Según un artículo de Forbes escrito por Rebecca Deurlein, periodista especializada en viajes y bienestar personal, pequeños gestos de amabilidad pueden transformar la experiencia aérea, previniendo malentendidos y mejorando la interacción entre los pasajeros
Viajar en avión es una experiencia común para millones de personas, pero compartir un espacio tan limitado con otras puede generar incomodidad y, en ocasiones, tensiones entre los pasajeros. Desde el momento en que se abren las puertas del avión hasta que se aterriza en el destino, mantener una convivencia respetuosa resulta fundamental para asegurar que el vuelo sea lo más cómodo posible para todos.
Sin embargo, existen muchas reglas no escritas que, aunque no figuran en los manuales de vuelo, son esenciales para evitar malentendidos o conflictos.
La proximidad física, la falta de espacio y las diversas necesidades personales hacen de los vuelos una situación en la que pequeños gestos de consideración pueden marcar la diferencia entre un viaje placentero y uno lleno de molestias. Reclinar el asiento, el uso de los baños, la ubicación de los brazos, las interrupciones para moverse o incluso el manejo de la persiana de la ventana, son solo algunos de los aspectos en los que las reglas no escritas juegan un papel importante.
Reclinar el asiento: ¿sí o no?
Uno de los temas más debatidos en los aviones es el derecho de reclinar el asiento. Aunque desde una perspectiva técnica, todos los pasajeros tienen derecho a ajustar su asiento hacia atrás, la cuestión se complica cuando esto afecta la comodidad del pasajero que se encuentra detrás.
Según Rebecca Deurlein, periodista especializada en bienestar y viajes, es importante tener en cuenta ciertos factores antes de tomar la decisión de reclinarse, como si la persona detrás está usando la mesa plegable o si está trabajando en su computadora portátil. Reclinarse de forma brusca y sin previo aviso puede causar molestias, especialmente si la persona de atrás está en medio de una actividad como comer o escribir.
Deurlein sugiere que si se decide reclinarse, lo mejor es hacerlo lentamente y en pequeños incrementos. También se recomienda observar a la persona de atrás antes de realizar cualquier ajuste. En vuelos largos, donde los auxiliares de vuelo apagan las luces para que los pasajeros duerman, se entiende que es el momento adecuado para reclinarse, pero siempre de manera cuidadosa.
El espacio de los apoyabrazos: compartir es cuidar
Cuando se trata de los apoyabrazos, especialmente en los asientos del medio, la regla indica que los pasajeros deben ser conscientes de la distribución del espacio. Si bien cada persona tiene derecho a usar los apoyabrazos de su asiento, es recomendable compartirlos de manera equitativa con los demás ocupantes del asiento. Es un gesto simple, pero que contribuye al bienestar general de todos los pasajeros, evitando que alguno se sienta invadido.
En cuanto a las piernas, Deurlein también enfatizó sobre la importancia de mantenerlas dentro de los límites del asiento para no invadir el espacio de los pasajeros de al lado. Esto es particularmente relevante en los asientos del medio, donde el espacio ya es limitado y cualquier extensión puede generar incomodidad.
El asiento de la ventana: control sobre la persiana, pero con responsabilidad
El pasajero que se ubica en el asiento de la ventana disfruta de una pequeña ventaja al ser quien decide si abrir o cerrar la persiana. Sin embargo, esta decisión debe tomarse con consideración hacia los demás. Si el sol está cegando a los pasajeros cercanos o si se trata de un vuelo nocturno, bajar la persiana puede ser una muestra de cortesía.
Del mismo modo, en vuelos de larga distancia, cuando algunos pasajeros intentan dormir para adaptarse al nuevo huso horario, el manejo adecuado de la luz natural puede ser esencial para evitar molestias.
Otro aspecto importante es aprovechar el espacio junto a la ventana. Recostarse sobre el panel interior del avión o ajustarse de manera que no invada el espacio de los demás puede ser una forma de facilitar el descanso sin perturbar a los otros pasajeros.
El uso del baño: respeto por los momentos inapropiados
El baño es otro de los temas delicados en los vuelos. Aunque es una necesidad básica, el momento en el que se decide ir al baño puede tener un gran impacto en la comodidad de los demás pasajeros. Deurlein recomendó utilizar el baño antes del embarque y evitar pedir levantarse cuando los demás pasajeros están comiendo o disfrutando de su bebida. Aprovechar las oportunidades en las que otros se levantan puede ser una forma de minimizar las interrupciones.
Además, el pasajero del asiento del pasillo, al tener más libertad de movimiento, debe estar dispuesto a ceder el paso a los demás cuando sea necesario. Aunque es más fácil para él levantarse y moverse, la cortesía hacia los demás pasajeros siempre debe prevalecer.
El asiento del pasillo: una zona de transición constante
El asiento del pasillo, como su nombre indica, tiene acceso directo al pasillo, lo que otorga cierta flexibilidad para levantarse y moverse durante el vuelo. Sin embargo, quienes ocupan estos asientos deben tener cuidado de no invadir el espacio del pasillo con las piernas, ya que esto puede generar un riesgo de tropiezo para los demás pasajeros.
Otro aspecto importante para quienes ocupan estos asientos es la organización de los artículos personales. El espacio para almacenar objetos personales debajo del asiento suele ser más limitado, por lo que es necesario asegurarse de que todo lo que se lleva en la cabina se acomode de manera eficiente.
