El Gobierno busca mantener el dólar controlado con el apretón monetario, mientras la actividad económica muestra señales de enfriamiento
La inflación en Argentina continúa mostrando un sendero descendente que sorprende a los analistas y refuerza las expectativas de estabilidad nominal de cara al calendario electoral. El último dato del Índice de Precios al Consumidor (IPC) arrojó una suba del 1,9% en julio, consolidando el tercer mes consecutivo por debajo del 2%.
El mercado interpreta que el apretón monetario y el control cambiario están jugando un rol clave en este proceso. La inflación interanual descendió a 36,6%, su nivel más bajo desde 2020, y acumula quince meses de baja ininterrumpida. Esta combinación de disciplina fiscal, contracción monetaria y estabilidad cambiaria reforzó la tendencia desinflacionaria sin sobresaltos significativos.
Para especialistas relevados por iProfesional, la dinámica responde a un cambio de régimen inflacionario iniciado en 2024, con fundamentos estructurales más sólidos que los observados en años anteriores. El nuevo esquema de anclas fiscales y monetarias permitió reducir el pass through de las devaluaciones y estabilizar expectativas en un escenario aún frágil.
No obstante, los analistas advierten que la sostenibilidad de este proceso depende de que se mantengan firmes las condiciones actuales. Con precios regulados rezagados, un nivel de actividad en descenso y la incertidumbre electoral en el horizonte, el mercado se pregunta si la desinflación logrará sostenerse más allá de octubre.
Una inflación en mínimos que sorprende al mercado
Desde GMA Capital destacaron que el índice de julio, en línea con lo esperado, permitió encadenar tres meses consecutivos por debajo del 2%. En el acumulado anual, los precios treparon 17,3%, el nivel más bajo para esta altura del año desde 2020. En la comparación interanual, la inflación se ubicó en 36,6%, lo que representa quince meses de desaceleración continua.
Este proceso fue posible a pesar de tensiones puntuales. El salto en el tipo de cambio oficial y la salida del esquema de LeFi introdujeron volatilidad en las tasas y en el mercado cambiario. Sin embargo, el traslado a precios fue contenido gracias a la política monetaria contractiva y a la estabilidad en el dólar paralelo.
La dinámica por categorías mostró cierta dispersión. Lo más relevante, sin embargo, fue el desempeño de la inflación núcleo, que registró apenas 1,5%, su nivel más bajo desde enero de 2018.
Para los especialistas, este dato confirma que la desinflación avanza con solidez. La clave estará en sostener la disciplina monetaria y fiscal en un contexto donde todavía persisten presiones latentes que podrían alterar la tendencia en los próximos meses.
El rol del apretón monetario y el dólar contenido
Los especialistas coinciden en que la política monetaria restrictiva viene siendo determinante en este proceso. El endurecimiento de la liquidez y las altas tasas de interés permitieron mantener a raya las expectativas inflacionarias. A su vez, la estabilidad cambiaria reforzó la confianza de los agentes económicos.
Desde Delphos remarcaron que el esquema actual consolidó un cambio de régimen. Mientras en el pasado los shocks cambiarios se trasladaban de manera inmediata a los precios, hoy ese impacto se encuentra más limitado gracias a las anclas fiscales y monetarias. En julio, incluso con un salto del 7,2% en el dólar oficial, la inflación se mantuvo por debajo del 2%, lo que muestra la efectividad del nuevo marco.
El equilibrio fiscal también juega un papel crucial. Desde principios de 2024, la eliminación del financiamiento monetario redujo drásticamente la transmisión de la devaluación a los precios internos. Este punto refuerza la idea de que el proceso de desinflación no responde únicamente a una base de comparación estadística, sino a medidas estructurales implementadas en los últimos meses.
Aun así, los analistas subrayan que la sostenibilidad del esquema dependerá de mantener la disciplina hasta las elecciones. Cualquier relajamiento fiscal o corrección abrupta en los precios regulados podría interrumpir la tendencia.
Riesgos latentes: precios regulados y rezagos cambiarios
GMA Capital advirtió que, aunque la desinflación muestra consistencia, persisten riesgos vinculados a los precios regulados y a los rezagos acumulados en algunos sectores. Los servicios públicos, en particular, continúan mostrando un atraso significativo respecto al resto de la economía. Si se aplicaran nuevos aumentos, podrían reintroducir presión inflacionaria.
El dólar también ocupa un lugar central en este escenario. Si bien se mantiene contenido en el corto plazo, los analistas señalan que aún se encuentra por debajo del nivel de equilibrio en relación con los precios internos. Este desajuste deja abierta la posibilidad de correcciones futuras que podrían trasladarse al índice general.
Desde Delphos remarcaron que el actual sendero desinflacionario se apoya en la estabilidad cambiaria. Por lo tanto, cualquier shock en el frente cambiario podría alterar la dinámica. En ese sentido, el escenario electoral agrega un componente adicional de incertidumbre, dado que el dólar sigue siendo el precio más sensible de la economía argentina.
En paralelo, la actividad económica ya muestra señales de freno. El apretón monetario limita la expansión del crédito y enfría el consumo, lo que también contribuye a la desinflación. Sin embargo, este costo en términos de nivel de actividad empieza a ser cada vez más visible en los indicadores.
El impacto del apretón monetario sobre la actividad
Eric Paniagua, CEO de Sadrac Venture Capital, señaló que el actual endurecimiento monetario vuelve factible un freno en la actividad durante los próximos meses. Si bien por ahora no se percibe un impacto inmediato, la prolongación de este esquema contractivo podría derivar en una caída más marcada en el nivel de actividad hacia adelante.
El especialista explicó que la transmisión de la política monetaria hacia la economía real es limitada debido a la escasa demanda de crédito productivo. Con un sistema financiero poco dinámico, las altas tasas no repercuten de forma directa en la inversión o el consumo. Sin embargo, advirtió que si la restricción persiste, los efectos se acumularán y el impacto será más notorio.
En el corto plazo, el mercado percibe un equilibrio: inflación controlada y actividad apenas resentida. Pero el mediano plazo plantea un dilema. El costo de sostener la desinflación puede ser una recesión más profunda si no se encuentra un balance adecuado entre disciplina monetaria y estímulo económico.
Paniagua destacó que, a medida que el crédito permanezca restringido, aumentan las chances de que la inflación ceda de manera más pronunciada. El problema es que esa desinflación puede venir acompañada de un mayor enfriamiento económico.
Una mirada estructural: inercia y expectativas de la inflación
Martín Rapetti, director ejecutivo de Equilibra, enfatizó que la inflación en Argentina mantiene una inercia fuerte, producto de la emisión monetaria pasada y de las expectativas devaluatorias. Para el economista, las políticas actuales contribuyen a estabilizar, pero no resuelven de manera definitiva el problema inflacionario.
Rapetti advirtió que el tipo de cambio es un ancla nominal relevante, pero frágil. Un desanclaje abrupto del dólar podría disparar nuevamente los precios. En diálogo con radio Splendid AM 990, insistió en la necesidad de generar confianza en los mercados para evitar movimientos bruscos que alimenten la inflación.
El economista también se mostró cauto respecto al nivel de actividad. La economía muestra signos de desaceleración, con caída en el consumo y en la inversión. Aunque existen oportunidades de reactivación a mediano plazo, Rapetti considera imprescindible un plan integral que incluya reformas estructurales, tanto en lo fiscal como en lo monetario, para lograr una estabilización duradera.
En ese sentido, los analistas coinciden en que el actual proceso de desinflación es consistente pero frágil. Su sostenibilidad dependerá no solo de mantener el apretón monetario y el dólar controlado, sino también de reforzar la credibilidad de la política económica.
Expectativas hacia las elecciones: cómo seguirá la inflación
De cara al calendario electoral, el consenso del mercado apunta a que la inflación mensual podría mantenerse entre 1,5% y 1,7% en el corto plazo. Algunos escenarios proyectan incluso una baja hacia 0,8% mensual a partir de 2026, siempre que las anclas fiscales y monetarias se mantengan firmes.
Los especialistas consideran que el Gobierno llegará a las elecciones con un frente inflacionario relativamente contenido, pero a costa de un freno mayor en la actividad económica. El desafío será sostener este delicado equilibrio sin que los ajustes pendientes en precios regulados o eventuales tensiones cambiarias desarmen la tendencia.
La clave, según coinciden los analistas, será evitar shocks que desanclen expectativas. Con la inflación interanual en mínimos de los últimos cinco años y el dólar contenido, el escenario inmediato luce más estable que en períodos anteriores. Pero la incertidumbre política sigue siendo un factor de riesgo.
En conclusión, el mercado apuesta a que la inflación seguirá cediendo hasta las elecciones, con chances de consolidar un proceso desinflacionario más duradero. Sin embargo, el costo inmediato será un enfriamiento cada vez más evidente en la economía real.
