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Tecnología

Primeros errores en el hombre que tiene un chip en el cerebro implantado por Neuralink de Elon Musk

En enero de 2024, Noland Arbaugh se convirtió en el primer ser humano en recibir un implante cerebral de Neuralink, la empresa fundada por Elon Musk con el objetivo de permitir que personas con discapacidades físicas puedan controlar dispositivos electrónicos con el pensamiento.

Arbaugh, quien quedó paralizado del cuello hacia abajo tras un accidente, fue el elegido para probar esta tecnología experimental que prometía revolucionar la interacción entre el cerebro y las máquinas.

El dispositivo implantado consistía en 64 cables ultrafinos con 1024 electrodos, diseñados para registrar y decodificar las señales eléctricas del cerebro. Estas señales eran transmitidas de forma inalámbrica a una computadora, permitiendo que Arbaugh pudiera mover un cursor o interactuar con interfaces digitales únicamente con su mente.

Neuralink falla en su primerNeuralink falla en su primer paciente. (iprofesional.com)

Durante las primeras semanas, el experimento fue catalogado como un éxito: Arbaugh logró utilizar una computadora sin necesidad de dispositivos físicos, lo que representaba un avance histórico en el campo de las neurotecnologías.

Sin embargo, según confirmó recientemente la propia Neuralink, el experimento comenzó a presentar problemas poco tiempo después del implante. Aproximadamente un mes después de la operación, alrededor del 85% de los electrodos dejaron de funcionar correctamente.

Esto provocó una pérdida considerable en la precisión y capacidad de control del sistema, al punto de que Arbaugh dejó de poder utilizar la computadora de forma efectiva.

Neuralink. REUTERS/Dado Ruvic/Illustration/File PhotoNeuralink. REUTERS/Dado Ruvic/Illustration/File Photo

El fallo no estuvo en la parte electrónica del implante, sino en la interacción con el cuerpo humano. Según explicaron los expertos de la compañía, el tejido cerebral de Arbaugh no cicatrizó de la manera esperada, y este proceso biológico provocó movimientos en los cables implantados.

Estos desplazamientos, aunque pequeños, fueron suficientes para desconectar la mayoría de los electrodos, afectando gravemente la calidad de la señal cerebral recogida.

A pesar del revés, Arbaugh decidió continuar con el experimento. En declaraciones recogidas por medios especializados, expresó que no se arrepiente de haberse sometido a la intervención y que confía en que el aprendizaje obtenido servirá para mejorar futuras versiones del implante.

El primer paciente de NeuralinkEl primer paciente de Neuralink pierde el control del chip. REUTERS/Dado Ruvic

También reconoció que, según los términos del proyecto, el chip será retirado de su cabeza dentro de cinco años, momento en el cual perderá nuevamente la capacidad de comunicarse mediante esta tecnología.

Neuralink no ha detenido sus investigaciones y continúa trabajando en mejoras para futuras pruebas. De hecho, ya se ha anunciado que nuevos voluntarios podrían ser seleccionados próximamente para seguir probando versiones más avanzadas del implante, que buscarán corregir los problemas detectados en esta primera fase. Entre los cambios esperados están mejores materiales, técnicas menos invasivas y métodos para fijar los electrodos de forma más segura dentro del cráneo.

Este caso, aunque frustrante para algunos, ha sido interpretado por muchos científicos como un paso necesario en el camino hacia una neurotecnología funcional y segura. Desarrollar implantes cerebrales efectivos implica una comprensión profunda no solo de la electrónica y la informática, sino también de la biología y los procesos de curación del cuerpo humano.

Neuralink.Neuralink.

Por su parte, Elon Musk se ha mantenido optimista sobre el futuro del proyecto. En publicaciones recientes en redes sociales, aseguró que “los aprendizajes obtenidos en esta primera prueba serán fundamentales para la siguiente generación del chip Neuralink” y reiteró su visión de que en el futuro será posible tratar condiciones neurológicas complejas como el Parkinson, la parálisis y hasta la ceguera.

Aún así, el caso de Arbaugh sirve como recordatorio de que la interfaz entre el cerebro y las máquinas todavía está en una etapa muy temprana, con grandes desafíos técnicos y médicos por delante. El sueño de controlar computadoras con la mente sigue vivo, pero necesita más tiempo, investigación y pruebas para convertirse en una realidad para millones de personas.

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