Excavaciones en Dijon sacan a la luz 13 tumbas del período celta con cuerpos acomodados de manera poco común, lo que sugiere un ritual funerario desconocido, según informó National Geographic
Un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas (INRAP) realizó un sorprendente descubrimiento en la ciudad francesa de Dijon: trece tumbas de la segunda etapa de la Edad del Hierro donde los cuerpos fueron enterrados en posición sedente, con las piernas flexionadas y las manos junto a la pelvis.
Este hallazgo, realizado en el jardín del antiguo convento de los Cordeliers durante las obras de reacondicionamiento de una escuela, según National Geographic, despierta numerosos interrogantes sobre los rituales funerarios de los galos y su posible significado social y simbólico.
La excavación reveló además vestigios de una necrópolis infantil galorromana del siglo I y evidencias de actividades agrícolas y comerciales posteriores. La revista destaca la transformación del sitio a lo largo de los siglos.
Un cementerio galo con prácticas funerarias poco comunes
Los entierros descubiertos por el equipo del INRAP presentan una disposición inusual para la época. Mientras que en la mayoría de los enterramientos de la Edad del Hierro los cuerpos aparecen en posición horizontal, en Dijon los difuntos fueron depositados en fosas circulares y orientados hacia el oeste, con una postura que recuerda a los rituales funerarios documentados en periodos anteriores, como el Mesolítico.
Según el análisis preliminar, estos individuos no fueron enterrados con ajuares funerarios, con la única excepción de un brazalete de roca negra, fechado entre los años 300 y 200 a.C.
La escasez de objetos personales en las tumbas sugiere que estas inhumaciones respondían a un criterio selectivo y posiblemente reservado a un grupo particular dentro de la comunidad gala. La incógnita que surge es si esta práctica funeraria reflejaba un estatus especial o si estaba vinculada a creencias religiosas específicas.
La necrópolis infantil galorromana del siglo I
Además de los enterramientos galos, la excavación sacó a la luz una necrópolis del periodo galorromano en la que se hallaron los restos de al menos veinte niños fallecidos antes de cumplir un año.
Estos pequeños fueron enterrados horizontalmente en ataúdes de madera, cuya presencia fue confirmada por los clavos y encofrados de piedra hallados en las sepulturas.
A diferencia de las tumbas galas, algunas de estas sepulturas infantiles contenían monedas y piezas de cerámica, elementos que formaban parte del ajuar funerario. Estos objetos, según National Geographic, podrían estar relacionados con creencias en la vida después de la muerte o con prácticas rituales para facilitar el tránsito de los niños fallecidos hacia el más allá.
Evidencias de actividad agrícola en época romana
El yacimiento también reveló signos de un uso agrícola posterior. En la parte oriental del sitio, los arqueólogos del INRAP identificaron fosas de plantación dispuestas en filas paralelas con prolongaciones en forma de “V”.
Este tipo de estructuras, detalla National Geographic, es característico de los cultivos planificados en época romana, lo que sugiere que el área fue utilizada para la producción agrícola, posiblemente para el cultivo de la vid.
Lo más significativo es que algunas de estas fosas cubrían parte de la necrópolis infantil, lo que indica que la función funeraria del sitio había sido abandonada antes de su conversión en área de cultivo. Este fenómeno de reutilización de espacios no es raro en la arqueología, pero demuestra cómo las sociedades antiguas aprovechaban los terrenos según sus necesidades.
El sitio como centro de actividades comerciales y urbanas
entre los siglos XVI y XVII, la zona cambió nuevamente su función. En una capa de alcantarillado de esta época se encontraron numerosos fragmentos de cráneos de bovinos, lo que sugiere que en este lugar se llevaron a cabo actividades de carnicería o procesamiento de carne a gran escala.
Ya en el siglo XIX, el medio destaca que la construcción de una escuela en el mismo terreno destruyó parte de las estructuras previas, aunque permitió la exposición de algunas edificaciones contemporáneas.
Un espacio en constante transformación
El caso del cementerio galo de Dijon es un ejemplo de cómo un mismo espacio puede cumplir múltiples funciones a lo largo de los siglos.
Desde su origen como cementerio de la Edad del Hierro, pasando por su transformación en necrópolis infantil, área agrícola y posible centro comercial, hasta su ocupación por edificaciones modernas. Según National Geographic este sitio refleja la evolución de las sociedades que lo utilizaron.
El hallazgo de los enterramientos en posición sedente continúa siendo el aspecto más enigmático de la excavación. La revista asegura que, la arqueología aún debe descifrar el significado de esta práctica, que podría arrojar luz sobre las creencias y estructuras sociales de los galos en la Edad del Hierro.