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Del desmonte a la sostenibilidad: la alianza entre cooperativas y empresas que protegen la selva y dan trabajo

El accionar conjunto está demostrando el impacto positivo que generan a nivel ambiental y social. Poder producir cuidando el futuro, una visión compartida que potencia el negocio. El caso de la Amazonía.

Años atrás el proceso era simple, pero también desolador: llegaban las barcazas, cargaban los árboles talados y se retiraban con la madera que se usaba para la construcción. Pagaban cerca de 5 dólares por cada tronco. ¿El resultado? Una comunidad que se iba empobreciendo, que veía como su entorno, la selva amazónica brasilera, se diezmaba.

“Hoy trabajamos en cooperativa. Recuperamos saberes, volvimos a cosechar las semillas y a procesarlas para hacer más eficiente el transporte de las mismas”, cuenta Vanildo, quien hoy preside Cofruta, organización que nació en 2002, pero desde 2012 tiene su entidad formalizada.

Por ejemplo, cuenta este habitante de la amazonía, “hoy vemos como el suelo se recupera rápido por el movimiento diario de las mareas, que se llevan las semillas que luego pescamos. Antes, cuando se sacaban los árboles se iba degradando, solo plantábamos caña de azúcar”, recuerda, y al mismo tiempo que destaca que hoy cosechan murumur, ucuuba, andiroba y açaí, entre otras.

Esta última cosecha tiene un esfuerzo doble, porque implica trepar a lo alto de la copa para bajar a mano las pequeñas semillas. “Estamos estudiando incorporar tecnología, no solo porque eso nos ayudará a combatir la falta de mano de obra para la tarea, sino que también estimula a que nuestros jóvenes quieren quedarse a vivir acá: algunos ya salieron a estudiar a la universidad y saben que volverán”, cuenta Vanildo, que es padre y abuelo, y vive con preocupación las migraciones de su gente.

Todo este impulso los llevó a participar en distintas ferias, para así comercializar sus pulpas de frutas, aceites y mantequillas vegetales. “Así conocimos a Natura, y empezamos a trabajar con ellosNos acercan desafíos para ir probando nuevos cultivos”, sonríe Vanildo.

La Amazonía es el pulmón del mundo, es la gran creadora de oxígeno. (Foto: Pexels)
La Amazonía es el pulmón del mundo, es la gran creadora de oxígeno. (Foto: Pexels)

“Les acercamos inquietudes y ellos aprenden, investigan para saber cómo es el mejor proceso para lo que estamos buscando. Pueden estar hasta tres años investigando”, cuenta Mauro Costa, gerente de relaciones con la Comunidad de la empresa de cosméticos.

El haberse acercado a esta organización le cambió las perspectivas a esta cooperativa que, en realidad, reúne a más de 100 cooperativistas. Hoy dejaron atrás la mínima cifra que ganaban por cada árbol talado y la triplican por cada cultivo, porque la empresa no solo les paga por el producto, también les da un plus por el carbono positivo que generan y por su “saber ancestral”. Este último ítem debe ser reinvertido para seguir investigando o para mejorar las condiciones de vida de las familias de la cooperativa.

Mejor calidad de vida, proteger el ambiente

Se sabe que la Amazonía es el pulmón del mundo, es la gran creadora de oxígeno, y de ahí que preocupe su deforestación, y más aún que el 90% se haga de forma ilegal. ¿Qué implica esto? Por ejemplo, esto provoca que disminuyan las precipitaciones mundiales en un 75%, y lleva a que se favorezcan los incendios en la selva.

Entonces, en este contexto, la alianza entre empresas y cooperativas se vuelve fundamental para pensar en un futuro de regeneración, acorde a lo que hoy pide el Pacto de las Naciones Unidas. Basta como ejemplo que de la unión de Natura con cooperativas como Cofruta ya conservaron 2,2 millones de hectáreas de selva y en conjunto desarrollaron 46 bioingredientes amazónicos que integran el catálogo de la compañía.

Incluso, las cooperativas tienen otro valor agregado: algunas están lideradas por mujeres, como el caso de Agrocamp, que hoy preside Josiele, una joven de 33 años y mamá de tres niños.

“Gracias al trabajo pudimos ir mejorando nuestro modelo de comunidad, la que construimos sin vallas entre las viviendas, que hoy son de material (antes eran de adobe) y con el baño adentro”, cuenta la presidenta. Gracias al apoyo, esta cooperativa logró montar una fábrica de aceites esenciales, los mismos que se usan luego para los perfumes de la marca. “Antes quemábamos la madera para producir carbón, con los riesgos de incendios que eso implicaba, ahora transformamos los residuos en adobo para reciclarlos y que sean parte de una economía circular”, describe Josiele.

"Antes, cuando se sacaban los árboles, se iba degradando y solo plantábamos caña de azúcar”, explicó Vanildo, presidente de la organización Cofruta. (Foto: Gentileza Natura)
“Antes, cuando se sacaban los árboles, se iba degradando y solo plantábamos caña de azúcar”, explicó Vanildo, presidente de la organización Cofruta. (Foto: Gentileza Natura)

“Trabajamos en sintonía con la naturaleza, somos 104 socios dentro de la asociación que así lo valoramos”, define esta líder.

En todos los continentes

La historia también se repite en Europa, donde las cooperativas cumplen el mismo rol, aunque puedan variar las industrias. Es el ejemplo de la empresa B BIKOnsulting, que nació en 2013, en el País Vasco.

“Es una iniciativa de varias personas profesionales que dejaron el mundo de la economía tradicional para crear una consultora dedicada a las nuevas economías transformadoras, con el propósito de alinear sus valores personales a valores de una economía orientada al bien común”, cuenta Renée Carrelo, socia que se sumó a la organización en 2015 desde Argentina.

¿Qué hacen? “Nos dedicamos a acompañar a organizaciones públicas y privadas en su transformación hacia modelos sostenibles y orientados por valores como la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social, la sostenibilidad ambiental, la transparencia y la co-determinación”, agrega Carrelo.

“Somos una cooperativa pequeña y creemos que nuestro impacto es muy positivo, venimos midiendo hace años y tratando de multiplicar y expandir nuestras acciones y mensajes. Tenemos presencia en universidades y muchas formaciones. Hemos agregado el servicio de mentoring para personas que están liderando en las organizaciones y de esta forma escalar el proceso de transformación cultural”, relata Carrelo.

Cooperativas como Cofruta ya conservaron 2,2 millones de hectáreas de selva y da trabajo a decenas de personas. (Foto: gentileza Natura)
Cooperativas como Cofruta ya conservaron 2,2 millones de hectáreas de selva y da trabajo a decenas de personas. (Foto: gentileza Natura)

Alianza positiva

“Las cooperativas son actores clave en la transición hacia nuevas economías inclusivas y regenerativas. Particularmente en nuestro contexto actual, cobran muchísimo valor, en primer lugar, por su gobernanza: por su propia naturaleza, las cooperativas trabajan bajo los valores de la colaboración, la distribución equitativa de valor y el fortalecimiento comunitario. Son un claro ejemplo de la ‘economía del cuidado’ que promovemos desde el Movimiento B, por que impulsan naturalmente modelos de negocio que ponen el bien común en el centro de las decisiones”, afirma Marina Arias, directora ejecutiva de Sistema B Argentina.

A su vez, y en especial las que trabajan con la tierra, reivindican el rol de los productores locales: “poseen un conocimiento profundo de sus territorios, están en contacto directo con los ecosistemas, porque los habitan y cuidan mejor que nadie, ya que necesitan sostener la productividad de manera sustentable para garantizar la generación futura de valor. Desde esa práctica cotidiana, son indispensables para la regeneración de la biodiversidad que tanto necesitamos para enfrentar la crisis climática”, complementa Arias.

Incluso, señala esta experta, las cooperativas han logrado “gran relevancia para el desarrollo de la economía circular, una de las principales respuestas al desafío de los residuos, que tiene un impacto negativo directo no solo en el ambiente, sino también en la salud de la población. El nivel de capilaridad y mercado que logran las cooperativas a partir de la recuperación y reinserción de materiales valiosos para diferentes cadenas de valor hoy representa una solución colectiva y escalable a un problema socioambiental”.

En este sentido, queda claro que hoy las empresas tienen la gran oportunidad de asociarse con cooperativas para generar impacto positivo de manera concreta: “cuidar al planeta y a la sociedad a partir del desarrollo consciente de proveedores. Por ejemplo, cuando una empresa integra una cooperativa del Amazonas a su cadena de valor, está literalmente cuidando una población y un territorio a través de su negocio”, asegura Arias.

“Además, cuando las empresas trabajan con cooperativas, integran nuevas formas de gestión participativa y generan cadenas de valor más justas y responsables. Este tipo de alianzas no solo diversifica la mirada empresarial, sino que también potencia la innovación social y ambiental, generando un impacto positivo más amplio”, suma la directora ejecutiva de Sistema B Argentina.

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