Si bien hay factores de riesgo que no se pueden modificar, existen cambios clave en el estilo de vida a edades tempranas que reducen las probabilidades de padecer esta enfermedad y otras demencias. Cómo los jóvenes deben proteger su cerebro, según los expertos
La demencia es un término general que describe un grupo de síntomas que afectan la memoria, el pensamiento y las habilidades sociales lo suficiente como para interferir con la vida diaria. En la actualidad, el número de personas que viven con demencia está aumentando de forma vertiginosa, impulsado por el crecimiento de la población y la mayor esperanza de vida.
Hoy, más de 55 millones de personas que transitan esta enfermedad en el mundo y se estima que 153 millones vivirán con demencia en 2050, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por lo tanto, trabajar en la prevención en los adultos jóvenes es clave ante este panorama tan amenazador para la salud pública.
El estudio “Salud cerebral de próxima generación: transformar la investigación global y la salud pública para promover la prevención de la demencia y reducir su riesgo en poblaciones de adultos jóvenes”, publicado en The Lancet Healthy Longevity, subraya que muchos factores de riesgo de demencia (como pérdida de audición, hipertensión y hábitos de vida poco saludables) ya se presentan entre los adultos jóvenes, por lo tanto, trabajar en la prevención es una oportunidad única para una intervención temprana.
El estudio, dirigido por el equipo Next Generation Brain Health, reunió a expertos de 15 países para explorar estrategias de promoción de la salud cerebral en la juventud. “La adultez temprana representa una ventana de oportunidad para la intervención que podría reducir significativamente el riesgo de demencia en etapas posteriores de la vida”, afirmó la autora principal, la doctora Francesca Farina. “Para garantizar mejores resultados, los adultos jóvenes deben ser incluidos como socios clave en los esfuerzos de investigación, educación y formulación de políticas”, señaló la experta.
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La doctora Lucía Crivelli, jefa de neuropsicología en Fleni, explicó a Infobae que los cambios en el estilo de vida pueden desempeñar un papel fundamental en la prevención. “Estudios recientes han demostrado que intervenciones multidominio que incluyen una dieta saludable, ejercicio regular, ejercicios cognitivos, control de los factores de riesgo cardiovasculares e interacción social, pueden reducir significativamente los síntomas y ralentizar la progresión de estas enfermedades”, afirmó la experta.
¿Por qué es importante proteger el cerebro desde jóvenes? Porque el Alzheimer no aparece de forma repentina. Por el contrario, es una enfermedad progresiva que se desarrolla y empeora gradualmente a lo largo de muchos años.
Las investigaciones han demostrado que los cambios cerebrales relacionados con el Alzheimer (placas amiloides y ovillos tau) comienzan a formarse al menos una década antes de que aparezcan problemas de memoria o pensamiento. Esta etapa, llamada Alzheimer preclínico, es cuando los cambios cerebrales ocurren antes de que aparezcan los síntomas de demencia.
La buena noticia es que según el último informe de la Comisión Lancet de 2024 hasta el 45 por ciento de los casos de demencia en todo el mundo (es decir, casi la mitad) se pueden prevenir abordando los factores de riesgo y haciendo cambios en el estilo de vida.
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Y cuanto antes, mejor. “Promover la salud cerebral debería ser una tarea que dure toda la vida: nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para pensar en lo que podemos hacer para reducir nuestro riesgo de padecer Alzheimer y demencia”, afirmó a Wellandgood la doctora Claire Sexton, neurocientífica del Global Brain Health Institute y directora sénior de programas científicos y divulgación de la Alzheimer’s Association.
Factores de riesgo en los adultos jóvenes
Según el estudio de Salud Cerebral de próxima generación, estos son los factores de riesgo de demencia reconocidos en la edad adulta joven:
- Bajo nivel de educación. Las mujeres jóvenes y las comunidades minoritarias siguen enfrentándose a barreras que les impiden participar en la universidad y acceder a una educación de alta calidad.
- Pérdida de audición. Se estima que mil millones de adultos jóvenes en todo el mundo corren el riesgo de sufrir pérdida auditiva debido a la exposición a ruidos fuertes y prácticas de escucha inseguras.
- Lesión cerebral traumática. Los adultos jóvenes corren más riesgo de sufrir una lesión cerebral traumática debido a la práctica de deportes y la violencia de pareja. Las mujeres jóvenes enfrentan el mayor riesgo en este último caso.
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- Hipertensión. Se estima que afecta a uno de cada ocho adultos jóvenes a nivel mundial y a uno de cada tres jóvenes afroamericanos. Las investigaciones demuestran que lo que es bueno para el corazón es bueno para el cerebro. En otras palabras, prevenir la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares reducirán el riesgo de padecer demencia.
- Consumo excesivo de alcohol. Se estima que el 40% de los adultos jóvenes en todo el mundo beben alcohol. Los bebedores adultos jóvenes, en particular los hombres, tienen más probabilidades de presentar conductas problemáticas con la bebida que otros grupos de edad.
- Obesidad. Se estima que casi uno de cada cuatro adultos jóvenes en todo el mundo vive con obesidad. El sobrepeso en la adultez temprana aumenta el riesgo de obesidad en la mediana edad.
- Fumar. Las estimaciones mundiales de prevalencia del tabaquismo son mayores en hombres jóvenes que en mujeres jóvenes (20% frente a 5%). El uso de cigarrillos electrónicos (vapeo) es alto y está aumentando entre los adultos jóvenes y podría predecir el inicio del tabaquismo en etapas posteriores de la vida.
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- Depresión. La prevalencia de depresión en adultos jóvenes está aumentando en muchos países, particularmente entre las mujeres. Tener un problema de salud mental en la edad adulta joven aumenta el riesgo de tener problemas de salud mental en etapas posteriores de la vida.
- Aislamiento social. Los adultos jóvenes corren un alto riesgo de aislamiento social; hasta uno de cada cinco adultos jóvenes podría estar socialmente aislado. Los adultos jóvenes están creciendo en una era de saturación de redes sociales, lo que afecta la forma en que interactúan y forman relaciones.
- Inactividad física. Los adultos jóvenes podrían ser más propensos a la inactividad debido al aumento de los comportamientos sedentarios y la omnipresencia de las pantallas y los dispositivos de entretenimiento.
- Diabetes. Se estima que el 4% de los adultos jóvenes tienen diabetes tipo 2 y la prevalencia de esta afección está aumentando en esta población. Se estima que aproximadamente uno de cada cuatro adultos jóvenes tiene prediabetes, un factor de riesgo para la diabetes y la enfermedad cardiovascular. La diabetes de aparición temprana se asocia con un curso más rápido de la enfermedad y un mayor riesgo de complicaciones crónicas.
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- Contaminación. La exposición a la contaminación del aire está relacionada con malos resultados cognitivos en adultos jóvenes.
- Pérdida de visión. La retinopatía diabética y las cataratas son fuentes comunes de pérdida de visión prevenible en adultos jóvenes. La prevalencia mundial estimada de cataratas es del 3% en adultos jóvenes.
- Colesterol LDL. El colesterol LDL acumulado desde la edad adulta temprana está relacionado con una mala cognición y un mayor riesgo cardiovascular. Las tasas de detección de las concentraciones de colesterol LDL entre adultos jóvenes son particularmente bajas.
Cómo prevenir el Alzheimer desde jóvenes
Los investigadores proponen estrategias de tres tipos para la prevención de la demencia en las juventud: a nivel individual, comunitario y nacional.
A nivel individual proponen las siguientes recomendaciones:
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1. Reducir las tasas de prehipertensión e hipertensión mediante modificaciones del estilo de vida. Recibir controles regulares de presión arterial alta por parte de profesionales de la salud.
2. Reducir el consumo de alcohol. Garantizar la comprensión del uso seguro del alcohol.
3. Practicar hábitos seguros de escucha para prevenir la pérdida auditiva (por ejemplo, aplicar límites en el control del volumen al escuchar audio, usar protección para los oídos, como tapones o protectores auditivos, en entornos ruidosos).
Según explicó a Infobae en una nota reciente el doctor Ricardo Allegri (MN 63538), jefe de Neurología Cognitiva, Neuropsiquiatría y Neuropsicología de Fleni: “Los metaanálisis demostraron que mejorando la audición se retrasa el inicio de la demencia. La pérdida auditiva determina un aislamiento social, y este influye negativamente sobre el paciente. Esta pérdida y también la visual son dos factores a tener muy en consideración, dado que en la mayoría de los casos pueden compensarse”, afirmó el experto.
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4. Proteger la cabeza de lesiones cerebrales traumáticas. Usar un casco u otro equipo de seguridad cuando sea necesario y cumplir con los requisitos legales o de seguridad en el lugar de trabajo. La Asociación de Alzheimer de Estados Unidos recomienda el uso del cinturón de seguridad, de casco al practicar deportes o andar en bicicleta y evitar caídas en el hogar minimizando el desorden, las alfombras sueltas y la mala iluminación.
5. Aumentar el nivel de educación. Promover y apoyar cumplir con la educación secundaria entre jóvenes adultos en redes sociales y familiares. Varios estudios han demostrado que cuanto más tiempo se pasa estudiando, menor es el riesgo de padecer demencia.
6. Reducir las tasas de obesidad mediante intervenciones en el estilo de vida. Una alimentación basada en la dieta MIND, que combina la dieta DASH y la mediterránea, se ha asociado con un menor riesgo de desarrollar Alzheimer y con una desaceleración del deterioro cognitivo. “Estas dietas son ricas en frutas, verduras, granos integrales y pescado, y bajas en grasas saturadas, azúcares refinados y carnes rojas. Los estudios indican que los nutrientes presentes en estos alimentos tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes que protegen el cerebro”, destacó la doctora Crivelli.
7. Evitar el hábito de fumar y apoyar el abandono del hábito, incluidas las intervenciones para dejar de vapear.
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8. Tratar la depresión. Buscar apoyo terapéutico y social para la depresión puede ayudar a reducir el riesgo de deterioro cognitivo en el futuro.
9. Combatir el aislamiento social. “Participar en grupos de apoyo y mantener una vida social activa puede mejorar el estado de ánimo y la función cognitiva, proporcionando un sentido de pertenencia y reduciendo la soledad y la depresión, factores que pueden acelerar el declive cognitivo”, indicó la doctora Crivelli.
10. Promover hábitos de ejercicio seguros a través de intervenciones en el estilo de vida.
11. Reducir las tasas de prediabetes y diabetes mediante modificaciones del estilo de vida.
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12. Evitar la contaminación. Restringir la actividad física al aire libre durante períodos de exposición a una elevada contaminación del aire. Mejorar la calidad del aire interior (por ejemplo, la ventilación y la eliminación de contaminantes del aire interior) en entornos domésticos
13. Consultar al oftalmólogo. Hacer chequeos y usar gafas protectoras (por ejemplo, anteojos o protectores oculares).
14. Controlar el colesterol LDL. Reducir las concentraciones de colesterol LDL, el llamado “malo” mediante modificaciones del estilo de vida. Asistir a exámenes de detección de colesterol realizados por profesionales de la salud.
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