El dato permite una estimación precisa del riesgo individual y podría guiar el abordaje de los médicos

El concepto de edad vascular —que mide el estado real de las arterias y su rigidez— busca abordar la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares.
Las arterias, de acuerdo con la Cleveland Clinic, son vasos sanguíneos esenciales que transportan sangre rica en oxígeno desde el corazón hacia todos los órganos y tejidos del cuerpo. Su función es vital: distribuyen oxígeno, nutrientes y hormonas, asegurando el correcto funcionamiento de cada célula.
En este contexto, la edad vascular emerge como un concepto clave. A diferencia de la edad cronológica, que solo indica los años vividos, la edad vascular refleja el estado real de las arterias y su capacidad para mantener la elasticidad y el flujo sanguíneo adecuado.

Este será uno de los temas abordados en el Congreso de Cardiometabolismo 2025 de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), que se celebrará el 13 y 14 de agosto en La Rural, Buenos Aires.
La rigidez arterial y la edad vascular se han consolidado como predictores más precisos del riesgo cardiovascular que la edad tradicional. Este enfoque, alineado con la medicina personalizada, permite estimar el riesgo individual de manera más exacta y orientar tanto las decisiones terapéuticas como los cambios de hábitos necesarios para prevenir enfermedades del corazón y los vasos sanguíneos.
La velocidad de onda de pulso (VOP) es una técnica no invasiva y accesible para evaluar la rigidez de las arterias principales. El procedimiento consiste en calcular la rapidez con la que una onda de presión recorre determinados tramos del sistema arterial; una mayor rigidez arterial implica una velocidad más alta. A partir de este resultado, se puede estimar la edad vascular y compararla con la edad cronológica, lo que proporciona información relevante sobre el estado del sistema cardiovascular.
El examen, de sencilla realización en el consultorio de un cardiólogo, utiliza un equipo similar al empleado para medir la presión arterial y requiere un tiempo similar.
El doctor Ezequiel Forte, presidente del Comité Científico del Congreso, precisó que “la rigidez arterial predice de forma independiente el riesgo cardiovascular, casi al mismo nivel que la presión arterial o el colesterol elevado”. Evaluar la edad vascular permite identificar a personas que, aun sin factores de riesgo clásicos, ya presentan daño arterial acumulado y pueden beneficiarse de medidas preventivas intensivas.

El doctor Guido Damianich, vicepresidente del Comité Científico y director del Consejo Argentino de Hipertensión Arterial de la SAC, subrayó que este concepto facilita la comunicación con los pacientes: “Cuando una persona de 45 años descubre que sus arterias tienen 60 o 65, entiende de inmediato que algo no está bien y se motiva más para cambiar hábitos”.
Factores que aceleran el envejecimiento vascular y consecuencias clínicas
Diversos factores pueden acelerar el envejecimiento vascular, entre ellos la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol y los triglicéridos elevados, la obesidad abdominal, el tabaquismo, el sedentarismo y una dieta rica en alimentos ultraprocesados. También influyen aspectos genéticos y adquiridos.
La rigidez arterial, como señalaron los especialistas, es consecuencia de estos factores de riesgo tradicionales, al igual que las placas de ateroma o el engrosamiento del músculo cardíaco. Lo novedoso es que la rigidez arterial es fácil de medir y se convierte en una herramienta útil para tomar decisiones terapéuticas y fomentar la conciencia sobre la importancia de modificar hábitos poco saludables.
Las consecuencias de una edad vascular elevada y de la rigidez arterial no se limitan a un mayor riesgo de infarto agudo de miocardio o accidente cerebrovascular. También se asocian con insuficiencia cardíaca, arritmias, deterioro cognitivo y enfermedad renal crónica.
Por su parte, el doctor Martín Lobo, presidente del Comité Organizador del Congreso, advirtió que “las personas con envejecimiento vascular acelerado tienden a presentar complicaciones cardiovasculares a edades más tempranas”. Por ello, recomendó intervenir de manera precoz, no solo con medicamentos, sino también con cambios en el estilo de vida, como la actividad física regular, una alimentación saludable, el manejo del estrés y el control de los factores de riesgo.

No todas las personas envejecen vascularmente al mismo ritmo. Algunos presentan un envejecimiento supernormal, con arterias más jóvenes que su edad real, lo que implica un menor riesgo cardiovascular. Este perfil puede deberse tanto a la genética como a la ausencia de factores de riesgo. En cambio, quienes tienen una edad vascular aumentada deben considerarse en riesgo, incluso si sus análisis tradicionales resultan normales.
El doctor Sergio Baratta, presidente electo de la SAC, afirmó que “incluir la edad vascular en la evaluación de riesgo clínico puede mejorar la prevención de eventos”, ya que se trata de una herramienta complementaria que podría redefinir a qué pacientes conviene tratar de manera más intensiva.
La evidencia científica respalda la importancia de la rigidez arterial como predictor de eventos cardiovasculares, tanto en cohortes clínicas como comunitarias.
Además, la reducción de la rigidez puede mejorar la salud arterial global. El Dr. Pablo Stutzbach, presidente de la SAC, remarcó que “la rigidez aórtica es un marcador de riesgo, pero también es un indicativo de actuar farmacológicamente sin dilaciones”. Si se logra reducir la rigidez arterial, disminuye el daño al corazón y a otros órganos vitales. Por ello, recomendó estrategias consensuadas con el paciente, que incluyan cambios de estilo de vida, adherencia a la medicación y controles médicos periódicos.
En cuanto a las estrategias terapéuticas, además del control de los factores de riesgo tradicionales, existen tratamientos que buscan reducir la rigidez arterial y mejorar la edad vascular. Entre ellos se encuentran ciertos antihipertensivos —como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), los antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA-II) y los bloqueadores de los canales de calcio—, así como fármacos hipolipemiantes como las estatinas, que mejoran la función endotelial y reducen el estrés oxidativo.

También se ha observado que algunos antidiabéticos, como la metformina o los inhibidores de SGLT2, pueden tener un efecto indirecto sobre la edad vascular al mejorar parámetros metabólicos relacionados con el envejecimiento arterial. El Dr. Forte subrayó que la farmacología es importante, pero no reemplaza la necesidad de un abordaje integral que combine medicamentos, cambios de estilo de vida y políticas públicas.
A nivel internacional, organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) han comenzado a promover el envejecimiento vascular saludable en sus agendas de salud. Entre las políticas recomendadas figuran la realización de chequeos cardiovasculares integrales desde edades tempranas, la incorporación de la medición de la edad vascular en la atención primaria y la capacitación de profesionales en nuevas herramientas diagnósticas.
En Argentina, la SAC impulsa protocolos para evaluar la rigidez arterial en centros de salud y campañas de detección precoz en la comunidad. El Dr. Damianich destacó que se están elaborando guías clínicas para que los equipos de atención primaria utilicen la edad vascular como herramienta preventiva.
La educación y la concientización del paciente ocupan un lugar central en esta estrategia. Se busca que las personas comprendan qué es la edad vascular, cómo se mide y qué acciones pueden tomar para mejorarla. El objetivo es aumentar la adherencia a los tratamientos y empoderar a la población para que asuma un rol activo en su salud cardiovascular.

En ese tono, el doctor Stutzbach indicó que “el paciente que entiende el porqué de una indicación es mucho más propenso a cumplirla” y que visualizar la posibilidad de reducir la edad vascular ofrece una meta tangible y motivadora, más allá de los resultados de laboratorio.
La medición de la edad vascular se perfila como una herramienta fundamental en la prevención cardiovascular, con el potencial de transformar la manera en que se evalúa y se cuida la salud arterial. Apostar por este enfoque preventivo representa una inversión con beneficios duraderos para pacientes y sistemas de salud.
Según Cleveland Clinic, existen dos tipos principales de arterias: las elásticas, ubicadas cerca del corazón y responsables de absorber la fuerza del pulso sanguíneo, y las musculares, que llevan la sangre a los tejidos periféricos. A diferencia de las venas, que devuelven la sangre desoxigenada al corazón y cuentan con válvulas para evitar el retroceso, las arterias poseen paredes musculares robustas capaces de soportar la alta presión generada por cada latido cardíaco.
