó que la comisión estaba reunida. “Si se va, asumo la presidencia. Yo voy a proponer otro día y horario. Si quiere vaya. Voy a proponer otras cosas también”, lanzó.
Desde su silla, Juliana di Tullio bromeó con que propusiera los sábados, como día de reunión. En tanto, Álvarez Rivero deambulaba por la sala y conversaba con asesores que la abordaban para ayudarla en su desconcierto.

Los representantes del interbloque de UP y el radicalismo apenas creían lo que veían, al tiempo que los libertarios asistían casi como testigos de un desorden en el que perdían el control de la comisión de Trabajo y Previsión Social.
El senador kirchnerista aprovechó y anunció la moción para tratar dos proyectos de ley, el de la suba de jubilaciones y el de la moratoria que aprobaron los diputados el pasado 4 de junio. La presidenta de la comisión volvió y se paró, acaso amenazante, al lado de Recalde, quien le preguntó jocosamente: “¿Quiere sentarse?”. “No”, respondió la senadora y siguió mirándolo fijamente.
La presidenta de la comisión volvió y se paró, acaso amenazante, al lado de Recalde, quien le preguntó jocosamente: ‘¿Quiere sentarse?’. ‘No’, respondió la senadora y siguió mirándolo fijamente.
Atauche, en más de una ocasión, llegó a hacerle señas a la legisladora, que trataba de cumplir con sus instrucciones infructuosamente. El libertario pretendía que la moción de Recalde era “antirreglamentaria” y que Álvarez Rivero debía rechazar su tratamiento.
Sin argumentos para irse pero sin densidad política para manejar la reunión, la senadora volvió a sentarse y volvió a dar por terminada la discusión. Tomó su bolso y empezó a caminar en dirección a la puerta de salida hasta que la alcanzó el secretario parlamentario, Agustín Giustinian, que hizo enormes esfuerzos para explicarle el reglamento a Álvarez Rivero.
El papelón dejó al descubierto las dificultades del gobierno no solo para frenar el avance del peronismo en el Senado con la sanción del incremento jubilatorio, sino que avizora un horizonte desesperante porque ya no tendría garantizados los 87 héroes para blindar el eventual veto de Javier Milei, como informó LPO.
Para colmo, este martes también fracasó el intento de aplacar la rebelión en ciernes de los gobernadores en la reunión que mantuvo el secretario Carlos Guberman con los ministros de Economía de 15 provincias. “El gobierno no ofreció nada”, dijeron a LPO desde el CFI.
