El autor del penal más gritado en la historia del fútbol argentino es uno de los líderes del vestuario “millonario”. La metamorfosis
Callado, silencioso, luchador, respetuoso de los caciques que mandaban en el vestuario. Así era Gonzalo Montiel cuando el 30 de abril de 2016 debutó en Primera División al reemplazar a Pablo Carreras en el entretiempo de un partido que River igualó sin goles frente a Vélez, en el Monumental. Casi nueve años después, y luego de poco menos de cuatro temporadas en el fútbol europeo, Montiel regresó al club de sus amores tras una metamorfosis muy marcada: el perfil bajo es el mismo de siempre, pero volvió campeón del mundo; adorado por todos los argentinos por haber anotado en la final del Mundial de Qatar, ante Francia, el penal más celebrado de la historia; y también como uno de los principales referentes del plantel millonario.
Aquel penal en el estadio Lusail, luego del infartante 3 a 3 entre Argentina y Francia del 18 de diciembre de 2022, le cambió la vida en todo sentido a Montiel. En señal de agradecimiento por su decisiva participación en el tercer título mundial de la Argentina, hasta muchos hinchas de Boca dicen estar dispuestos a aplaudirlo en un Superclásico por más que vista la camiseta de River. Ni hablar de los simpatizantes del resto de los equipos argentinos. Todos somos Montiel, de manera literal y para siempre.
Después de su estreno en Primera, tuvo que esperar tres meses para jugar su primer partido como titular: el 7 de agosto de 2016 en una victoria por 2 a 1 ante Sportivo Estudiantes de San Luis, por la Copa Argentina, en Salta. Por entonces, Marcelo Gallardo ya sabía que estaba ante un futbolista con una mentalidad ganadora muy marcada.
De pibe, para ir a entrenarse se tomaba dos colectivos y tardaba más de dos horas desde su Virrey del Pino natal, en el partido bonaerense de La Matanza, hasta el estadio Monumental. En un momento le pidió a su familia que lo dejara mudarse a la pensión riverplatense por el enorme desgaste que significaban tantos viajes todos los días. El destino parece haber querido compensar aquellos esfuerzos que Gonzalo hizo de chico. Ya como integrante del plantel profesional de River, en 2017 estuvo a punto de ser cedido a préstamo a Huracán para sumar minutos, como ocurrió en su momento con Enzo Fernández y Defensa y Justicia, o ahora con Tomás Nasif y Banfield. Pero el paraguayo Jorge Moreira debió ser operado por una lesión en el tendón rotuliano de la rodilla derecha y desde entonces se ganó el puesto a fuerza de buenas actuaciones.
Su juego fue de menor a mayor. Por lo pronto, Gallardo lo reconvirtió en lateral derecho ya que en la Reserva jugaba de primer marcador central. Y tuvo que mejorar en varios aspectos, especialmente en la toma de decisiones al finalizar las proyecciones al ataque y en la justeza para enviar los centros desde el fondo. El Muñeco lo hizo realizar horas extras de entrenamiento para pulir esas cuestiones y los resultados se fueron viendo con el correr de los partidos, a fuego lento pero seguro.
Se afianzó como el “4″ titular de River, más allá de que usaba la camiseta número 29. Y ganó nueve títulos con la camiseta de la banda roja, entre ellos la Copa Libertadores 2018 frente a Boca que lo transformó en uno de los héroes de Madrid.
Sus buenas actuaciones con la camiseta millonaria le permitieron pegar el salto al seleccionado argentino, convocado por Lionel Scaloni. Su debut fue la contracara de lo que le depararía el futuro: una caída por 3 a 1 ante Venezuela, el 22 de marzo de 2019, en esa Madrid que tantos buenos recuerdos le traía desde su condición de fanático riverplatense. Al igual que en River, la tuvo que remar junto a sus compañeros de la Selección: salieron terceros en la Copa América de Brasil 2019 y dos años después comenzó a codearse con la gloria también vestido de celeste y blanco.
Primero ganaron la Copa América de Brasil 2021, nada menos que ante los locales y en el Maracaná, la que terminó con la larguísima racha de 28 años sin títulos a nivel mayores. Luego obtuvieron la Finalíssima frente a Italia, el 1 de junio de 2022 en Londres. Alcanzaron el olimpo futbolero con el Mundial de Qatar y en 2024 dieron otra vuelta olímpica como bicampeones de América, en Estados Unidos.
En el fútbol europeo no le fue tan bien como en River y en la Selección. En agosto de 2021, River lo vendió al Sevilla a cambio de 11.000.000 de euros por el 80% del pase. Especialista en anotar penales, el 31 de mayo de 2023 convirtió el que le dio la victoria al Sevilla en la final de la Europa League ante la Roma, tras el empate 1-1.
Sin embargo, en el equipo andaluz siempre estuvo a la sombra de Jesús Navas, ex capitán del conjunto español que recientemente se retiró del fútbol. Por eso, en agosto de 2023 se fue a préstamo al Nottingham Forest inglés en busca de minutos de juego para no poner en riesgo su condición de jugador de Selección. Jugó apenas veinte partidos en 2023 antes de su regreso del año pasado al Sevilla, pero Scaloni nunca lo dejó de convocar, más allá de que Nahuel Molina se convirtió en el lateral derecho titular del seleccionado.
Gallardo intentó convencerlo de que regresara cuando se produjo su vuelta a River, en agosto del año pasado. No pudo salir del Sevilla en ese momento y River fue a buscar a Fabricio Bustos para jugar de lateral derecho. Pero el Muñeco insistió por él y regresó el mes pasado envuelto en un halo completamente diferente: ya como campeón del mundo, más maduro en todos los sentidos, curtido por un paso por Europa que estuvo lejos de ser el que imaginó, y con la personalidad moldeada por las experiencias, la condición de futbolista ganador y aquellas situaciones límite que supo vivir en su barrio cuando era chico.
“Montiel es el jugador que pateó el penal que le dio la Copa del Mundo a nuestro país, una representación muy importante en cuanto a lo simbólico. Pero vos lo cruzás a Gonzalo caminando por acá y parecería que eso no hubiera sucedido. Claramente, es un mensaje de humildad y de identificación con cómo nosotros queremos comportarnos”, lo alabó Gallardo el jueves 23 de enero, dos días antes del debut de River ante Platense.
Tal como afirma Gallardo, la esencia de pibe sencillo del lateral se mantiene inalterable por más que el fútbol lo haya transformado. A los 28 años, regresó a River como un referente muy marcado del vestuario. Integra la mesa chica de los líderes del grupo, junto a Franco Armani, Enzo Pérez, Germán Pezzella, Lucas Martínez Quarta, Ignacio Fernández y Milton Casco.
En el campo del juego, es uno de los encargados de sacar lo más rápido posible los laterales y los tiros libres por su sector. Gallardo sabe que su velocidad de movimientos es ideal para que Montiel empuje al equipo desde el fondo y eso es algo que se ensaya constantemente en la semana.
Si siempre tuvo mentalidad ganadora, de Europa regresó con un espíritu potenciado en ese sentido. Tiene poca tolerancia a la derrota. Por eso deja todo en cada pelota, en cada cruce, en cada subida al ataque.
Ante Platense, en Vicente López, fue el primer futbolista en ingresar al vestuario para escuchar las indicaciones de Gallardo, después de apurar el paso en el campo de juego, molesto porque River iba perdiendo 1 a 0 (sobre el final del partido alcanzó el empate con un gol del paraguayo Matías Rojas). Y el último miércoles, en el Monumental, le dio a River la agónica victoria por 1 a 0 ante Instituto con un cabezazo también sobre el cierre del encuentro, luego de capturar un rebote en el palo izquierdo por un cabezazo del chileno Paulo Díaz.
Podría decirse que en este deslucido comienzo de campeonato que protagoniza River, es el futbolista del plantel que más representa el espíritu de lo que pretende Gallardo. Una garantía de confianza para el entrenador, uno de los más queridos por los hinchas. Montiel volvió y ya les dejó en claro a todos que la obtención de la gloria reciente no lo llevará a la comodidad de los que se relajan y juegan abrazados a las credenciales que supieron conseguir.