Connect with us

Hi, what are you looking for?

Mundo

El fraude del criminólogo que dijo haber entrevistado a 77 asesinos seriales: la caída del hombre que pasó de experto a estafador

Stéphane Bourgoin decía que haber encontrado a su novia asesinada a cuchilladas lo había empujado a convertirse en un experto escritor del “true crime” y en un criminólogo entrenado por el FBI. Adquirió, pronto, atención, fama y dinero. Pero jugar al borde de la perversidad le valió una investigación de internautas que cuestionaban la veracidad de su relato. La historia del hombre que engañó a Francia

La historia la repetía a su familia, a periodistas y a quien quisiera preguntarle. No siempre lo contaba exactamente igual pero, más o menos, lo que decía Stéphane Bourgoin (hoy 72 años) era que, en 1976 cuando vivía en Los Ángeles, Estados Unidos, un día había regresado a su departamento y encontrado a su novia/esposa Eileen en un océano de sangre. La joven había sido violada, mutilada, acuchillada y casi decapitada. Decía que esa traumática experiencia era la que lo había empujado a convertirse en un experto escritor del true crime y en el más conocido criminólogo francés, entrenado incluso por el FBI. Aseguraba haber entrevistado, a lo largo de los años, a 77 asesinos seriales, dado cursos en la Escuela de Policía francesa y conferencias en la magistratura de su país para jueces y fiscales y haber escrito unos 75 libros sobre estos temas.

Algunas cosas eran ciertas. Bourgoin llenaba páginas de diarios y revistas, visitaba programas de televisión, las editoriales lo buscaban para publicar sus escritos y los peritos criminales demandaban sus consejos y experiencia. Estos hechos incontrastables estaban edificados sobre otros hechos no tan claros. Un día todo cambió y un viento huracanado se llevó la hojarasca surrealista de sus dichos dejando la verdad pelada a la vista. Fue cuando un grupo de internautas fanáticos del true crime y celosos de la información precisa y verificable, sintió que en esos relatos de Bourgoin había agujeros, inconsistencias. Decidieron bucear en las redes y desataron el vendaval arrasador.

El canal National Geographic estrenóEl canal National Geographic estrenó en 2024 el documental “Las mentiras de un asesino” sobre el caso Bourgoin

Un tipo peculiar

Stéphane Bourgoin nació el 14 de marzo de 1953 en París, Francia. Fue uno de los cuatro hijos que tuvo el ingeniero militar Jean Bourgoin (nacido en 1897 en Tahití). Jean se había unido al ejército a los 17 años para pelear en la Primera Guerra Mundial para luego estudiar ingeniería en un colegio de élite. Acumuló reconocimientos y se convirtió en alguien relevante en la sociedad. Fue con su tercera esposa Franziska Glöckner, nacida en Alemania en 1910, con quien tuvo a Stéphane Bourgoin. Franziska también era una mujer fuerte para su tiempo: había estado casada con un diplomático francés y, por su audacia y su belleza, era conocida, en la costa francesa, como la Mata Hari de Saint Malo. Fue sospechada de haber sido espía en la Segunda Guerra Mundial, pero zafó. Terminó casándose con Jean Bourgoin en Saigón, en 1951. Dos años después nació el único hijo de la pareja en París. La familia vivía cerca del Arco de Triunfo. Pero Jean tenía una doble vida y a la par de su matrimonio mantenía una amante, en la misma ciudad, con la que tuvo dos hijos más a los cuales visitaba con periodicidad. Stéphane terminó con el tiempo conociendo a sus hermanos.

Stéphane estudió en el Lycée Carnot y en su adolescencia ya hablaba fluidamente tres lenguas: francés, alemán e inglés. Desde muy chico demostró tener un arte especial para la simulación y las mentiras. Al punto que fue expulsado del colegio en tres oportunidades y, finalmente, no llegó a graduarse. Stéphane ya desde entonces estaba obsesionado con el cine. Había días que miraba hasta cinco películas al hilo. Cuando hablaba parecía un diccionario abierto. Hacía acotaciones y nutría sus relatos con anécdotas. Era un hablador profesional.

Durante la década del ‘70 Bourgoin se dedicó a escribir películas de clase B. La temática era el porno y el terror. En 1974, con 21 años, se trasladó a los Estados Unidos. Fue asistente en malas películas pornográficas y se ganaba la vida como podía. En 1977 murió su padre de un infarto. Cuatro años después, en 1981, con tres guiones pornográficos escritos logró que dos terminarán en películas: Extreme Close Up (Demasiado cerca) y Johnny does. El tercero, La Bella y la Bestia, nunca terminó de ser editado y no llegó a la pantalla. Los filmes contaron con la participación del famoso actor porno norteamericano John Holmes. En ese mundo Bourgoin deambulaba cómodo.

Bourgoin firmaba los ejemplares yBourgoin firmaba los ejemplares y asistía a festivales. Fue uno de los primeros en Francia en reconocer que los asesinos seriales no eran solamente un fenómeno norteamericano

Fama resbaladiza y souvenirs macabros

Al volver a su país, Bourgoin consiguió trabajó en una librería parisina especializada en libros de segunda mano sobre policiales y misterios, llamada El tercer ojo. Terminó comprando el local.

En algún momento de esta etapa de su existencia Bourgoin comenzó a contar la desgracia que le había tocado vivir mientras vivía en los Estados Unidos. Lo de su esposa o novia -según la versión que se tenga en cuenta- llamada Eileen. Sostuvo que el culpable había resultado ser un asesino en serie que fue encarcelado dos años después. Ese hombre, siempre según Bourgoin, había confesado no solo ese homicidio sino doce más. El sujeto había sido condenado a muerte y estaba esperando ser ejecutado. La horrible experiencia había “despertado” su interés por el tema. Por eso fue que luego se dedicó a entrevistar a asesinos seriales. Poco a poco, su expertise en la materia quedó en evidencia. Entre otros decía haber entrevistado en 1979 al temible Richard Chase (quien murió en 1980 a los 30 años) a quien llamaban “El vampiro de Sacramento”. También aseguró haber conocido, en 1986 en la cárcel, al asesino de Eileen.

En 1991 escribió el guión de 100 años de X, un documental sobre pornografía. También fue el mismo año en que grabó oficialmente su primera entrevista con un asesino. No olvidemos que el éxito del momento era la novela de Thomas Harris, El silencio de los corderos (o El silencio de los inocentes), que había llegado al cine con Anthony Hopkins y Jodie Foster. El personaje del psiquiatra Hannibal Lecter erizaba la piel de los ciudadanos del mundo. Bourgoin supo oler la sangre, observó el éxito del morbo y los personajes de moda. Había una salida económicamente posible para él, a la gente le gustaba contener la respiración…

Amistades y su carisma fueron posicionando a Bourgoin justo donde quería estar. La construcción de tal maraña de saberes iba viento en popa, a nadie se le ocurrió cuestionar nada. Era palabra de experto: daba conferencias y consejos y escribía libros que vendían más que bien.

Stéphane Bourgoin construyó su famaStéphane Bourgoin construyó su fama como criminólogo sobre relatos falsos y entrevistas inventadas

En 1999 fue parte de un jurado para largometrajes en el festival Fantastic Arts, en Gerardmer, junto al cantante Johnny Halliday y al actor norteamericano Robert Englund. Era osado al punto de decir lo que se le daba la gana. Conjeturó sobre Michel Fourniret (un soldado paracaidista y asesino en serie francés que mató a nueve chicas en un lapso de 14 años) lo siguiente: “Estoy seguro de que Fourniret nunca había matado hasta que la conoció (en referencia a su mujer Monique Olivier). Ella fue el detonante de sus homicidios, la que le dio el permiso para matar. Mientras, él le permitió a ella explorar sus fantasmas más sombríos. En mi próximo libro incluyo pericias psicológicas que demuestran que su pareja descansaba sobre sus asesinatos (…) Incluso su vida sexual estaba centrada en eso. Solo podían hacer el amor si ella estaba rígida e inanimada como un cadáver. Es evidente que ella encontró placer en matar”.

Nadie osó contradecir sus dichos, menos pedirle alguna constancia de sus relatos. Cuando un periodista se animó a insistir con ver una imagen de Eileen, su ex descuartizada, él terminó entregando una foto en blanco y negro de una pareja joven. Se veían dos perfiles enfrentados, sus narices casi se tocaban, él parecía llevar una campera de cuero y el pelo largo mientras que en ella se veían unas cejas marcadas y abundante melena. Imposible determinar quiénes eran realmente. Pero no hubo cuestionamientos.

Uno de sus libros más exitosos fue Serial Killers, con cinco ediciones y publicado por la prestigiosa editorial Grasset. Bourgoin firmaba los ejemplares y asistía a festivales. Fue uno de los primeros en Francia en reconocer que los asesinos seriales no eran solamente un fenómeno norteamericano. Por esto lo invitaron a disertar en la Escuela Nacional de la Magistratura francesa, la academia de jueces y fiscales. Nada menos. Él se vanagloriaba de haber llegado a estar en 84 programas de la tevé francesa en un solo mes. Se sacó fotos con algunos de los asesinos, una bastante sonriente con Gerard Schaefer, apodado el carnicero de Blind Creek (quien terminó siendo acuchillado en su celda en 1995 a los 49 años). A tal grado llegó su locura por la fama que uno de sus libros, en 2015, lo promovió prometiendo como souvenir una bolsita con un pequeño pedazo biológico de un asesino serial. Sin que le temblara el pulso ni la voz dijo: “A cada persona que compre mi libro le ofreceré una pequeña bolsa que contendrá un pedazo de Schaefer -uñas,pelo, oreja, piel o huesos…-”. Aseguró que sus fans femeninas serían prioridad si escaseaba el material genético. Hablaba nada menos que del asesino serial norteamericano Gerard Schaefer. Había posado con él y decía tener restos de su cuerpo. ¿Cómo esto podía ser posible? ¿Había traficado restos humanos? ¿Cómo los había conseguido? O ¿era un simple un juego morboso para promocionar las ventas?

En fin. Todo se lo dejaban pasar.

El supuesto experto en asesinosEl supuesto experto en asesinos seriales admitió haber mentido sobre su pasado y sus logros profesionales (Philippe Matsas/Opale)

Internautas demasiado curiosos

Bourgoin contaba haber estado con muchos asesinos seriales a lo largo de las décadas. Entre ellos con David Berkowitz (llamado El hijo de Sam); con Donald Harvey (el cuidador/enfermero que mató entre 37 y 87 personas y con quien se sacó una foto); con Edmund Kemper (El asesino de las colegialas y necrófilo) y con John Wayne Gacy (también llamado El payaso asesino que ultimó a 33 hombres). En 1991 viajó a Florida para encontrarse con el llamado Caníbal de Jacksonville, Ottis Toole. Toole se jactaba de haberse comido a sus víctimas con salsa barbacoa, dos cabezas de ajo y una taza de sangre. En la entrevista Bourgoin arrancó el reportaje diciendo que alguien le había mandado su receta y que la había probado. Toole le preguntó si le había gustado y él le dijo que sí, pero aclaró que no la había cocinado con la misma carne que él. El humor de un perturbado.

De Wayne Gace sostuvo, por ejemplo que, durante el encuentro con el presidiario, él lo había tomado de las “nalgas”.

Las anécdotas eran jugosas, el tipo era interesante y ameno. Jugaba al fleje. Hacía equilibrio en el borde de la perversidad. No calculó que en la era de Internet mentir puede ser un desafío complejo. Los internautas fans del true crime comenzaron a investigar sus historias. Había algunos detalles que no todos se tragaban. Un 30 por ciento de su público no le creía del todo. Empezaron a investigar y cuando comprobaron la primera mentira, se armó un grupo que trabajó sin descanso. Estaban motivados y se bautizaron con ironía, en referencia a aquella librería que había tenido Bourgoin, El Cuarto Ojo. Se contactaron con asesinos seriales a los que Bourgoin había supuestamente entrevistado, escribieron mails a todas las cárceles. Resultó que más de la mitad de las entrevistas no habían existido. Los sabuesos de las redes fueron desarmando un andamiaje de embustes increíble.

En 2019 fueron subiendo a YouTube lo que habían averiguado. Los medios de Francia se interesaron por esos descubrimientos sobre su célebre experto. Bourgoin acorralado empezó a confesar, en pequeñas dosis. Y por lo pronto tuvo que suspender su gira El mundo de los asesinos en serie por 26 ciudades francesas y cuya entrada costaba 26,90 euros.

A la hora de la confesión

En 2020 le confesó a un periodista de la revista Paris Match que lo del asesino en serie que había asesinado a su esposa era un engaño. Exageraciones, inexactitudes. No más que eso. Los medios siguieron investigando, cada uno por su cuenta, y corroborando lo que los internautas habían hallado. Bourgoin se adueñaba de investigaciones ajenas y fantaseaba con libertad absoluta. Decenas de inconsistencias fueron emergiendo y no eran pequeños errores. Eran grandes mentiras. Se supo que su primera esposa no era Eileen, sino una francesa de la que se había divorciado en 1995. De Eileen no había dato alguno y sus relatos a distintas personas no eran iguales. Tampoco pudieron hallar al asesino de Eileen. Bourgoin había dicho en público que había contribuido tanto con el FBI en Quantico que le habían agradecido capacitándolo. Pero cuando contactaron el FBI la respuesta de los federales a los internautas fue contundente: Bourgoin deliraba, era un impostor. Un exitoso fabulador.

Mirando en retrospectiva no es difícil ver que Bourgoin siempre pareció más admirar que abominar a los asesinos múltiples. Parecía inclinarse ante sus ídolos. En sus redes sociales, que luego debió cerrar, había una mezcla tan desconcertante como grotesca de imágenes: decenas de fotos de gatos, promociones de bombachas de mujer, memes morbosos y bizarros. Era una estampa que hablaba de su mente oscura. Por ejemplo, decía estar en contra de la pena de muerte, pero posaba frente a una silla eléctrica falsa con una frase que decía: “Hoy, me está faltando un poco de juicio”. Y cuando firmaba sus libros solía poner: With my bloodiest regards (Con mis saludos más sangrientos).

En 2021 continuó hablando con periodistas. A uno del medio The Guardian le reconoció que solo había estado con unos 30 asesinos, no con los 77 que había dicho. Y aceptó que jamás había sido entrenado por el FBI. Lauren Collins, la periodista de The New Yorker, a quien él finalmente le admitió todo, sentenció que de tanto pretender convertirse en experto en asesinos seriales se había vuelto uno más de ellos. Esa entrevista salió publicada en The New Yorker el 4 de abril de 2022.

Bourgoin le reconoció que la historia de Eileen se la había inventado pero que lo había hecho basado en el asesinato de Susan Bickrest, muerta a los 24 años. Esa joven era moza y aspirante a cosmetóloga y su brutal homicidio ocurrió en 1975, en Daytona Beach, en manos del asesino en serie Gerald Stano. Bourgoin dijo que él había salido con esa chica, pero que como no quería que pensaran que la había estado ayudando financieramente inventó lo de Eileen y lo del casamiento: “Era una chica a la que vi tres veces y con quien tuve relaciones sexuales. Inventé que había sido mi esposa porque temía que la gente pensara que le había pagado a una prostituta”.

Stano, un asesino convicto, que se cree pudo asesinar a 88 personas fue sentenciado a la silla eléctrica en 1998. Susan Bickrest fue una de sus víctimas y fue asesinada el 20 de diciembre de 1975. Todo podía ser. Pero la foto que él había entregado de la supuesta Eileen solo tenía en común con Susan un detalle: las dos eran rubias.

Finalmente su historia rocambolesca llegó a la pantalla de la mano del canal National Geographic en 2024 con el título: Las mentiras de un asesino (Killer lies)No había una esposa asesinada, sus libros eran un bluff y su experiencia un fraude universal. La realidad es que estaban ante un narcisista patológico, un estafador en serie que jamás había hablado como había sostenido con Charles Mason, el asesino y jefe de la secta que asesinó entre otros a la actriz Sharon Tate en 1969.

Lo peor fue que su posición de privilegio le permitió entrar en contacto con víctimas extremadamente vulnerables. Tal fue el caso de la joven que se salvó del asesino Michel Fourniret, Dahina Sy-Le Guennan. Ella cayó en la telaraña inescrupulosa de Bourgoin. La joven había estado secuestrada y había sido violada por su captor a los 14 años. Bourgoin se aprovechó de su influencia y de su aureola de celebridad y la invitó a comer a su casa donde ella tuvo una horrible experiencia. Dahina le contó a un periodista que al llegar había sentido que entraba a un museo del horror donde convivían querubines de porcelana con máscaras y posters de películas sangrientas. Esa noche Bourgoin le puso delante de sus ojos, sobre la mesa, fotos de una escena de un crimen. Luego, le jugó una broma pesada: le puso una araña de plástico sobre uno de sus hombros. Dahina, que desde lo vivido padece estrés post traumático y sufre aracnofobia, quedó paralizada mientras Bourgoin reía a carcajadas. Más tarde esa misma noche se vio en un libro del autor, dentro de una tira tipo cómic, donde su captor le decía: Me veré forzado a desfigurarte si no hacés exactamente lo que digo. Ni el autor ni la editorial, le habían avisado de esa publicación ni le habían pedido permiso para llevarla a cabo. Para Dahina esto fue una nueva violación y derivó el asunto a sus abogados.

A la periodista Lauren Collins, le aseguró: “Lamento haber mentido y exagerado. Pero nunca violé ni maté a nadie”. Cuando ella le solicitó que especificara sobre qué mentira es la que se disculpaba respondió: “Por todas”. Le aclaró eso sí que había una que no volvería a pronunciar: la de Eileen. La propia hermana de Stéphane por parte de padre, Claude-Marie Dugué, recordó aquella mentira con mucha precisión. Nunca olvidará dónde estaban cuando escuchó su relato: parados en el balcón de su departamento en Mónaco a donde él había ido a visitarlaSu hermano le reveló esa tarde que, mientras había residido en los Estados Unidos, había tenido una pareja llamada Eileen que había sido asesinada y “cortada en pedazos”. Claude aclara como si hiciera falta: “Cuando te cuentan una cosa así no es algo que puedas olvidar nunca”.

Creerle ahora o no ya forma parte de una decisión personal. A las palabras de Stéphane Bourgoin se las lleva con mucha facilidad el viento. Mentir es una horrible enfermedad, pero peor es haber exprimido esas falsedades para convertirlas en un fraude redituable. Los crédulos se sintieron estafados y las víctimas de aquellos asesinos, revictimizadas. Como consecuencia él terminó perdiendo a sus editores, a sus productores y a su público. Si bien él minimiza las cosas, cuanto menos se puede decir que Stéphane Bourgoin fue un homicida serial de la verdad.

Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

MIRA LO QUE TE PERDISTE

Politica

Anoche en la sede de la UOM distintos sectores se reunieron para respaldar el liderazgo de Jorge Capitanich, caminar hacia la unidad partidaria y...

Politica

El armador de Karina se encerró en un estudio jurídico del microcentro con la lapicera y manda a los elegidos a un templo evangélico...

Politica

Se trata del ex comisario Bondarenko, que encabeza en lugar del caputista Nahuel Sotelo. Diego Valenzuela encabeza en el norte del Conurbano y Montenegro...

Politica

Milei ignoró a su asesor, que le pidió que intervenga para sortear los vetos del karinista Pareja a los candidatos de Las Fuerzas del...