Más de 80 menores de edad participaron en una jornada de dura exigencia bélica a las orillas del río Don, corriendo y arrastrándose sobre la arena y las aguas del río. Los cadetes fueron dirigidos por un escuadrón de cosacos de la región de Rostov
Más de 80 menores de edad tuvieron esta semana una jornada de duro entrenamiento bélico a las orillas de un río en el sur de Rusia.
Mientras los instructores militares gritaban palabras de aliento, los 83 niños, de entre 8 y 17 años, participaron en una “marcha de ruta” por la orilla del río Don, corriendo y arrastrándose alternativamente sobre sus vientres por la arena y por aguas poco profundas.
Muchos llevaban uniformes de camuflaje. Algunos portaban armas reales, mientras que otros sostenían réplicas de juguete.
El ejercicio, supervisado por soldados que participaron en la guerra de Ucrania, fue parte de una tendencia más amplia en Rusia de educar incluso a niños pequeños en habilidades para prepararlos para un eventual servicio militar.
Uno de los participantes más jóvenes, Ivan Glushchenko, de 8 años, respondió inmediatamente cuando se le preguntó cuál había sido la parte más memorable: “Cómo lanzábamos granadas y disparábamos balas de juguete”, comentó.
Los niños formaban parte de un grupo de cadetes dirigido por cosacos en la región de Rostov, cerca de la frontera con Ucrania.
“¿Por qué estoy aquí? Porque quiero unir mi futuro al servicio militar. Quiero servir a mi país y ser leal a mi causa hasta el final”, dijo Anton, uno de los chicos mayores.
Otro, David, indicó que la “marcha de ruta” le había permitido poner a prueba sus propios límites. “Me permitió descubrir lo fuerte que es mi fuerza de voluntad”, destacó.
Como dice la organización independiente de derechos de los niños “Ne Norma”, someter a los jóvenes a un entrenamiento de estilo militar y enseñarles en la escuela cómo manejar armas y construir drones militares es una forma de adoctrinamiento y propaganda.
Las autoridades rusas afirman que este tipo de educación sirve para “inculcar un patriotismo sano” y “desarrollar la resiliencia nacional”.
Entre los instructores en Rostov se encontraba Alexander Shopin, un soldado ruso que resultó herido en Ucrania y está a la espera de ser operado. Una de sus hijas fue una de las participantes.
“No es la primera vez que participo en esta marcha. Me gusta transmitir mi experiencia a los niños. Se puede ver cómo se forja una familia a partir de ellos”, expresó Shopin.
Dijo que su hija lo había disfrutado, aunque le resultó difícil. “Correr en equipo y no decepcionar a sus compañeros; eso es lo que le gusta”, remarcó.
Después del entrenamiento, algunos de los niños estaban agotados. “¡Casi muero!”, exclamó una adolescente. “¡Hicimos la carrera tres veces!”, dijo su amiga, abrazándola.
El instructor Vladimir Yanenko detalló que los niños obtuvieron “comprensión y conocimiento” de la experiencia. “La formación patriótica es muy importante.No quieren andar por callejones. Aquí se divierten mucho más”, completó.
