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John Gotti, el mafioso condenado por 14 asesinatos cuya viuda terminó protagonizando un exitoso reality show

Sus andanzas comenzaron en la década de 1980 en Nueva York. Varias veces logró escapar de la Justicia sobornando jurados. Durante muchos años, siguió dirigiendo los “negocios” familiares desde la cárcel.

El Puño

Había mucha gente en la calle la tarde del 16 de diciembre de 1985, personas que salían de los edificios de oficina que hay a granel en la calle 46 Este, entre la Segunda y la Tercera Avenida, Nueva York. Muchos de esos edificios perenecían a las Naciones Unidas. Algunas personas deseaban volver lo más pronto a sus casas y otras entraban a las tiendas a comprar regalos para Navidad. En esa cuadra de la calle 46, ya era conocido entonces un restaurante especializado en carnes llamado Sparks, cuya clientela eran hombres de negocios y diplomáticos. Allí se dirigía Paul Castellano, el jefe de la familia mafiosa Gambino.

Lo sobresaliente de la escenografía eran unos hombres con largos sobretodos y gorros tipo cosaco que iban y venían a ambos lados de la calle sin dirigirse a ninguna parte. Un automóvil enorme marca Lincoln se detuvo frente al restaurante. Descendió el conductor, Tommy Bilotti, y el capomafia Castellano. De golpe, dos de aquellos hombres de gorro cosaco se acercaron y comenzaron a dispararles. Castellano recibió varios tiros en la cabeza y uno en el pecho. A Bilotti lo mataron cuatro balas en el cráneo y otras cuatro en el pecho. Uno de los tiradores se acercó a Castellano y le disparó otro tiro en la cabeza. Luego se esfumó como el otro atacante y los ocho que estaban en los alrededores para cubrirlos.

A los estampidos le siguieron los gritos y los peatones aterrorizados corrieron en todas direcciones. Pasaron algunos minutos cuando otro automóvil Lincoln con dos hombres a bordo pasó por Sparks para examinar los resultados. Eran John Gotti y Salvatore Gravano, alias “Sammy el Toro”. Gotti había preparado el golpe y al grupo asesino, al que llamó El Puño, que concretó el primer gran asesinato de la mafia desde que la ejecución del capo Albert Anastasia en 1957.

El joven John Gotti

El padre de John Gotti era un empedernido jugador que poca importancia le daba a su mujer y a sus 11 hijos. John nació en 1940 en el barrio de Bronx, en uno de los conventillos italianos de la zona sur. Luego la familia se mudó a Brooklyn.

Un joven Gotti en How to become a mob boss /  Netflix © 2023
Un joven Gotti en How to become a mob boss / Netflix © 2023

John empezó como muchos jóvenes, haciendo mandados para los gángsters, convirtiéndose en un joven matón con futuro. Dejó la escuela a los 16 años y ascendió al liderazgo de una pandilla callejera de ladrones llamada Fulton-Rockaway Boys, nombre de las dos calles de su barrio. Un par de estos muchachos de Fulton-Rockaway lo seguirían por el resto de su carrera como soldados leales. Uno era Angelo Ruggiero y el otro era Wilfred Willie Boy Johnson, un boxeador aficionado.

En 1962, cuando Gotti tenía 22 años, se casó con Vicky DiGorgio, cuyo temperamento coincidía con el suyo. Fue un matrimonio tumultuoso empañado por constantes peleas. Victoria les dejó claro a todos que no quería que John delinquiera, anduviera con mafiosos y que se pasara las horas fuera de casa bebiendo, apostando y saliendo con chicas.

Gotti era hombre de Carmine Fatico y a mediados de los sesenta se dedicaba a los secuestros extorsivos, hasta que lo atraparon junto con sus amigos, Angelo y Willie Boy, y lo mandaron a prisión en 1968. No le pudieron probar ningún secuestro y en 1972 salió libre. Desde entonces. comenzó a ascender en Cosa Nostra por dos razones, una fue que su jefe Fatico fue detenido y él se ocupó de sus “negocios” mientras estuviera en prisión; la otra fue haber conocido por entonces a Aniello (“Neil”) Dellacroce, el poderoso subjefe de la familia de Carlo Gambino.

El hijo mayor de Dellacroce era adicto a la cocaína y el viejo capo vio en Gotti un reflejo de lo que él mismo había sio en su juventud, es decir un tipo violento, machista, jugador, bebedor y mujeriego. John pasó directamente a hablar con Carlo Gambino y, además, tuvo la oportunidad de hacerle un favor personal que lo elevó aún más en la jerarquía de cosa nostra.

John Gotti, Gambino y Castellano

Resultó que en mayo de 1972, Emanuel “Manny” Gambino, de 30 años, sobrino de Carlo, hijo de su hermano menor, fue secuestrado y pidieron 350.000 dólares de rescate. Es decir, la mafia sufrió el mismo delito que estaba acostumbrada a cometer. Uno de los secuestradores había sido empleado de Emanuel en su negocio de apuestas. El rescate se pagó aunque fue menor (dijeron 100.000 dólares, luego 40.000); a pesar de ello, Emanuel fue asesinado y a su cadáver lo encontraron meses después. Cayeron dos de los secuestradores y del tercero, un tal James McBratney, se encargó Gotti. Junto con su amigo Angelo, vestidos como policías, lo ubicaron en un pub y frente a muchos testigos lo cosieron a balazos.

John Gotti durante uno de los juicios en su contra.
John Gotti durante uno de los juicios en su contra.

La gratitud de Carlo Gambino fue tal que designó al mejor abogado de su equipo legal, Roy Cohn, para que lo representara. Gotti recibió una pena menor por homicidio “involuntario”. Estaba aún en la prisión en 1976 cuando Gambino enfermó. Moribundo, designó a Paul Castellano como su sucesor. Nadie entendía la estrategia. Castellano era un hombre que no le caía bien a Gambino. Acaso pensó en un futuro con división de funciones, es decir Neil DellaCroce como subjefe a cargo de todas las actividades más violentas, como el secuestro, mientras Paul centraría los esfuerzos de la familia en las actividades más sofisticadas, como las extorsiones sindicales y la manipulación de licitaciones en proyectos de construcción.

El cisma no favoreció a la familia sino todo lo contrario. Paul Castellano buscó degradar a Gotti y menguar el poder de Dellacroce. Del otro lado, no veían más solución que eliminar a Castellano. Gotti se encargaría del ataque. Pensó muy bien a quién reclutaría porque si había la mínima filtración y Castellano se enteraba, el ejecutado sería Gotti.

Se acercó, entonces, a Sammy Gravano. Este era todo lo contrario de Gotti. Llevaba un matrimonio feliz con dos hijos. Se podría decir que era un hombre de familia. Su ascenso en la organización se debió a la protección de Salvatore Alvarello (Toddo Aurelio). “El Toro” era como su ahijado para Alvarello como Gotti lo era para Dellacroce. Gotti se vestía con trajes muy caros y corbatas de seda, mientras Sammy andaba con campera. Gotti era ruidoso y autoritario, despilfarraba. Sammy era callado, discreto, invertía en restaurantes y empresas de construcción. A Gotti, le encantaba la prensa y los titulares, decía que de esa manera, exponiéndose (pues todos sabían que era un gángster), estaba más protegido del FBI. La imagen que construyó fue la de un simpático pícaro.

Gotti envió a su amigo Angelo a hablar con “El Toro”. Era evidente, creía Gravano, que si había una guerra abierta en la familia, la rama que respondía a Castelllano, que lo incluía, perdería. El poder de fuego estaba con Gotti y si este prevalecía, la familia se uniría. Gravano se comprometió a tantear el clima con los hombres de Castellano. Cuando Frank DeCicco dio el visto bueno, Gotti apuró la formación del “grupo de operaciones” al que llamó “El Puño”. Castellano no era un jefe así nomás y por tanto debía avisar a las otras familias de Nueva York, Luchese, Bonanno y Colombo. Su pedido fue que “no hicieran nada si algo le pasaba a Paul”.

Un enemigo mortal

El único capo al que no llamaron fue al jefe de la familia Genovese, el excéntrico Vicente (“The Chin”) Gigante. ¿La razón? Era muy amigo de Paul Castellano, los dos de la vieja guardia. Gigante era un tipo que andaba en bata de baño y pantuflas por la calle, murmurando solo. El FBI lo fotografió muchas veces así. El creía que lo tomarían por loco o senil y no lo molestarían. Al enterarse del asesinato de Paul juró vengarse y Gotti se ganó un enemigo mortal.

La foto policial de una de las detenciones de Gotti.
La foto policial de una de las detenciones de Gotti.

Gigante buscó entre los hombres aún leales a Castellano. Daniel Marino y James Failla estaban dispuestos a apoyarlo. Contrató al mejor asesino de la familia Luchese, Anthony Casso. Con una bomba, debía hacer volar por los aires a Gotti y a su subjefe DeCicco. A Gigante, no le gustaba el método de la bomba en el auto, por eso encomendó a Casso que lo utilizara, para que no pensaran que él estaba detrás de la operación.

Sabía que sus enemigos irían a un restaurante con el coche de DeCicco. Cuando un hombre de Casso vio salir a DeCicco con un tipo de cabello gris dirigirse hacia su auto, creyó que eran los blancos y avisó. Gotti no estaba ahí (sino que iría al encuentro desde otro lugar). DeCicco murió por la explosión y su soldado quedó herido.

Gotti, enojadísimo, ordenó matar a Gigante y Gigante comenzó a organizar otro atentado contra Gotti. Esta vez, el FBI se enteró y le avisó a Gotti que estaba en peligro. La situación era explosiva y los dos podrían perder. Gigante y Gotti resolvieron seguir su pelea pacíficamente.

La embestida contra la mafia

Los vientos políticos se volvieron en contra de la mafia en la décadas de los ochenta. Ya desde hacía 10 años existía la llamada ley de Organizaciones Corruptas e Influenciadas por el Crimen Organizado, cuya sigla en inglés era RICO (Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act). Nadie la utilizaba hasta que el gobierno de Ronald Reagan decidió desempolvarla y comenzó a enjuiciar a personas que cometieron delitos que beneficiaron a grupos corruptos, o sea las familias mafiosas. Con RICO se empezó a hablar de “empresa criminal” o “crimen organizado”.

John Gotti, el mafioso condenado por 14 asesinatos cuya viuda terminó protagonizando un exitoso reality show

Además, la ley federal permitía volver a acusar a una persona ya condenada por un tribunal estatal. La razón era que la naturaleza empresaria del delito habían quedado impune.

La fiscal Diane Giacalone reunió los antecedentes de Gotti y lo acusó por la Ley RICO: los delitos que cometió en el pasado fueron en provecho de una asociación mafiosa. Su caso fracasaría y no por su culpa. Bruce Mouw, jefe del FBI, tenía una informante que era la amante de un hombre de Gotti. Esta mujer informó que Gotti sería absuelto: había sobornado a uno de los integrantes del jurado, justamente su presidente. El jefe del FBI se guardó esa información y Gotti fue absuelto. Si la fiscal lo hubiese sabido, habría pedido un cambio de jurado.

Finalizaba la década de los ochenta y el FBI decidió probar plantando micrófonos en el cuartel general del mafioso, el Club Social Ravenite, en la Pequeña Italia. Mil peripecias se vivieron con esta estrategia: que Gotti nunca hablaba de sus negocios; que usaba palabras en clave que no entendían. Nada de eso era real. Simplemente Gotti realizaba sus reuniones de negocios mafiosos en el piso superior, en un pequeño departamento que alquilaba una mujer de 78 años, madre de un viejo “soldado” de Cosa Nostra.

Mientras el FBI acumulaba cintas de grabación, John Gotti fue absuelto otras tres veces siempre echando mano del recurso de sobornar a los miembros del jurado. La prensa lo llamó “Don Teflón” porque nunca quedaba pegado. Era la figura pública favorita de los periódicos. Hasta apareció en la portada de la revista Time el 3 de marzo de 1989, emulando al paradigma clásico del mafioso, Al Capone, que fue retratado en esa portada el 24 de marzo de 1930.

La detención de Gotti

La fiscalía no cejaba en su empeño de atrapar a Gotti a pesar del FBI. Al fin, en noviembre de 1990 detuvieron a Gotti, a Frank Locascio, a Tommy Gambino y a Sammy “El Toro” Gravano. El capo estaba confiado porque a pesar de las escuchas en su contra, la fiscalía tenía partes de un rompecabezas. Hacía falta una confesión y los fiscales jugaron sus cartas. Le hicieron escuchar a Gravano numerosas grabaciones donde Gotti hablaba pestes de él a sus espaldas.

El esquema de funcionamiento de la mafia de Gotti / Netflix © 2023
El esquema de funcionamiento de la mafia de Gotti / Netflix © 2023

“El Toro” se enteró así que para Gotti él era un peligro; que desconfiaba de sus negocios y de esa habilidad para mezclar lo ilegal con lo legal; que creía que Gravano estaba formando un ejército paralelo para quedarse con todo; que lo hacía culpable de numerosas muertes, secuestros y extorsiones que en realidad había cometido Gotti

Después de diez meses en la cárcel, Gravano se puso en contacto discretamente con el gobierno. Quería hacer un trato y se convirtió en un testigo de la fiscalía muy cooperativo. La contraparte sería una pena de 5 a 10 años.

El juicio

El proceso empezó el 21 de enero de 1992. Los nombres de los integrantes del jurado se mantuvieron en secreto. La prensa mundial estuvo allí y comenzó retratando las manifestaciones de apoyo a Gotti. Afuera del tribunal, había carteles que decían: “Te amamos John” o “Gotti es el número uno”. También Holywood hizo lo suyo y fueron a presenciar las audiencias (después las cosas se complicarían para los acusados) los actores Mickey Rourke y Anthony Quinn.

Gotti, al inicio, parecía seguro e imperturbable, pero su carácter cambió con las pruebas, se volvió nervioso e iracundo. No pudo tener influencia en el jurado y a cada rato, frente a los testigos, por ejemplo, hacía comentarios insultantes. El juez Leo Glasser lo amenazó con sacarlo de la sala.

La muerte de John Gotti reflejada en los diarios de la época.
La muerte de John Gotti reflejada en los diarios de la época.

El 2 de abril de 1992, después de 14 horas, hubo un veredicto. El jurado dio por probados 14 asesinatos, e innumerable cantidad de hechos de evasión impositiva y extorsión. La condena fue prisión perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Fuera del tribunal, el grupo reunido, que llegó en micros alquilados, gritó: “Liberen a John Gotti”. Dentro del juzgado, sus partidarios se enfrentaron a los policías.

Sammy “El Toro” Gravano recibió 5 años de cárcel. Salió en 1995 y entró en el programa de protección de testigos. Sin embargo, pidió salir. Su mujer lo abandonó. Parecía que cumpliría su palabra de dedicarse a negocios legales, pero en 2000 lo detuvieron por tráfico de droga. Le dieron 20 años y por buena conducta salió en 2017. En los últimos años se convirtió en youtuber y ferviente partidario de Donald Trump.

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Gotti siguió dirigiendo la familia Gambino desde la cárcel a través de su hijo John Junior. La vida social en prisión era la de un hombre temido y respetado. Así fue durante los primeros años de condena, hasta que su hijo fue detenido por la Policía y confesó varios delitos de extorsión, juego ilegal y fraude. Fue sentenciado a seis años, y su caída fue también la de su padre.

Gotti fue perdiendo su salud y en 1998 le diagnosticaron cáncer de laringe. A pesar de haber sido sometido a dos operaciones, murió en el hospital penitenciario el 10 de junio de 2002. Fue recién con su muerte que su esposa, Victoria DiGiorgio, aceptó protagonizar con su familia un reality show sobre la vida glamorosa y despreocupada de la viuda de un mafioso. Un final adecuado para una historia prosaica.

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