El BBVA y el Santander fueron muy críticos con la economía local. “La situación es más complicada de lo que pensabamos”, advierten.
Mientras el Gobierno insiste en que la economía repunta, la elite financiera mira los números reales. La conclusión es que el tercer trimestre fue recesivo y que los dólares se “siguen esperando”.
Santander y BBVA rompieron el silencio en le medio español Expansión con un contundente mensaje al gobierno libertario. “Las perspectivas de crecimiento económico se han deteriorado en el tercer trimestre”, advirtió BBVA. “La situación es mas complicada de lo que pensabamos”, agregó Santander.
Ambos revelaron caídas fuertes en sus ganancias en el país, producto de la volatilidad de las tasas y la morosidad en niveles récord, que llevaron a frenar el crédito casi por completo. En la práctica, dejaron una ventana entreabierta para exportadoras y, sobre todo, para energéticas. El resto, afuera.
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“Hemos reducido de forma significativa la producción de préstamos ante el deterioro del entorno”. Santander fue más preciso: “Básicamente, los únicos préstamos que concedemos en Argentina son a empresas exportadoras en dólares y a energéticas”, afirmó el consejero delegado del Santander, Héctor Grisi..
Básicamente los únicos créditos que concedemos en la Argentina son a empresas exportadoras en dólares y a energéticas.
Ese punto es clave porque el gobierno apuesta exactamente a lo contrario: que el crédito sea el motor de la reactivación. Pero la banca global no está acompañando. La economía local atraviesa un doble problema: a la falta de liquidez se sobreimprime la insolvencia.
Los bancos españoles cuestionaron además la “montaña rusa” de las tasas que en octubre llegaron al 60% con una inflación del 30%, lo que para el BBVA ha tenido impacto directo en la suba de impagos de los créditos.
Respecto a la liquidez, cada intento del Banco Central por bajar la tasa para reanimar el crédito termina recalculando expectativas: menos carry y más presión en el frente cambiario, como anticipó LPO. Un alivio podría venir del trigo. El Gobierno espera USD 1.500 millones en las próximas semanas. Ayuda, pero no cambia el cuadro: sirve como un vaso de agua para apagar un incendio.
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El otro frente, el más espinoso, es el de la solvencia. Enero exige pagos por unos USD 4.500 millones, con reservas netas que, según cálculos del propio FMI y estimaciones de consultoras como 1816 ya están en torno a USD 16.000 millones negativos, bastante peor que el rojo de USD 11.000 millones que dejó Massa. Sin financiamiento externo, no hay forma.
Y ahí aparece el préstamo repo. La apuesta oficial es conseguir un repo por una cifra equivalente a los vencimientos críticos. JP Morgan coordina la ingeniería para cerrar un préstamo sindicado con el Bank of América y el Citigroup de USD 5.000 millones, luego que le bajaran la persiana al mega préstamo de USD 20.000 millones que habían anunciado Toto Caputo y Scott Bessent.
El problema fue y son las garantías. Caputo intentó que lo garantice el Tesoro de EStados Unidos con sus DGEs, pero fracasó. Ahora ofrece BoPreales como colateral. No sobran opciones. Los estudios de abogados de Nueva York trabajan a contrarreloj para traducir esa estructura en algo aceptable para las mesas de riesgo. No solo se discute la valuación del bono, sino cómo blindarlo jurídicamente.












































