A dos años del “compromiso” de Leandro de un boleto docente gratuito, cientos y cientos de trabajadores de la Educación deben arriesgar su vida a la buena de Dios para poder llegar a dar clases. El gobernador tampoco pagó la cláusula gatillo, los comedores casi no funcionan y el mantenimiento en las escuelas es prácticamente nulo…
Una postal que se repite con crudeza en el Chaco: a la intemperie la buena de Dios, cientos de docentes esperan en las banquinas de la ruta 16 y otros accesos, haciendo dedo para llegar a sus escuelas.
Es una realidad imposible de ocultar, está a la vista de todos y persiste ante el incumplimiento del gobernador Leandro Zdero, quien prometió en campaña allá por 2023 aplicar un boleto docente gratuito universal.
Lejos de concretarse lo que muchos entendieron como una obligación por parte del gobernador radical-libertario, las maestras deben arriesgarse diariamente, dependiendo de la solidaridad de extraños para cumplir con su trabajo y garantizar el derecho a la educación de niños y niñas.
La situación de fragilidad es especialmente grave en el interior, en localidades como Presidencia de Plaza, Machagai, Quitilipi y Sáenz Peña.
A este compromiso incumplido de Zdero se suman otras quitas salariales por parte de la administración provincial que llegó en diciembre de 2023: el no pago de la cláusula gatillo (ajuste por inflación), plus por conectividad y fondo estímulo; además de la paralización del mantenimiento de los establecimientos y la anulación de muchos comedores escolares para los estudiantes.
Este 11 de septiembre fue el Día del Maestro y las esperanzas del sector se renovaron a la expectativa de algún anuncio oficial, pero la realidad les cacheteó el rostro una vez más: nuevas promesas pasaron de largo.
Zdero solamente publicó en sus redes sociales un escueto saludo que tuvo record de comentarios negativos por parte de unos cada vez más angustiados docentes chaqueños.
Mientras ellos se exponen en la ruta, la respuesta del gobierno hasta el momento ha sido insuficiente, como la entrega de papelitos con códigos QR por parte de la policía, una medida considerada una burla a la lucha diaria por llegar a las aulas.