Un ajuste en la preparación de este alimento popular puede marcar la diferencia en la absorción de nutrientes y el bienestar digestivo, según expertos de Harvard y Good Housekeeping
Las semillas de chía se han consolidado como parte habitual en dietas saludables, impulsadas tanto por su creciente presencia en redes sociales como por el respaldo de especialistas en nutrición.
A pesar de su tamaño reducido, su aporte nutricional es significativo y la forma en que se consumen puede influir en sus efectos positivos. Especialistas citados por Good Housekeeping afirman que añadir chía al yogur es la opción más completa y saludable, aconsejando su preferencia incluso sobre la popular agua de chía.
El interés por la chía radica en su perfil nutricional, que incluye fibra, proteínas y ácidos grasos omega-3. Jane Leverich, nutricionista dietista registrada en Denver, explicó a Good Housekeeping que estos nutrientes suelen estar ausentes en muchas dietas modernas.
Además, ayuda a estabilizar los niveles de azúcar y colesterol en sangre, mientras que la combinación de proteínas y grasas saludables favorece la sensación prolongada de saciedad. Los omega-3, por su parte, pueden tener un efecto antiinflamatorio.

Agua de chía vs yogur de chía: preferencias avaladas por expertos
La forma de consumo de la chía modifica su potencial nutricional. Leverich señaló que pueden añadirse semillas crudas a ensaladas, avena o tostadas, pero remojarlas potencia sus beneficios. En este sentido, el agua de chía y el yogur de chía son los métodos predilectos.

Ambos aprovechan la capacidad de las semillas para absorber líquidos y formar una textura gelatinosa. El agua de chía, conocida también como “agua de renacuajo”, brinda hidratación prolongada, ya que el líquido se libera progresivamente en el organismo. Vasanti Malik, especialistya en nutrición en la Universidad de Harvard subraya en Good Housekeeping que esta cualidad la hace idónea para quienes desean mantenerse hidratados durante el día.
No obstante, el yogur de chía ofrece un valor agregado. Al mezclar las semillas con yogur se suman proteínas, calcio y probióticos naturales presentes en muchos tipos de yogur. “Las semillas de chía en el yogur son superiores al agua de chía debido a la fibra que aportan y al beneficio adicional de los probióticos”, señaló la experta, lo que favorece la salud intestinal.

El yogur de chía también añade proteínas, calcio y fósforo esenciales para la salud ósea. Por estas razones, el consenso de los expertos consultados por Good Housekeeping es que el yogur de chía resulta nutricionalmente superior al agua de chía. De todas formas, se aclara que el agua de chía sigue siendo una alternativa saludable, aunque no sustituye una comida completa.
Recomendaciones prácticas y advertencias
La Harvard T.H. Chan School of Public Health —y expertos como la nutricionista Vasanti Malik— enfatizan la importancia de incorporar las semillas de chía progresivamente en la alimentación diaria, especialmente en personas que no están habituadas a consumir grandes cantidades de fibra.
Según Harvard, es aconsejable iniciar con pequeñas porciones, como un vaso pequeño de agua de chía o una cantidad reducida en yogur natural, y observar la tolerancia individual del organismo.
Para maximizar el valor nutricional, la institución y Malik sugieren optar por yogur griego natural o skyr islandés, bajos en azúcar y ricos en proteínas, y complementar la preparación con frutas frescas, semillas de cáñamo o un toque de miel. Aquellos que prefieren el agua de chía pueden enriquecerla con ingredientes naturales como jugo de limón, hojas de menta o rodajas de pepino.

Los especialistas, incluida Vasanti Malik, advierten sobre la necesidad de consumir abundante líquido junto con la chía, dado que una ingesta elevada de fibra sin adecuada hidratación puede provocar hinchazón o estreñimiento.
Finalmente, Harvard —respaldo por los aportes de Malik— concluye que tanto el agua de chía como la combinación con yogur ofrecen beneficios nutricionales relevantes, pero resalta que la mezcla con yogur sobresale por su aporte superior de proteínas, probióticos y minerales. La recomendación central es ajustar la elección a las preferencias y necesidades individuales, siempre priorizando variedad y equilibrio dentro de un patrón de alimentación saludable.
