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La búsqueda de consensos en la Iglesia por parte de León XIV limitará la apertura iniciada por Francisco

Los avances del papa argentino generaron tensiones en los sectores más conservadores, quienes esperan decisiones menos osadas del actual sumo pontífice.

En la calle, en los bares y hasta en la mismísima plaza de San Pedro, la gente sencilla nos preguntaba en estos días de cobertura periodística en Roma si León XIV seguirá los pasos de FranciscoEvidentemente, el estilo abierto, cercano y austero del extinto papa argentino cautivó a muchos, como se vio en sus multitudinarios funerales.

A la mayoría de la gente también le cayó bien que haya designado a mujeres en cargos importantes en el Vaticano, la apertura a las personas homosexuales y la posibilidad de que los católicos divorciados en nueva unión puedan comulgar, entre otras medidas de avanzada, si bien hubiesen querido que avanzarán todavía más.

Sin embargo, esos avances suscitaron muchas tensiones en los sectores más conservadores -y hasta en algunos moderados- porque consideraban que Francisco estaba forzando demasiado la doctrina y las normas eclesiásticas con tal de mostrar una Iglesia, como él decía a cada rato, que “recibe a todos, todos, todos”.

En las vísperas del cónclave que eligió a su sucesor se palpaba el anhelo mayoritario de los cardenales de optar por un candidato que siguiera el espíritu de Francisco, pero sin profundizar sus aperturas e incluso delimitar algunas de ellas en base a una más puntillosa observancia de los postulados.

La nueva era de León XIV.(AP Foto/Andrew Medichini)
La nueva era de León XIV.(AP Foto/Andrew Medichini)

La elección del cardenal Robert Prevost -surgida, finalmente, de un amplio consenso- se inscribió en ese propósito: continuidad en el perfil, pero con decisiones menos osadas y, eventualmente, algunos frenos en cuestiones determinadas. Dicho de otra manera: que sea un papado menos disruptivo.

¿Se comportará efectivamente así León XIV? No faltan observadores vaticanos que creen que Robert Prevost era el candidato de Francisco. O que, al menos, lo dejó bien posicionado. Lo conocía de sus tiempos de superior mundial de los agustinos cuando él todavía era arzobispo de Buenos Aires.

Primero lo nombró obispo de una diócesis pobre de Perú para que adquiriera experiencia religiosa en el terreno con los más carecientes. Luego lo llevó al Vaticano como prefecto de la Congregación para los Obispos -seleccionar los candidatos al episcopado- para que conozca el desempeño de la curia romana.

Incertidumbre en el Vaticano: ¿León XIV seguirá los pasos osados del papa Francisco) (Foto: AP)
Incertidumbre en el Vaticano: ¿León XIV seguirá los pasos osados del papa Francisco) (Foto: AP)

Evidentemente, Prevost le generaba mucha confianza, más allá de valorar su perfil cercano y con preocupación social, y, eventualmente, continuaría su legado si llegaba al papado, como cree el vaticanista inglés Austen Ivereigh, autor de la celebrada biografía de Francisco “El gran reformador”.

Desde que apareció en el balcón de la basílica de San Pedro, León XIV no ocultó su sintonía con Francisco. Ante todo, destacó el fervor con que la gente lo despidió: “Hemos visto la belleza y sentido la fuerza de la inmensa comunidad que con tanto afecto y devoción despidió y lloró a su pastor”.

En su primer discurso ante los cardenales destacó el documento con el que Francisco inició su papado, la exhortación apostólica “La alegría del Evangelio”, considerado programático, destacando “el regreso al primado de Cristo en el anuncio y la conversión misionera de toda la comunidad cristiana”.

También destacó de ese texto “el crecimiento en la colegialidad y en la sinodalidad; la atención al sensus fidei, especialmente en sus formas más propias e inclusivas, como la piedad popular, el cuidado amoroso de los débiles y descartados, y el diálogo valiente y confiado con el mundo contemporáneo en sus diferentes componentes y realidades”.

Las aperturas de Francisco que generaron controversia entre los conservadores. (Foto: AP / Riccardo De Luca)
Las aperturas de Francisco que generaron controversia entre los conservadores. (Foto: AP / Riccardo De Luca)

Ahora bien: ¿cuál será la traducción de todo esto en el nuevo pontificado? Si León XIV, como parece evidente, va a continuar con el espíritu de Francisco, cercano despojado, hay que preguntarse entonces acerca la actitud que adoptará ante cuestiones que tienen que ver más bien con las normas.

Seguramente no volverá atrás en la aceptación de la comunión a los divorciados en nueva unión, más allá de que un grupo de cardenales muy conservadores lo había acusado a Francisco con varias cartas en las que le decían, en buen romance, que la doctrina no lo permitía.

En cambio, probablemente frenará -cuando menos dejará caer en el olvido- la bendición a las parejas homosexuales, uno de los asuntos que había suscitado más controversia en la Iglesia. Por declaraciones del pasado, Prevost en este tema no parece ser tan concesivo.

¿Qué pasará con la posibilidad de que los católicos casados de avanzada edad y probada fe puedan acceder al sacerdocio en zonas del planeta de grande escasez de curas? ¿O sobre el acceso de las mujeres al diaconado femenino? ¿O la presencia de la mujer en altos cargos del Vaticano?

Francisco permitió que los dos primeros temas fueran puestos sobre la mesa durante su pontificado, pero no se avanzó acaso porque observó que no existía el consenso necesario y -más allá de que estuviese o no de acuerdo con ellos- consideró que podrían provocar un cisma.

Los que se oponen al acceso de hombres casados al sacerdocio dicen que es un camino hacia el celibato optativo, y los que se oponen al diaconado femenino argumentan que con ello las mujeres están ingresando al primer peldaño del clero, quedando a la vuelta del sacerdocio femenino.

Las fuentes vaticanas consultadas consideran que tampoco León XIV avanzará en estos temas, aún estando de acuerdo con ellos, salvo que exista un amplio consenso en la Iglesia en favor, cosa que hasta ahora no existe, como se verificó, dicen, en los últimos sínodos de obispos.

En cambio, de la mano de la gran preocupación social de León XIV, existe entre los observadores la extendida creencia de que el nuevo papa seguirá abogando con fuerza por los migrantes, aunque evitando un fuerte choque con Donald Trump por su política de deportación masiva de inmigrantes.

Y, por supuesto, seguirá la huella de Francisco con respecto a su preocupación por el deterioro del medioambiente, que lo convirtió en el primer papa en redactar una encíclica sobre esta problemática, en línea con la sensibilidad del santo del cual tomó su nombre: San Francisco de Asís.

Así las cosas, León XIV parece que privilegiará el consenso interno. Pero habrá que ver cómo lo compagina con una sociedad que quiere una Iglesia más abierta e inclusiva, comenzando por un papel más relevante de la mujer, más allá de que ocupe cargos cada vez más relevantes en el Vaticano.

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