Los restos de la Reina de la Bailanta fueron cremados en el cementerio Parque, como punto final de una desgarradora ceremonia en la ciudad costera
El jueves por la tarde se conoció la noticia de la muerte de Lía Crucet y la movida tropical continúa de luto. Luego del velatorio realizado en la ciudad de Mar del Plata, donde la artista vivía hace un tiempo por su delicado cuadro de salud, esta mañana recibió el último adiós. Fue una ceremonia íntima en el cementerio Parque, donde sus restos fueron cremados tal su última voluntad, ante la desolación de sus hijos Karina y Ezequiel, de su marido Tony Salatino y de sus seres queridos. En el recuerdo eterno permanecerán su carisma, su imponente figura y sus canciones como banda de sonido de cualquier evento festivo.
En la ceremonia final, su círculo íntimo acompañó el cortejo con los restos de Lía, que partió a las 11.30 de la mañana desde la casa velatoria Roldán con destino al Crematorio Municipal, sitio al que solo pudo ingresar el coche fúnebre. El llanto desgarrador de Karina, siempre con la compañía incondicional de su marido Sebastián Román, es el símbolo de quienes siguieron la carrera de Lía. Ese dolor propio de las despedidas, que se retuerce hasta exprimir la última lágrima, para hacer más ameno el duelo y abrir paso al álbum de recuerdos. Ese que tiene a la Reina de la Bailanta cantando clásicos como “La Güera Salomé” y “Qué bello”, entre otras piezas del álbum de grandes éxitos de todos los tiempos de la movida popular.
Del reducido cortejo de cuatro autos también formaron parte Tony Salatino, esposo y manager de la artista, y Ezequiel, su hijo adoptivo. Según pudo saber Teleshow, hubo un trabajo cuidadoso sobre el cuerpo de Lía, para que tuviera una despedida acorde a su leyenda y que cualquier tipo de opulencia quedara como un secreto que se guarde Lía para siempre. Los autos cubrieron los diez kilómetros que unen la casa velatoria con el cementerio sin coronas ni estridencias. Un andar acompasado para una triste jornada bajo un primaveral cielo marplatense que eligió despedir a su ilustre huésped a pleno sol.
Un rato antes, Karina se había expresado en sus redes, intentando poner en palabras las sensaciones que recorrían su corazón. “Quiero agradecer cada mensaje: el apoyo de mis amigos, el de mi marido y el amor de todos los fans de mi mamá”, expresó la también cantante, teniendo en cuenta tanto a quienes estuvieron de cuerpo presente como aquellos que no pudieron acercarse. Karina también tuvo palabras para las trabajadoras del geriátrico, quienes asistieron a su madre durante todo este tiempo, y un especial mensaje a Dios “por ayudarme en cada tramo hasta poder abrazar a mi mamá”. Utilizando una foto de este medio como documento de su tristeza, la artista concluyó: “Hasta siempre MA, juntas hasta el último suspiro… te amo”.
Durante la jornada del viernes, tuvo lugar el velatorio en el que familiares, amigos y seguidores de la inolvidable Reina de la Bailanta, se congregaron para agradecerle tantos momentos compartidos o musicalizados. El sepelio tuvo lugar en una reconocida sala ubicada en la intersección de Avenida Luro y Olazábal, en una mezcla de nostalgia, respeto y gratitud hacia la cantante que supo ganarse el corazón de miles con su carisma y su talento. “Ella era de la gente”, repetían quienes se acercaban al ataúd para despedirla. Para muchos, Lía Crucet representó algo más que una artista: fue un puente entre las pistas de baile y las historias personales de sus fans, quienes hoy le devuelven parte de esa energía que ella regaló durante décadas.
Fotos desde Mar del Plata: Christian Heit