Bienestar

Dormir en cuartos separados ya no es señal de crisis de pareja: qué es el sleep divorce y por qué es tendencia

Ronquidos, movimientos o preferencias distintas llevan a muchos a tomar esta decisión, que puede mejorar el descanso, reducir conflictos y fortalecer el vínculo, siempre que sea un acuerdo conversado.

Dormir con otro, a veces, puede transformarse en un problema: ronquidos, movimientos constantes, sonambulismo, diferentes preferencias para la temperatura, las luces y los sonidos complican los dulces sueños. Por estos motivos, o por otros, elegir descansar en cuartos separados o en la misma habitación, pero en distintas camas ya no es sinónimo de crisis de pareja, falta de amor ni próxima separación. Hoy ya es una realidad, el divorcio del sueño se instaló como una opción más entre las parejas.

En la última década, los estudios revelaron el alto nivel de sincronía que se produce en los patrones de sueño de quienes comparten la cama. Así, la calidad del descanso (o la falta de él) de uno, puede influir en la del otro.

Según una investigación de 2023 del Better Sleep Council de Estados Unidos, dormir separados contribuye a mejorar los problemas de sueño. Por ejemplo, el informe destacó que el 63% de las parejas estadounidenses no duermen juntas la mayor parte de la noche, el 26% aseguró dormir mejor en soledad y el 9% admitió hacerlo en habitaciones separadas.

El mismo sondeo determinó que casi 2 de cada 10 personas dijeron que su casa ideal es con dormitorios separados. Los expertos concluyen entonces en que el descanso es un factor clave en el disfrute y la calidad de la vida sexual de las parejas.

Acuerdos compartidos

“Dejamos de compartir la cama de mutuo acuerdo porque nos brinda mayor comodidad. Nito, mi marido, necesita completa oscuridad para dormir, en cambio, en mi caso, duermo toda la noche con la tele prendida, me levanto a cada rato, me quedo dormida, me vuelvo a despertar. Esta decisión no cambió nada entre nosotros; seguimos estando todo el día juntos, pero nos damos ese momento a la noche para descansar y dormir mejor. Siento que fue beneficioso para ambos”, explica Elida Spadaccini, quien dejó de compartir la habitación con su marido Antonio luego de más de 45 años de matrimonio y tras una mudanza, hace nueve años.

Entonces, cuando este tipo de decisiones se toman de manera conjunta y de mutuo acuerdo, se trata de un contrato entre partes. Desde la psicología vincular se denomina contrato explícito a los acuerdos (realizados de manera consciente y pactados de manera verbal o escrita), donde las partes expresan claramente sus expectativas, necesidades y límites e implícitos o tácitos (a los que no son tan conscientes y en cambio pueden responder a reglas, preconceptos, mandatos y creencias de cada miembro de la pareja). Estos dos tipos de contratos van a afectar, estructurar y organizar la relación con el otro. Por eso es importante reflexionar sobre el tipo de contrato acordado -o no- respecto, en este caso, al momento del descanso. Esto evitará malos entendidos, conflictos y fortalecerá la relación, ya que cada persona tiene su propia interpretación de lo que espera del otro.

Algunas parejas sostienen que dormir separados mejora la calidad del sueño y el interés sexual. (Foto: Adobe Stock)

“A veces el dormir juntos en las parejas funciona como un acuerdo implícito que podría estar relacionado con el mito de asociar esta acción con el amor, con la idea de que si no dormís con el otro algo anda mal. Sin embargo, a veces el descansar separados puede mejorar la relación si es una elección que hicieron de común acuerdo”, dice la licenciada y profesora en psicología María Sivana, y agrega “otro mito es que las parejas felices duermen abrazadas toda la noche. Eso lo vemos en las películas, en las novelas, pero sabemos que mayormente no es así. Las personas nos movemos, roncamos, hay gente sonámbula. Cada uno tiene una forma de dormir que puede afectar al otro, entonces el contacto físico, si bien indudablemente es una forma de conexión, podemos pensar que no es la única, ni tampoco la más profunda, y que no se tiene que dar como condición sine qua non durmiendo con el otro. También puede haber contacto físico en un tiempo pautado, que no necesariamente va a ser durante la noche”.

Lorena y Esteban -de 40 y 38 años-, son novios desde hace 10 meses, ambos tienen hijos, no conviven y las noches que se encuentran duermen en camas separadas. Después de los primeros tiempos donde ninguno se animaba a decirle al otro que no estaba descansando bien, blanquearon sus deseos y tomaron medidas. “Sentía que si le decía que casi no dormía cuando se quedaba en casa porque ella ronca podía lastimarla o afectar nuestro vínculo. Hasta que un día, a través de un chiste, los dos confesamos que no era algo fundamental ni necesario dormir en la misma cama y todo fluyó. Hoy armamos una especie de campamento en cada una de las casas y todo solucionado”, explica Esteban.

Así funciona el mito que puede actuar como presión para compartir el descanso: la creencia de que dormir separados es despreciar al otro o una falta de amor y la antesala a la separación. Sin embargo, justamente puede ser un buen modo de cuidar el descanso y el bienestar y, así, hacer perdurar el vínculo. “Otro mito es pensar que dormir juntos es una prueba de intimidad. En realidad, la intimidad va mucho más allá de esto y va a responder a la particularidad de cada pareja y lo que para cada uno es íntimo y profundo. El problema de los acuerdos entonces es cuando no se revisan, y se empieza a sentir que no representan lo que necesitamos. Ahí es importante revisarlos, negociarlos, cambiarlos, llegar a nuevos acuerdos que satisfagan a ambos. Las parejas no se sostienen solo con el amor, se sostienen también con poder acordar con el otro”, explica Sivana.

Más comunicación, mejores relaciones

Dormir juntos, cuando las condiciones económicas lo permiten, ya no tiene que obedecer a un mandato, una imposición, sino a una elección, como el resto de los acuerdos que puede hacer una pareja. Las respuestas a preguntas como ¿compartimos los gastos?, ¿elegimos la monogamia?, ¿los domingos siempre hay que ir a lo de los suegros?, ¿queremos tener hijos? ya incluye también la cuestión de si realmente se descansa bien al compartir la pieza y la cama.

Es importante la comunicación y lograr un acuerdo de ambos miembros de la pareja para que la experiencia sea un éxito. (Foto: Adobe Stock)

Es importante recordar que ya en la antigua Roma, el concepto del lecho conyugal era práctico y simbólico. Las parejas romanas solían usar una misma cama para conversaciones íntimas y la intimidad física, convirtiéndola en un espacio privado dentro del hogar. Sin embargo, no era raro que se retiraran a camas separadas a la hora de dormir.

Hoy los investigadores, como por ejemplo los de la Universidad de California, Berkeley, descubrieron que, tras una mala noche de sueño, las parejas suelen tener más peleas. Entonces, en este sentido, la psicología vincular sugiere algunas preguntas disparadoras para pensar y repensar esos acuerdos implícitos o explícitos y evitar conflictos: ¿Qué cosas creemos que son obvias?, ¿Qué acuerdos ya no nos unen o no nos sirven? ¿Qué necesitamos volver a elegir? La idea es que estos contratos/acuerdos funcionen como guías que ayuden a no perderse como pareja y a reencontrarse o fortalecer el vínculo a lo largo del tiempo.

Menos mandatos y preconceptos, más comunicación, menos conflictos, mejores relaciones. Entonces, ¿Dormir o no dormir juntos?, esa es la cuestión.

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