La investigación en ecosistemas acuáticos impulsa avances en medicamentos, alimentación sostenible, energía y lucha contra el cambio climático
Bajo la superficie marina existe un mundo inexplorado cuya riqueza va mucho más allá de su belleza. Allí, cada año, biólogos y expertos en biotecnología se sumergen no solo para admirar la vida acuática, sino para recoger muestras de organismos únicos que sirven de base para una disciplina emergente: la biotecnología azul.
Esta rama de la ciencia utiliza la biología de océanos, mares y ecosistemas de agua dulce para desarrollar nuevos medicamentos, alimentos, cosméticos, biocombustibles y soluciones frente al cambio climático y otros desafíos ambientales.
Aunque se la denomina también biotecnología marina, su alcance no se limita a los recursos de ambientes salados; los ríos, lagos y embalses igualmente forman parte de este campo en expansión.

Para qué sirve la biotecnología azul
Uno de los ejemplos más representativos de la utilidad de estos ecosistemas se encuentra en los llamados sumideros de carbono azul. Manglares, marismas y praderas marinas capturan y almacenan grandes cantidades de carbono, convirtiéndose en aliados potentes contra el cambio climático. Pero el repertorio de organismos y sus capacidades apenas empieza a conocerse.
Jerónimo Chirivella Martorell, coordinador académico del máster conjunto Erasmus Mundus en Biotecnología Marina de la Universidad Católica de Valencia, ha señalado que el mar es la “última frontera” en la investigación biotecnológica.
En las últimas décadas, el interés que en los años ochenta giraba en torno a la selva amazónica se trasladó al océano, donde las condiciones extremas han favorecido la evolución de formas de vida con características muy diferentes a las terrestres.

Aportes de la biotecnología azul a la vida humana
Algunas bacterias pueden sobrevivir a 5.000 metros de profundidad, junto a fumarolas volcánicas con presión y temperatura extremas, condiciones comparables a las de ciertos procesos industriales. Su estudio puede inspirar métodos y aplicaciones completamente nuevos.
El sector médico ocupa un lugar destacado entre las aplicaciones. El primer medicamento antitumoral desarrollado en España, conocido como Yondelis, proviene de un compuesto extraído de la ascidia colonial ecteinascidia turbinata, un organismo encontrado en el Caribe y el Mediterráneo.
Desde PharmaMar, la compañía responsable, destacan cómo el potencial terapéutico de la biotecnología azul ya se traduce en soluciones contra el cáncer y en la búsqueda de nuevos fármacos.
La innovación en alimentos también tiene su origen en el mar. Mientras la dieta humana tradicional se ha basado en especies terrestres, los laboratorios exploran los recursos marítimos en busca de nuevas fuentes de nutrición. La Compañía Española de Algas Marinas (CEAMSA), por ejemplo, ha desarrollado ingredientes a partir de algas que se utilizan en panes, quesos, gominolas y hasta productos farmacéuticos.
En Colombia, investigaciones han identificado microorganismos presentes en arrecifes del Caribe como aliados para combatir plagas agrícolas, abriendo un camino alternativo a los pesticidas de síntesis.

El campo de la acuicultura también se beneficia del conocimiento obtenido en los océanos. El color del salmón se debe a una molécula presente en el caparazón de ciertos crustáceos, y, si bien se ha logrado sintetizar químicamente, la biotecnología azul consiguió replicar este pigmento de manera natural utilizando microalgas.
El mar una estrategia para el crecimiento sostenible
La alianza entre biotecnología azul y cleantech es otro frente de gran potencial. Los océanos, pese a no tener grandes bosques, albergan millones de organismos fotosintéticos unicelulares que pueden utilizarse para depurar aguas residuales, recuperar materiales o generar biomasa.
Proyectos como All-gas, liderado por Aqualia, ya han demostrado la viabilidad de cultivar microalgas en aguas residuales para producir biogás y cerrar el ciclo de la economía circular. Por su parte, la start-up Mediterranean Algae lleva adelante iniciativas de biorremediación, cultivando microorganismos que se alimentan de residuos y limpian aguas en zonas portuarias.
Actualmente, la Comisión Europea mantiene a la biotecnología marina como pilar fundamental de su estrategia de crecimiento sostenible. Países con litoral apuestan por este enfoque, conscientes de las oportunidades que representa tanto en innovación como en protección ambiental.
El futuro de la biotecnología azul depende de la formación de nuevos profesionales capaces de crear oportunidades en este sector.
El desarrollo de la biotecnología azul apenas comienza, y explora recursos y conocimientos que podrían cambiar la relación de la humanidad con el mar y su salud en el siglo XXI.
