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Bienestar

Los tres tipos de apoyo social que constituyen el mejor escudo contra el estrés

Un abrazo a tiempo, una charla con quien te entiende o el simple hecho de sentirte acompañado pueden cambiar cómo enfrentás la vida. Lo que parece un gesto cotidiano es, en realidad, un recurso poderoso que la ciencia ya comprobó.

En medio de una crisis personal o simplemente en un mal día, hablar con un buen amigo puede cambiarlo todo. Escuchar un “vos podés” o recibir un abrazo sincero aporta una fuerza inesperada para afrontar las dificultades. Lo que parece una experiencia cotidiana es, en realidad, un fenómeno respaldado por la ciencia: las conexiones sociales fortalecen la salud mental, aumentan la resiliencia y hasta influyen en la esperanza de vida.

Diversas investigaciones señalan que el apoyo social es uno de los pilares más importantes del bienestar psicológico. No se trata únicamente de tener compañía, sino de contar con personas confiables a las que recurrir en momentos de necesidad, ya sea para pedir un consejo, recibir ayuda práctica o simplemente compartir un rato de contención.

Por qué el apoyo social es vital

Los psicólogos subrayan que las redes de vínculos sólidos tienen un rol central a la hora de alcanzar objetivos, recuperarse de enfermedades o atravesar situaciones estresantes. De hecho, la falta de apoyo social se relaciona con mayores tasas de depresión, consumo problemático de alcohol, enfermedades cardiovasculares y hasta con un incremento del riesgo de suicidio.

El apoyo social puede presentarse de múltiples formas: emocional, práctico o informativo. (Foto: Adobe Stock).
El apoyo social puede presentarse de múltiples formas: emocional, práctico o informativo. (Foto: Adobe Stock).

Un estudio realizado en hombres de mediana edad durante siete años reveló un dato contundente: aquellos con un fuerte sostén emocional y social tenían menos probabilidades de morir que quienes carecían de estas relaciones. Este hallazgo ilustra cómo el entorno afectivo puede impactar incluso en la supervivencia.

En términos de salud pública, se observa que los países con mayores niveles de cohesión social muestran también mejores indicadores de bienestar y menores tasas de aislamiento, un factor reconocido como de alto riesgo para la salud mental.

Distintos tipos de apoyo que mejoran la vida

Los vínculos no ofrecen un único tipo de soporte. La literatura científica identifica al menos tres categorías de apoyo social:

  1. Emocional: implica dar un hombro para llorar, escuchar con empatía o brindar consuelo en situaciones de angustia.
  2. Instrumental: se relaciona con la ayuda práctica, como cocinar para alguien enfermo, llevarlo a una cita médica o colaborar con tareas cotidianas.
  3. Informativo: consiste en orientar, aconsejar o compartir conocimientos que ayuden a resolver un problema.

Cada persona de la red puede cumplir roles diferentes. Un profesor puede ser clave en el plano informativo, mientras que un amigo cercano puede combinar el apoyo emocional con la ayuda instrumental. Lo valioso es la diversidad de recursos que cada vínculo aporta, lo que aumenta las posibilidades de recibir el respaldo adecuado en el momento justo.

Beneficios comprobados en salud física y mental

Las relaciones sociales también influyen en los hábitos diarios. Formar parte de un grupo que valora la actividad física o la alimentación saludable puede ser un motor para adoptar conductas beneficiosas. Por el contrario, un entorno con prácticas de riesgo (como el consumo excesivo de alcohol o tabaco) puede arrastrar hacia decisiones poco saludables.

El apoyo social cumple además una función clave en la gestión del estrés crónico, que se asocia con una mayor vulnerabilidad a enfermedades cardíacas, debilitamiento del sistema inmune y trastornos de ansiedad. Sentirse acompañado reduce la percepción de amenaza y facilita la recuperación ante experiencias traumáticas, incluso frente a cuadros como el trastorno de estrés postraumático (TEPT).

En procesos de cambio, como dejar de fumar o bajar de peso, los vínculos cercanos funcionan como un sistema de motivación y seguimiento. La sensación de “no estar solo en esto” suele ser determinante para sostener el esfuerzo en el tiempo.

Cómo cultivar una red de apoyo saludable

No todas las personas cuentan con vínculos sólidos, pero la buena noticia es que el apoyo social puede fortalecerse y expandirse de manera activa. Algunas estrategias recomendadas por psicólogos y profesionales de la salud mental son:

  • Evaluar si se dispone de suficiente sostén emocional y buscar maneras de profundizar relaciones existentes.
  • Abrirse a nuevas experiencias sociales que favorezcan la integración (grupos de estudio, deportes, voluntariado, asociaciones culturales o religiosas).
  • Practicar la reciprocidad: brindar apoyo a otros también fortalece los propios lazos y genera mayor satisfacción personal.
  • Pedir ayuda profesional si cuesta hacer o mantener amistades. La terapia puede ser una herramienta clave para aprender a relacionarse de manera más sana.

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