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Bienestar

Cómo impacta psicológicamente el temporal trágico de Bahía Blanca

Las graves inundaciones no solo dejan pérdidas humanas y daños materiales. También conllevan un fuerte impacto emocional. Los expertos explican cómo afrontar las secuelas psicológicas y fortalecer la resiliencia comunitaria.

Las emergencias y los desastres naturales acompañan a la humanidad a lo largo de la historia, dejando a su paso no solo daños materiales, sino también profundas consecuencias emocionales en quienes los viven. El temporal trágico de Bahía Blanca es un ejemplo de cómo estos eventos impactan a nivel colectivo, despertando emociones tanto en quienes los sufren directamente como en quienes los observan desde la distancia.

El enfoque de atención suele centrarse en las pérdidas materiales y en la reconstrucción de lo destruido. Sin embargo, los efectos sobre la salud mental de las poblaciones afectadas son normalmente menos atendidos. Julia Vidal, psicóloga española experta en Salud Emocional y especialista en ansiedad, explica que en estas situaciones, las emociones aparecen en todas sus dimensiones, afectando tanto a quienes experimentan el desastre como a quienes lo ven desde afuera y se conmueven con las imágenes”.

El duelo en situaciones de emergencia

Las catástrofes no solo significan una crisis material, sino también un proceso de duelo. Se pierden hogares, pertenencias, recuerdos e incluso seres queridos. La doctora Vidal advierte que “estas pérdidas tienen un gran impacto emocional y es fundamental comprender y valorar la dimensión de estos duelos para poder brindar apoyo adecuado”.

Shock y negación se pueden experimentar en los primeros momentos tras una catástrofe. REUTERS/Juan Sebastian Lobos
Shock y negación se pueden experimentar en los primeros momentos tras una catástrofe. REUTERS/Juan Sebastian Lobos

A diferencia de lo que muchos pueden pensar, superar un desastre de esta magnitud no es cuestión de días. El tiempo es un factor clave en la recuperación emocional, ya que las personas deben procesar lo ocurrido, aceptar la nueva realidad y adaptarse a ella. No se trata solo de reconstruir lo que se perdió, sino también de darle un nuevo sentido a lo vivido.

El trauma y la psicología de la emergencia

Desde el campo de la Psicología de la Emergencia, el especialista Sergio Valero sostiene que no todos los eventos traumáticos generan efectos permanentes en quienes los viven. Cada persona reacciona de manera distinta, dependiendo de sus recursos emocionales, su contexto y su historia personal.

Según la psiquiatra y psicoanalista española Remedios Gutiérrez, las personas que enfrentan eventos de esta magnitud pueden desarrollar síntomas como ansiedad extrema, sensación de desorientación y miedo al futuro. Estas emociones, aunque normales, requieren ser gestionadas de manera adecuada para evitar consecuencias a largo plazo.

Un vecino camina por la calle inundada después de la tormenta en Bahía Blanca, el viernes 7 de marzo de 2025. (AP Foto/Juan Sebastián Lobos)
Un vecino camina por la calle inundada después de la tormenta en Bahía Blanca, el viernes 7 de marzo de 2025. (AP Foto/Juan Sebastián Lobos)

Además, el psicoanalista español Juan Martínez-Mena, del Centro de Estudios y Aplicación de Psicoanálisis (CEAP), advierte que las personas afectadas pueden desarrollar una visión distorsionada de la realidad, sintiéndose atrapadas en la angustia del evento. “Es importante ayudar a reconstruir la narrativa y encontrar un sentido a lo ocurrido para poder seguir adelante”, explica.

La resiliencia comunitaria y la importancia de la solidaridad organizada

Si bien las catástrofes generan caos y crisis, también pueden fortalecer la solidaridad y el apoyo comunitario. La psicología de la emergencia destaca que resaltar las capacidades de adaptación y resolución de problemas de la comunidad es fundamental para la recuperación. La solidaridad espontánea es un reflejo de la empatía social, pero para que sea efectiva, debe organizarse de manera adecuada.

En este sentido, las ONGs y organismos de ayuda humanitaria enfatizan que la colaboración debe ser planificada. Algunas recomendaciones incluyen:

  • Informarse sobre las necesidades reales antes de donar o asistir.
  • Coordinarse con organizaciones especializadas para no entorpecer el trabajo en el terreno.
  • Brindar apoyo sostenido en el tiempo, ya que los efectos de la catástrofe persisten mucho después de que los medios dejen de cubrir el evento.

Tal como señala el investigador Perren-Klingler (2003), la clave para superar el impacto emocional de las catástrofes está en la expresión de solidaridad y ayuda recíproca, lo que permite restablecer la estabilidad emocional y reconstruir un sentido de normalidad.

Un desafío más allá de lo visible

Las inundaciones en Bahía Blanca, como tantos otros desastres naturales, dejan una huella imborrable en las comunidades afectadas. Más allá de las pérdidas materiales, es esencial considerar el impacto psicológico y brindar espacios de apoyo para la reconstrucción emocional.

Las emergencias no terminan cuando baja el agua o se despejan los escombros. El verdadero desafío es recuperar la estabilidad emocional y social de las personas, algo que solo puede lograrse con tiempo, contención y un enfoque integral que incluye tanto el material de reconstrucción como el cuidado de la salud mental.

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