Lucía Mujica (24) fue víctima de un crimen brutal en su departamento de San Antonio de Areco. Su novio va a juicio acusado de femicidio.
Era un domingo de sol y en San Antonio de Areco había alboroto por el Día de la Tradición. A unas cuadras del ruido y el movimiento de los visitantes ocasionales, Majo descansaba en su casa cuando el celular sonó y la pantalla mostró un remitente desconocido.
–¿Usted es la madre de Lucía Mujica?
-Sí, ¿por qué asunto es?
-Hubo un accidente en la casa de su hija.
-¿Un accidente? ¿Qué pasó? ¿Cómo está ella?
-Un incendio. Su hija está internada.
Majo colgó y unos minutos después entró corriendo al Hospital Municipal Emilio Zerboni. “Lo primero que vi fue a Nahuel Casco sentado con una mano enyesada. Le pregunté qué pasó y me dijo que había explotado una garrafa de la casa de mi hija”, describe. “Ahí los médicos me dijeron que Luci había llegado casi sin signos vitales y que peleaba por su vida. Yo no entendía nada. Media hora más tarde, me informaron que había muerto”, recuerda la mamá en el inicio de la conversación con TN.
Nahuel Ezequiel Casco (22 años) era el novio de Lucía Mujica (24) y vivía con ella en aquel departamento de la calle Alberdi al 1000. Era la última persona que la había visto con vida. “Cuando me dan la noticia, salí al pasillo y le grité al padre de mi hija: “¡Luci está muerta!”. Casco estaba ahí, viendo todo. Lloraba como yo y lo abrazaban como a mí”, evoca Majo.
Las dudas la invadieron en medio del shock: “Él tenía una mano vendada y Lucía estaba muerta. Estaban juntos en ese momento. ¿Cómo era posible? Cuando quise saber más, él no sabía qué decirme”, menciona, y sigue: “El departamento era nuevo y Luci era muy precavida. En casa se terminaba de usar la cocina y, religiosamente, ella cortaba el pase de gas. Algo no cerraba”.
Al día siguiente, mientras despedía a su hija, el celular de Majo volvió a sonar: desde la fiscalía le avisaban que Casco había sido detenido. Lo acusaban de haber asesinado a su novia y prender fuego el departamento para borrar pruebas. Y querían saber más sobre el vínculo entre ambos.

“Prendió fuego la casa cuando ella todavía estaba viva”
“Ahí me enteré que Luci tenía clavado en su espalda el vidrio de un ventanal. Que había estado un día entero desangrándose en el piso. Y que él prendió fuego la casa cuando ella todavía estaba viva”, enumera Majo.
El informe preliminar de la autopsia constató que Lucía había muerto aquel 13 de noviembre de 2022 como consecuencia de un “paro cardiaco por traumatismo de cráneo grave y hemorragia cerebral”. Las lesiones eran compatibles con un ataque a golpes.
De inmediato, la investigación a cargo del fiscal Sebastián Villalba, titular de la Unidad Funcional de Instrucción Nº2 del Departamento Judicial Mercedes, comprobó además que el incendio había sido intencional. “Se sabe que hubo una pelea y que el acusado intentó ocultarlo burdamente haciéndolo pasar por un accidente doméstico”, afirma una fuente del caso.
Desde entonces, Casco cumple con la prisión preventiva en la Unidad Penal N°4 de Mercedes, a la espera del juicio oral en el que, de ser encontrado culpable, recibirá una condena a prisión perpetua. La carátula de la causa es “homicidio agravado por el vínculo, por haber mediado violencia de género y por ensañamiento”. El debate iba a comenzar este viernes 9 y fue reprogramado para el 12 de junio, a raíz de una licencia por salud de la defensora oficial.

No había denuncias previas por violencia de género por parte de Lucía contra Casco, aunque los investigadores creen que existía una trama de ese tenor con anterioridad al femicidio. Si bien las evidencias serán ventiladas durante el debate, la sospecha es que la víctima había decidido ponerle punto final al vínculo y la reacción del imputado fue asesinarla.
“Recuerdo una vez que estaban en mi casa, tuvieron una discusión y él le rompió el celular. Escuché gritos y fui a la habitación de ella a ver qué pasaba. Mi hija lloraba y las piezas del teléfono estaban esparcidas sobre el piso”, recuerda Majo.
Y amplía: “Ahí él intentó darme una explicación. ‘Me sacó de quicio’, me dijo. Lo agarré de la nuca y lo saqué a la calle. Lucía sabía que yo no lo quería, que no me parecía un buen compañero para ella. Llamalo instinto materno o como quieras. Había algo en él que no me cerraba, y aquella reacción me lo terminó de confirmar”.
“Amor, te prometo que voy a cambiar”
La pareja se había mudado dos meses antes del crimen. “Ella alquiló aquel departamento porque Casco no tenía dónde vivir. Siempre me decía: ‘mamá, él no tuvo oportunidades en la vida’”, acota Majo, y alude a la hipótesis del caso: “Él manipulaba a mi hija. Le decía: ‘Amor, te prometo que voy a cambiar. Sos lo único que tengo, lo único que me importa’. Era el manual del psicópata. Estoy segura de que la mató porque ella le dijo que se fuera de la casa. Ese fue el detonante, no tengo dudas”.

Antes de que su nombre ampliara el listado de víctimas de femicidio, Lucía se había recibido de técnica hotelera y gastronómica. Tenía un trabajo y le iba bien: era encargada en una cadena de pollerías. Había elegido ese departamento para estar cerca del colegio de Martina (8), su hermana menor.
“Hoy la miro todos los días desde una de las ventanas de casa: vivo frente al cementerio y su lugar de descanso lo tengo a la vista. Abro la cortina y la veo, pero mi hija no está. La ausencia pesa mucho y los pensamientos horribles siempre rondan en mi cabeza. Todos los días me pregunto por qué”, dice Majo, y concluye: “Lo único que quiero es justicia”.
