Es indignante que te roben. Produce un estado emocional asqueroso, y eso es lo que siento ahora. El NBCh y el Gobierno provincial hacen todo lo posible por retrasar la fecha de pago de haberes, y con ello ambos ganan.
El NBCh se lleva sus jugosos intereses por el vencimiento de los préstamos que nos vemos obligados a pedir, porque el salario no alcanza. Cuando el pago se retrasa, el banco cobra intereses punitivos que duplican las cuotas. Es un círculo vicioso perverso: el trabajador termina cada vez más endeudado, con un sueldo que ya fue devorado por la inflación y por este juego sucio.
Cada año se repite el mismo robo, y la indignidad se convierte en una carga más para la salud mental del obrero de los libros. La decepción se profundiza, y muchos caen en los vicios o en la bebida como única forma de soportar la frustración. La desmoralización avanza junto con la pobreza, y ya no se soporta más.
Parece ser que robar es el camino de los ricos. Como dijo Honoré de Balzac:
«“Detrás de cada gran fortuna hay un crimen.”»
Hoy, los docentes seguimos siendo testigos de esa misma injusticia. La maldad de los políticos y funcionarios del NBCh que son ricos sigue naciendo del mismo robo: apropiarse del trabajo y del tiempo de los demás.









































