Columnista invitado (*) | Es sabido que el gasto eléctrico sube cuando aumenta la temperatura. El consumo estacional hace lo suyo, pero todos podemos implementar cambios de hábito que generen un menor impacto en el bolsillo y en el planeta.
En el ranking de los electrodomésticos de mayor consumo se encuentran: los aires acondicionados y las heladeras. Seguramente el lector estará pensado: ¿cómo dejo de usar la heladera? No se trata de no usarla sino de hacerlo bien. Podemos evitar abrir la heladera intermitente y ponernos a pensar qué fuimos a buscar. La frecuencia y el tiempo de apertura es clave, en tanto, el aparato pierde frío y para volver a la temperatura seteada, hace un esfuerzo energético adicional.
Otra cuestión bastante común en las familias es cambiar finalmente la heladera que durante décadas acompañó a varias generaciones por una de mejor eficiencia energética con etiqueta A o superior (A+, A++, A+++), por ejemplo. ¿Y qué hacen con la heladera antigua? La llevan al quincho o galpón y la dejan enchufada todo el año para usarla apenas algunos días de celebración. El consumo pasivo es uno de los que incrementa el valor de la factura cada mes, por eso conviene dejarla desenchufada y abierta hasta que llegue el momento de usarla.
Eficiencia energética
Cabe aclarar que la letra A+++ es la mejor categoría del etiquetado de eficiencia energética que tienen los electrodomésticos y que va de la A hasta la G. Si bien no podemos saber a ciencia cierta cuán eficientes son los electrodomésticos antiguos, cabe destacar que la incorporación de tecnología como la inverter en aires acondicionados nos da una muestra de que lo nuevo es categóricamente más eficiente energéticamente.
De hecho, los aires acondicionados representan el 30% del valor del consumo de los usuarios residenciales durante el verano. Una estrategia que todos conocemos es poner el aire acondicionado a 25°C o aún 26°C. Varias marcas fabricantes de aires acondicionados están difundiendo esta recomendación. Pero los invito a dar un paso más. Los ventiladores —en cualquiera de sus versiones— consumen entre 10 y 20 veces menos energía que los aires acondicionados.
Usar ventilador preferentemente cuando la temperatura sea inferior a unos 29°C o 30°C, a esas temperaturas, la sensación térmica con un ventilador es cercana a 23°C. Si, la temperatura excede los 30°C, se puede usar el aire acondicionado de manera combinada con un ventilador. Para estos casos la recomendación es poner el aire en 27° y usar el ventilador para hacer circular el aire fresco, esta combinación representa un ahorro importante de energía. Recordemos que en la zona central de la Argentina, subir un grado en el termostato del aire acondicionado en verano, puede representar un ahorro del orden del 45% de energía.
Otra de las cuestiones a tener en cuenta y que no representa una inversión mayor es dejar con persianas bajas los ambientes que no están en uso. También en relación con los ambientes, prender el aire acondicionado o el ventilador solo en el ambiente en el que nos encontramos colabora con uso racional de la energía. No tiene sentido tener prendidos varios aires acondicionados en simultáneo cuando nos encontramos en uno solo de los ambientes.
Apagar las luces que no necesitamos
En línea con ello, es útil recordar que es muy recomendable y conveniente en todos los hogares apagar las luces que no están en uso. En el mismo sentido, es conveniente bajar la temperatura de los termotanques en verano. Si el usuario tiene termotanque eléctrico, una buena estrategia es usar un timer o temporizador, de modo que el equipo se encienda solo un par de horas antes de las duchas y luego se apaga automáticamente. Desde ya, apagarlo manualmente, luego de las duchas, y encenderlos manualmente una hora antes de ellas, también aporta un ahorro importante. Recordar, que si tiene termotanque eléctrico, es muy posible que este sea el mayor consumo de la vivienda, en particular si su equipo no es etiqueta A en eficiencia.
Además, estas medidas de uso racional y eficiencia de la energía no solo alivian el costo de las facturas de energía, sino que reducen la carga del sistema eléctrico, haciéndolo más residente en los picos de consumo, lo cual evita la ocurrencia de interrupciones, que son más frecuentes en los momentos de alto consumo y que nos afectan a todos.
Muchas veces no nos damos cuenta de cómo nuestras decisiones impactan en todo el sistema energético en general, desde la generación hasta la distribución, pasando por el transporte en alta tensión. Detrás de la perilla de luz, hay un andamiaje de trabajadores en todo el país para brindar el servicio las 24 horas.
Implementar todas o algunas de estas recomendaciones de bajo costo y alto impacto no solo contribuyen con el bolsillo porque la factura de luz será menor, sino que también son un aporte al cuidado de un recurso escaso que todos necesitamos para vivir, producir y desarrollarnos
(*) Salvador Gil es director de la carrera de Ingeniería en Energía de la UNSAM.
