La población de Tarasin y comunidades cercanas enfrenta una crisis humanitaria tras el colapso de viviendas y la pérdida de recursos esenciales
El oeste de Sudán enfrenta una emergencia de escala excepcional tras los deslizamientos ocurridos en la región de Jebel Marra.
El pueblo de Tarasin y comunidades cercanas quedaron sepultados bajo toneladas de tierra luego de varios días de lluvias ininterrumpidas, lo que provocó una avalancha que arrasó viviendas, animales y habitantes.
Hasta el momento, los equipos de búsqueda han recuperado 370 cadáveres, aunque autoridades y organizaciones internacionales advierten que la cifra de víctimas mortales podría superar ampliamente las mil personas, dadas las numerosas personas desaparecidas, según la información de la agencia AFP.
El primer alud ocurrió el domingo, después de que las lluvias saturaran la montaña sobre la que se localiza Tarasin. En los días posteriores se registraron otros dos deslizamientos: uno en un valle cercano y el segundo, nuevamente en la misma comunidad, poco después de que los sobrevivientes intentaran localizar a familiares entre los restos del desastre inicial. Esa sucesión de derrumbes ha dejado el terreno irreconocible, complicando tanto el acceso como la identificación de la zona afectada.

Una de las primeras organizaciones en llegar fue Save the Children. Su director de operaciones, Francesco Lanino, explicó a AFP la gravedad del escenario. La carencia de herramientas y maquinaria obligó a los habitantes a remover la tierra con las manos, en un intento desesperado de encontrar a sus familiares.
Las cifras oficiales confirman que solo 150 personas sobrevivieron en Tarasin y aldeas cercanas, entre ellos 40 menores de edad.
Los sobrevivientes se encuentran sin vivienda y privados de recursos básicos, como alimentos y animales de cría. El temor a nuevos deslizamientos sigue presente, ya que las lluvias afectan distintas localidades de la región, lo que imposibilita identificar áreas seguras.
La vulnerabilidad del área obedece a su ubicación sobre una falla tectónica activa. Así lo señaló la Autoridad General de Investigación Geológica, que destacó el riesgo de que episodios semejantes desaten crisis inmanejables.
El impacto emocional domina entre los sobrevivientes. Muchos han perdido a varios miembros de su núcleo familiar y manifiestan incertidumbre frente al futuro inmediato.

La llegada de apoyo logístico internacional se dificulta por las persistentes precipitaciones. Numerosas rutas permanecen bloqueadas, lo que impide distribuir víveres y provisiones. Las organizaciones presentes solicitan mayor cooperación de la comunidad internacional y advierten sobre la amenaza de epidemias como el cólera.
El acceso a agua potable y refugios seguros se ha vuelto casi imposible, aumentando el riesgo de enfermedades entre los desplazados
Alertas previas y agravantes del conflicto
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ya había advertido sobre el riesgo de inundaciones y el agravamiento de la crisis humanitaria al acercarse la temporada de lluvias en Sudán, desde julio de este año.
Voceros de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) transmitieron su preocupación ante la combinación de inclemencias meteorológicas y violencia, que ha incrementado el desplazamiento de civiles y el riesgo de inundaciones en comunidades sin recursos de respuesta.
Las previsiones señalaban lluvias superiores al promedio, lo que aumentaba la probabilidad de emergencias como la actual.
El conflicto armado que atraviesa Sudán complica aún más la situación. Los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) han obligado a miles a abandonar sus hogares. Muchos buscan refugio en áreas consideradas más seguras, como las montañas al suroeste de El Fasher, aunque el hacinamiento y la escasez en esos lugares profundizan la crisis humanitaria.

Organizaciones como Médicos Sin Fronteras advierten que amplias zonas funcionan como “agujero negro” para la asistencia. La guerra, responsable de decenas de miles de muertes y millones de desplazados, limita de manera crítica la presencia de agencias humanitarias.
Repercusiones internacionales y llamadas a la acción
En este clima de conmoción, el papa León XIV envió un mensaje de condolencias al obispo Yunan Tombe Trille Kuku Andali, titular de la diócesis de El Obeid, donde expresó su cercanía y solidaridad con los damnificados.
Según Vatican News, el pontífice elevó oraciones por los fallecidos y la recuperación de los desaparecidos, encomendando a todos a la misericordia divina.

Los equipos desplegados remarcan la urgencia de contar con recursos tecnológicos avanzados y donaciones suficientes para restablecer la atención a los sobrevivientes.
El temor a nuevos desastres intensifica la vigilancia sobre el territorio y mantiene bajo tensión a rescatistas y comunidades.
(Con información de AFP)
