Sólo Once minutos duró la recorrida del presidente Javier Milei sobre la costanera correntina General San Martín. Ese fue el breve tiempo que transcurrió desde que se abrió el portón de hierro de uno de los accesos del Hotel de Turismo hasta que se subió a la camioneta que lo llevaría al aeropuerto Piragine Niveyro para regresar a Buenos Aires. Luego de un día rendidor en su tour por las provincias argentina, el presidente buscó remontar la imagen de su sello personal La Libertad Avanza, tras el escándalo por el vínculo narco de Luis Espert y de cara a las elecciones nacionales el próximo 24 de octubre. Fuego24
Ayer fue doblete: Chaco-Corrientes.
En ambas capitales provinciales, unidas por el puente General Belgrano –que se encuentra atravesando una compleja reparación– Milei logró juntar a un nutrido grupo de militantes. Un conglomerado compacto de gente obtuvo la fotografía que estaban buscando en ambas provincias. También recuperar algo de ese fervor popular que lo ungió, desde los márgenes de la política, como figura carismática presidenciable.
Luego de su paso por Resistencia, junto a su socio político, el gobernador de Chaco, el radical Leandro Zdero, Milei llegó a la capital correntina cerca del mediodía. Saludó a algunos militantes que se agolpaban en la entrada del hotel, propiedad de la familia Goitia, y se encerró junto a la comitiva porteña y a algunos visitantes locales con los que compartió unos minutos. La lista incluyó al ex candidato a gobernador, Lisandro Almirón, uno de los más dañados en las elecciones provinciales; la reina del carnaval, ex vedete y periodista Virginia Gallardo, candidata a diputada nacional por Corrientes, y al dirigente liberal, Ricardo “Caito” Leconte, diputado provincial elector por LLA e hijo del ex gobernador y funcionario de la dictadura militar, Ricardo Leconte.
Afuera el calor apretaba. Durante la siesta se fue montando el dispositivo de seguridad que incluyó un fuerte vallado para cortar la costanera con personal de Prefectura. El operativo pretendía evitar escraches o malos momentos, como el vivido por la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, en agosto pasado cuando fue abucheada junto a Martín Menem y Lisandro Almirón en un recorrido por la peatonal Junín de Corrientes.
A partir de las cuatro de la tarde, comenzó a poblarse la contramarcha, convocada por diversas organizaciones y partidos que repudiaban la visita del presidente. Con cánticos y diversas consignas repudiaron la visita de Milei. Más allá de algunos insultos e intercambios verbales, no hubo incidentes graves entre ambas facciones.
Del otro lado de la valla, también se fue juntado gente. Al principio con cierta heterogeneidad, pero que con el transcurrir de las horas el espacio aglutinó en su mayoría a jóvenes, especialmente varones. Esta fue una de las primeras oportunidades en las que, al menos en suelo correntinos, se advirtieron con claridad las dos facciones que se disputan el poder interno en Casa Rosada: las fuerzas del cielo con sus remeras color bordó y los libertarios con sus remeras violetas. Los militantes celebraron la visita presidencial, con banderas argentinas y los libros de Milei. También aparecieron algunos leones de peluche y una motosierra de cartón, con la que el presidente, evitó posar para la foto.
A las 18.30, finalmente, el portón del Hotel de Turismo se abrió. Salieron desde allí caminando Javier Milei, junto a su hermana, y a la candidata de LLA, Virginia Gallardo. Enfundado en su habitual campera negra, pese a los 34 grados de sensación térmica, el presidente se sumergió entre sus partidarios. El contacto fue tumultuoso y desordenado. Los custodios intentaron sin éxito crear un cordón para resguardar al presidente. Unos minutos después se subió a una camioneta para saludar desde arriba a la gente, que lo arengaba con distintos cánticos.
Como en cada uno de los últimos actos, tomó un megáfono y pidió “aguantar”. “Les pido que no aflojen, que sigamos defendiendo este camino, estamos por un buen camino”, arengó y gritó como pudo: “La liberad avanza o la Argentina retrocede”. El bochinche se fue incrementando exaltando al presidente e insultado particularmente, a los “kukas”.
No hubo escenario. No hubo acto. Apenas esas frases sueltas de la campaña.
La camioneta circuló algunos metros más, distancia suficiente para que el presidente le dedicara unas palabras de enojo a un colega periodista que le preguntó sobre lo que estaba viviendo. “Es el momento de la gente y no de ustedes”, retó Milei, disgustado sin motivo aparente. A lado suyo, seguía Virginia Gallardo con su impertérrita sonrisa y acostumbrada a permanecer exultante pese al bamboleo de los vehículos en movimiento, tal cual como en sus mejores tiempos de figura del carnaval. Diferente fue su trato con la prensa, a la que agradeció por “visitar su provincia”.
El vehículo se detuvo cuando llegó al ex colegio nacional, a 200 metros del hotel de Turismo, para que Milei pudiera subirse a la camioneta negra que lo llevaría custodiado al aeropuerto. Todo el recorrido, con enojo incluido, duró once minutos. La desconcentración fue rápida y sin conflictos. Mientras el vehículo blindado del presidente aceleraba para dejar la ciudad, las vallas eran levantadas, y la costanera recuperaba su ritmo habitual: gente haciendo ejercicios, familias paseando y disfrutando del atardecer.
Muy atrás en el tiempo quedaron las visitas largas de Milei a Corrientes, cuando dedicaba horas, incluso días, a difundir el dogma liberal-libertario junto a sus amigos del Club de la Libertad, del que incluso participó en la ceremonia por sus diez años. Tampoco le dedicó un minuto a su ex socio político, el gobernador Gustavo Valdés.
Resta saber si la visita fugaz del líder libertario servirá para mejorar las expectativas de Gallardo en los comicios nacionales. En esa oportunidad, los correntinos elegirán tres diputados nacionales. Por el momento, y luego de un largo año de campaña para gobernador, el clima electoral en la provincia se presenta bastante tranquilo.
