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Opinión

El destino de Milei, entre Schumpeter y Keynes

La destrucción creativa y sus costos. De la macro de todos a la micro de cada uno

Nahuel Gómez vive con su esposa y sus dos hijos en Cañuelas. Hasta hace poco manejaba un moderno robot en la fábrica de lavarropas de Whirlpool. Fue despedido y cobró una modesta indemnización. ¿Cuánto tiempo tardará Nahuel en mudarse a Añelo (Neuquén) y conseguir un empleo como petrolero, obrero de la construcción o en el sector servicios? Esta es una pregunta clave que marcará la segunda etapa del gobierno de Milei y sus posibilidades de liderar una transformación estructural que sea exitosa en términos económicos y sociales, permitiendo así consolidar el éxito de su proyecto político.

Probablemente Nahuel no lo sepa, pero sus decisiones y vicisitudes microeconómicas están siendo moldeadas por un contexto macroeconómico que cambió de manera radical. En el mediano plazo su futuro económico se definirá en el contrapunto entre una visión optimista de la destrucción creativa schumpeteriana y el escepticismo keynesiano sobre la velocidad, la estabilidad y la inclusión efectiva de ese proceso.

 

El objetivo de este artículo es analizar cómo la macroeconomía -producto de la política económica en curso- impactará sobre la microeconomía. Salvo la aparición de un cisne negro, este complejo proceso será la cuestión central de la segunda parte del gobierno de Milei.

La primera etapa del gobierno mostró una macroeconomía caracterizada por una inflación más baja, superávit fiscal y, sobre todo, apreciación cambiaria y apertura importadora que genera gradualmente una microeconomía completamente nueva.

Los efectos de la macro se ven inmediatamente, porque menor inflación, un dólar barato y mayores importaciones (subsidiadas por ese dólar), en principio, benefician en mayor o menor medida a todos los consumidores (más plata en el bolsillo) y, por esto, el gobierno obtuvo un rédito electoral relevante en 2025.

Sin consumo no hay Paraíso

Por el contrario, la nueva microeconomía que se va configurando a partir de esta macroeconomía electoralmente exitosa madura de manera lenta y desigual, y por eso constituye la gran incógnita para los próximos años.

El nivel de empleo formal e informal, la desocupación, la cantidad de empresas, los sectores productivos y la distribución regional de la actividad económica mostrarán un entramado complejo de ganadores y perdedores. Pocos agentes microeconómicos permanecerán indiferentes a esta transformación estructural. El tiempo que demanden estos ajustes será determinante para el resultado observable, por ejemplo, dentro de dos años.

 

El tiempo y las personas en el equilibrio general

Las afirmaciones recientes de Milei acerca de que, frente al cierre de una empresa ineficiente, se abren múltiples oportunidades nos muestra que su visión está organizada en un marco de razonamiento lógico, que en economía llamamos de equilibrio general. Incluso aceptando ese marco teórico, surgen dos cuestiones centrales.

La primera es el tiempo. En la versión simplificada que suele presentar Milei, los procesos ocurren casi simultáneamente: se liberan importaciones, los bienes se abaratan, deja de producirse el bien localmente, hay un ahorro que libera recursos, ese ahorro se invierte y se generan nuevos empleos supuestamente mejores que los anteriores.

El futuro económico se definirá en el contrapunto entre una visión optimista de la destrucción creativa schumpeteriana y el escepticismo keynesiano sobre la velocidad, la estabilidad y la inclusión efectiva de ese proceso.

La pregunta relevante es: ¿cuán rápida y fluida resultará realmente esa transformación? Por ahora, lo que observamos es que estamos en la etapa de sustitución de la producción local por importaciones y de destrucción de empresas, que deberían ser reemplazadas por otras nuevas.

Según datos de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, entre noviembre de 2023 y agosto de 2025 la cantidad de empleadores se redujo en aproximadamente 19.000 (a un ritmo de 30 por día) y desaparecieron 277.000 puestos de trabajo registrados (433 puestos por día). Si se siguiera la imprecisa y temeraria forma de calcular de Milei diríamos que en su gestión de 4 años desaparecerán 632.180 puestos de trabajo. Pero ese método no es correcto.

Comparando en el SIPA el IV Trimestre 2023 con el I Trimestre 2025 (la economía aun crecía) se ve que sólo el sector restaurantes y hoteles sumó firmas nuevas (+592) como efecto de la temporada veraniega. Todos los demás sectores de la economía registraron cierres de firmas generadoras de empleo: agro, pesca y minería (-1291), industria (-1091), electricidad, gas y transporte (-2607), construcción (-1630), comercio (-1307), intermediación financiera con (-103), inmobiliarias y servicios (-4851), educación, servicios sociales y salud (-1351) y otras actividades (-2177).

El destino de Milei, entre Schumpeter y Keynes

La segunda cuestión central es la dicotomía entre el rol de los ciudadanos como consumidores y como productores (trabajadores y propietarios del capital). O sea, la heterogeneidad de los agentes económicos que forman parte del esquema de equilibrio general.
La primera etapa, sustentada en una macro que exhibe inflación en descenso, dólar barato, mayor acceso a importaciones mejora el bienestar de los ciudadanos-consumidores. Sin embargo, esa misma macro está reconfigurando la estructura microeconómica: algunos ciudadanos-productores mejoran su capacidad de generar ingresos y otros la ven deteriorarse o desaparecer.

 

Entre Schumpeter y Keynes

Para ciertos ideólogos del gobierno, esta reconfiguración es parte de un necesario proceso schumpeteriano de destrucción creativa que, al permitir la supervivencia de las firmas más eficientes, elevará la productividad de la economía. La forma en que el gobierno lee a Schumpeter lo hace confiar en la capacidad del capitalismo para destruir rápidamente lo ineficiente y crear nuevas oportunidades casi al mismo ritmo.

Aquí entra la preocupación de Keynes, quien advertía que esas transiciones no son automáticas. El problema es si esta reconversión derivará en un período prolongado de subutilización productiva, entendida como un uso de los recursos productivos (trabajo y capital) menor al socialmente adecuado. De ser así, el ajuste requeriría una elevada flexibilidad salarial y de precios, así como una intensa movilidad geográfica, durante un proceso prolongado que puede resultar socialmente costoso. En los años 30, Keynes mostró en el Reino Unido cómo la recesión inducida por la necesidad de una deflación de precios y salarios -que debía tornar competitiva una economía recesiva a causa de una libra esterlina muy apreciada en términos reales- fue un error macroeconómico de enormes costos.

Una cuestión clave es determinar cuál es el ritmo socialmente tolerable de destrucción de empresas. Además, pueden generarse fenómenos de histéresis: trabajadores o empresarios que sufren un deterioro permanente de sus capacidades productivas. Muchos trabajadores y pequeños empresarios caen a estratos sociales más bajos de los que no logran reemerger.

Una cuestión clave es determinar cuál es el ritmo socialmente tolerable de destrucción de empresas. En términos teóricos, sería aquel que minimiza los costos sociales, asegurando que un trabajador despedido pueda reinsertarse en un plazo razonable en otra unidad productiva. Otra, es qué puede suceder cuando se lleva adelante el proceso de destrucción creativa con un tipo de cambio apreciado.

Históricamente, la destrucción y la creación no son procesos ni automáticos ni perfectamente sincronizados. El desempleo y subempleo entre el cierre de las empresas no competitivas y la apertura de las nuevas suele ser significativo, tanto en magnitud como en duración, tal como ocurrió en Argentina entre 1995 y 2001.

Además, pueden generarse fenómenos de histéresis: trabajadores o empresarios que, ante la falta de oportunidades o capital, sufren un deterioro permanente de sus capacidades productivas. Muchos trabajadores y pequeños empresarios caen a estratos sociales más bajos de los que no logran reemerger, frecuentemente pasando de la formalidad -con jubilación y obra social- a la informalidad plena. Adicionalmente, en un contexto de acelerado cambio tecnológico, como el asociado a la incorporación de la inteligencia artificial, resulta claramente preferible reentrenarse dentro de un empleo que hacerlo como desocupado en la casa.

Por otro lado, en un país tan heterogéneo como Argentina, los beneficiarios del modelo pueden concentrarse en algunas provincias (Neuquén, San Juan, Catamarca) y los perjudicados en otras (PBA, Córdoba, Santa Fe, Tierra del Fuego), así como en sectores específicos como la industria, producciones regionales y ciertos servicios.

 

El equilibrio general y los tiempos de Milei

En la práctica, entonces, el modelo de equilibrio general que parece tener en mente Milei exige supuestos muy fuertes para funcionar en tiempos razonables:

· que la nueva economía genere un número suficiente de empresas nuevas de manera simultánea con los cierres de las viejas;

· que la intensidad en el uso de trabajo y capital sea similar entre sectores que desaparecen y sectores que nacen;

· que los precios relativos estén en equilibrio (entre ellos el tipo de cambio real)

· alta movilidad del ahorro hacia inversiones nuevas que tardan en madurar;

· flexibilidad de los trabajadores cuyas habilidades ya no son demandadas y deben reconvertirse hacia sectores emergentes;

· capacidad y disposición de las familias para trasladarse desde centros urbanos tradicionales hacia nuevos polos productivos ligados a hidrocarburos y minería;

· que el impacto distributivo de la reconfiguración productiva no genere presiones políticas para la reversión cuando los sectores afectados lleguen a ser una masa crítica relevante a nivel nacional.

En ese contexto, el gran desafío para que el experimento en marcha no se vuelva contra el propio gobierno que lo está implementando será la gestión de la economía política del proceso y su traducción en el comportamiento electoral de los ciudadanos-productores en 2027, suponiendo -en el mejor de los casos- que la inflación ya no sea el eje central de evaluación del gobierno.

El Cuadro 1 muestra la evolución de la situación de un trabajador representativo durante el gobierno de Milei respecto al punto de partida en 2023. En 2024/2025, los ingresos promedio se mantuvieron estables y las posibilidades de consumo (lo que potencialmente puede comprar un consumidor si tiene ingresos) crecieron por el dólar barato y la apertura importadora. Para 2026 y 2027, es difícil imaginar un mayor efecto de la apertura y la apreciación cambiaria, por ende, es razonable suponer que esas posibilidades de consumo se estabilizarán o caerán, por ejemplo, si las tarifas de servicios públicos siguen recuperando peso en la verdadera canasta de consumo.

En cambio, es altamente probable que durante la transición aumente la subocupación de trabajadores y de capital productivo antes de que se materialicen las nuevas oportunidades. En este contexto de desocupación y flexibilización laboral, es esperable una caída de la masa salarial total y del ingreso promedio de los trabajadores en relación con 2023. También que una parte de los trabajadores pasen a la informalidad con ingresos más inestables e incertidumbre sobre cobertura de salud y jubilatoria. Eso funciona como una baja en el ingreso percibido.

Cuadro 1. Evolución de la situación del trabajador representativo durante el gobierno de Milei respecto al punto inicial de noviembre 2023

 

 

Ingresos reales percibidos por el trabajador representativo

crecen

estables

2023

2024/25

bajan

2026/27 ?

2026/27 ?

 

bajan

estables

crecen

 

Posibilidades de consumo per cápita

La evidencia histórica muestra que los procesos de reconversión productiva no son automáticos y que requieren políticas industriales y sociales para moderar los costos. Esto conecta con el citado principio general de Keynes: evitar la desocupación innecesaria de factores productivos por los costos económicos y sociales que generan. No es solo una cuestión ética -aunque eso ya sería muy relevante- sino una cuestión de estricta eficiencia económica dentro de un análisis costo-beneficio. También constituye un desafío directo a la legitimidad política y social de cualquier gobierno.

Milei logró 41% en la elección de medio término. Si la microeconomía tuviera la dinámica esperada por el gobierno podría sumar de 5 a 10 puntos que consolidan su proyecto, pero si no tuviera la velocidad esperada podría restarle esos 5 a 10 puntos que alejan cualquier reelección.

Nahuel Gómez, su esposa y su hijo mayor votaron a Milei en 2023 y en 2025. La continuidad de ese apoyo dependerá de si la transformación estructural de la matriz productiva y distributiva de Argentina logra integrarlos de manera sostenible o, por el contrario, los deja definitivamente al margen.

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