Secuestrados que ya fueron liberados, allegados a los rehenes y civiles israelíes hablaron con Infobae sobre la incertidumbre de la espera. Este fin de semana comenzarían las entregas y también está prevista la llegada de Trump
Desde Tel Aviv.- “Estamos esperanzados pero con mucho miedo”, le dice a Infobae una rehén liberada durante la primera tregua con Hamas. “¿Qué va a pasar con los muertos, nos los van a devolver?”, se pregunta con cara de incredulidad”… Esta mezcla de expectativa y terror domina a los familiares que esperan por sus secuestrados en Israel.
Desde que se anunció el acuerdo, la “Plaza de los rehenes” de Tel Aviv se transformó en el centro de reunión espontáneo. En una vigilia que no se desconcentrará, afirman, hasta que cada uno de los 48 secuestrados, vivos o muertos, vuelvan a Israel. En el medio, la sociedad civil gazatí espera que el frágil alto al fuego se transforme en un claro estable para respirar en medio de tanta escasez.
Infobae recorrió anoche el lugar, donde se viven horas de extrema tensión y expectativa. Allí, decenas de familias se reunieron para una cena de Shabat improvisada que, esperan, sea la última sin sus afectos.
“Querido pueblo, los necesitamos ahora más que nunca”, pidió Einav Zangauker, madre de Matan Zangauker, aún rehén. “Nuestra lucha no termina hasta que los 48 rehenes estén en casa”, afirmó. El clima, dominado por la incertidumbre, mezcla ansiedad y esperanza. “Estamos en una tormenta de emociones. No sabemos nada más de lo que ustedes saben. Venimos a compartir este momento y estar juntos”, expresó Zangauker.

La inminente visita de Donald Trump añade un nuevo factor a la ecuación, y las familias solo depositan en él sus esperanzas para concretar el plan, no confían en nadie más . El presidente de Estados Unidos llegará a Israel el lunes por la mañana, pronunciará un discurso ante la Knesset (el Parlamento) y se encontrará con familiares de los rehenes. Luego viajará a Egipto para una cita con los tres garantes del pacto: Egipto, Qatar y Turquía.
Arbel Yehud, liberada en la última tregua, relató cómo el anhelo de reencontrarse con su pareja, el argentino Ariel Cunio, que sigue cautivo, la sostuvo durante el encierro. “La esperanza de volver a abrazarte al final de esta pesadilla fue lo que me mantuvo fuerte. Ya falta poco y estarás en casa”, compartió Yehud.

Las últimas informaciones indican que Hamas podría liberar a los rehenes antes de lo previsto, posiblemente el domingo, según medios hebreos. Un alto funcionario israelí admitió: “Podría ocurrir en cualquier momento de ahora en adelante”, pero remarcó que todavía no hay confirmación oficial. Israel exige que la liberación ocurra en una sola fase, aunque está dispuesto a aceptar una entrega escalonada, siempre que el proceso termine dentro del plazo de 72 horas, que culmina al mediodía del lunes. Si esto no ocurre, el gobierno considerará que Hamas violó el acuerdo de alto el fuego.
El esquema negociado incluye la retirada progresiva de las Fuerzas de Defensa de Israel de la Franja de Gaza, lo que permitiría aliviar la grave crisis humanitaria que sufren los civiles gazatíes desde el inicio de la guerra.

“Respiro solo cuando regresen todos”
Yulie Ben Ami, hija de dos ex rehenes –Ohad y Raz Ben Ami–, narra la montaña rusa emocional que atraviesan las familias. “Vivimos con la sensación de que en cualquier momento todo puede venirse abajo. Cada vez que algo bueno pasa, también puede pasar algo muy malo. Por eso tenemos miedo incluso de ser demasiado optimistas”, reconoce a Infobae. Yulie recuerda cómo su padre pasó 491 días cautivo y cómo, a pesar de su regreso, la paz solo llegará cuando todos vuelvan. “Él dice que su cuerpo está aquí, pero su mente sigue allá. Vamos a poder respirar realmente cuando todos estén libres”, afirma.

Ohad dejó en los túneles de Gaza a sus 5 compañeros de cautiverio: Elkanah Bohbot, Bar Kuperstein, Yosef-Haim Ohana, Segev Kalfón y Maxim Herkin. “Él sigue luchando por ellos”, afirma Yulie. Ohad espera del otro lado del vidrio que separa la plaza del cuartel general del Foro de Familiares. No quiere hablar aún, solo quiere que pasen las horas y que sus amigos regresan a casa.
Su esposa, Raz Ben Ami, liberada en la primera tregua, destaca en diálogo con Infobae la influencia de Trump: “Fuimos a hablar con él a la Casa Blanca y le dijimos que queríamos un acuerdo, no el uso de la fuerza. Y sentimos que nos escuchó”.

Para todos Trump es la única garantía que tienen. Se aferran a ella. Repiten una y otra vez que sólo él puede lograr que esta pesadilla termine.

En la plaza, el aire está suspendido en un estado de vigilia constante. Las familias se niegan a relajar la presión y vuelcan todos sus esfuerzos en evitar que la liberación se frustre. “Militamos para que no se arruine, porque es muy, muy importante que pase”, admite Yulie. Saben que la felicidad será incompleta mientras alguno de los suyos siga bajo tierra, en los túneles de Gaza, y que solo con todos de regreso podrán recobrar la normalidad y el derecho a respirar aliviados.

“Hasta que el referí no da la última pitada, el partido no termina. Para mí el partido va a terminar cuando vea a Eitan y al resto de los secuestrados en casa; no sólo a los vivos, a todos. Ahí voy a creer que efectivamente eso ocurrió”, asegura en entrevista con Infobae Itzik Horn, padre de otro de los cuatro argentinos que permanecen en cautiverio en Gaza.

Este acuerdo de paz, con garantes internacionales y mediación activa de Estados Unidos, representa la mejor oportunidad para poner fin a una de las tragedias más de Medio Oriente. Por ahora, las familias resisten la tentación del festejo anticipado, porque el miedo a la frustración es tan intenso como su esperanza.
La salida progresiva de las tropas israelíes de Gaza, prevista en el pacto, también ofrece un respiro para la población civil palestina, agotada por la guerra y la escasez.
La cuenta regresiva avanza y cada hora trae consigo la misma plegaria: que ninguno quede atrás.

