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Bienestar

Apoyo y prevención: hablemos de suicidio con los jóvenes

Columnista invitado (*) | En el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, es bueno reflexionar sobre una realidad rodeada de estigmas, mitos y tabúes que afecta mucho a los adolescentes.

El Día Mundial para la Prevención del Suicidio fue establecido el 10 de septiembre de 2003 por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS). El objetivo de esta iniciativa fue tratar la gravedad del problema del suicidio, sus implicancias tanto subjetivas como sociales y promover acciones para su prevención y sus repercusiones.

El suicidio es un importante problema de salud a nivel mundial que afecta principalmente a la población juvenil, es la decimoséptima causa de muerte a lo largo de la vida y según datos de la Organización de la Salud (OMS), y es la segunda causa principal de muerte en el grupo de 15 a 29 años, precedida por los accidentes de tránsito la primera causal.

Un problema en crecimiento

Aproximadamente una de cada 100 muertes es consecuencia de un suicidio y se calcula que cada año mueren por esta causa más de 800.000 personas en el mundo. El cálculo es apabullante: se suicida una persona cada 40 segundos. Además, las tasas reales de suicidio pueden incluso ser mayores y no declaradas por la vergüenza, la culpabilización, la estigmatización y la falta de datos verificables.

Casi el 80% de las muertes por esta causa en el mundo se produce en países de ingresos bajos y medios, en los que la tasa de suicidio de jóvenes entre 13 y 22 años triplica la de la población general. La calidad de vida, las condiciones de salud, la pobreza, el desempleo, las expectativas y la posibilidad de progreso y porvenir tienen su lugar en esta tragedia.

Acompañar sin juzgar es la principal recomendación de los especialistas para padres de adolescentes en riesgo de suicidio. (Foto: Adobe Stock)
Acompañar sin juzgar es la principal recomendación de los especialistas para padres de adolescentes en riesgo de suicidio. (Foto: Adobe Stock)

Sabemos lo importante que es identificar a las personas con pensamientos y conductas suicidas porque esto puede contribuir a la prevención. Aunque suele existir una progresión que va desde la ideación de querer estar muerto a la preparación del plan y la conducta destinada a provocarse la muerte, esto no siempre es lineal y puede ser también un episodio repentino sin antecedentes.

Los factores de riesgo

Estos son los principales factores a tener en cuenta:

  • Padecimientos mentales (depresión, trastorno bipolar, abuso de sustancias, psicosis, conductas impulsivas)
  • Pérdida de seres significativos (familiares, amigos, docentes)
  • Recrudecimiento de conflictos (personales, económicos, familiares o de desempeño escolar)
  • Suicidios cercanos (de familiares como amistades)
  • Ser víctima de algún tipo de abuso (psicológico, físico o sexual en la niñez o en la actualidad)
  • Ser víctima de acoso
  • Padecer de enfermedades inhabilitantes y/o causantes de mucho dolor
  • Falta de apoyos significativos (afectivos e instrumentales), especialmente en casos de aislamiento

Leé también: El doloroso testimonio del exnovio de la adolescente que se quitó la vida tras la difusión de un video íntimo

Los mitos sobre el suicidio

Hay mitos sobre el suicidio que nos confunden. Algunos han sido publicados en un apartado por la Dirección Nacional de Abordaje Integral de Salud Mental y Consumos Problemáticos y aquí los ampliamos para su difusión.

  • El/la que dice o amenaza con que se va a matar, no lo hace. (Falso). La mayoría de las personas suicidas tuvieron un intento anterior, dieron algún aviso o comunicaron sus intenciones a conocidos. No debemos minimizar estas advertencias, es necesario prevenir y hablar abiertamente sobre el riesgo
  • El/la que se suicida está atravesando una depresión. (No solamente). Los suicidios suelen tener una fuerte relación con el dolor psíquico, la baja autoestima, la desesperanza y la ideación suicida que provoca la depresión. Pero también puede ser desencadenado por el abuso de sustancias, otros padecimientos mentales graves y físicos (como el dolor crónico), además de conductas destructivas y agresivas. No es sorprendente que ocurra un suicidio en una persona que no tenía ningún padecimiento mental evidente previo.
  • Hablar con una persona sobre sus intenciones de matarse incrementa el peligro. (Falso). Es absolutamente a la inversa, es vital preguntar y hablar con los/as adolescentes sobre sus ideas o intenciones de matarse, las que pueden mantenerse ocultas. Hablar de los conflictos, las violencias, los maltratos y las tensiones que promueven abre canales de diálogo y solidaridad que reducen el riesgo y pueden conducir a aceptar ayuda profesional.
  • El/la que intenta suicidarse es un/a cobarde o un/a valiente. (Falso). Es una persona que no puede seguir viviendo con tanto sufrimiento y desesperanza y elige la muerte como una salida, no pudiendo ver otra alternativa.
  • La tendencia al suicidio es hereditaria. (Parcial). No hay estudios concluyentes al respecto. Un historial familiar de suicidios puede ser un factor de riesgo a tener en cuenta, particularmente en familias en que el suicidio aparece como opción frente a situaciones problemáticas.
  • La mejoría después de un intento no consumado significa que el riesgo de suicidio ha desaparecido. (Falso) Uno de los momentos más peligrosos es inmediatamente después del intento. Durante la internación o la semana después del alta, la persona está particularmente frágil y en riesgo de hacerse daño, debe continuar con un seguimiento cercano.
  • Una vez que una persona es “suicida” lo es para siempre. (Falso). La estigmatización es uno de los graves problemas que afecta a las personas y a las familias de quienes realizaron un intento de suicidio, aislándolas aún más y aumentando su vulnerabilidad. Pensemos al suicidio como un “intento de resolución permanente para una problemática transitoria”. Se pueden enriquecer las posibilidades de afrontamiento de las situaciones complejas y salir del riesgo.
  • Los psicofármacos causan adicción, son un chaleco químico, te tapan los problemas y son peligrosos. (Falso). Los psicofármacos nos auxilian desde la matriz biológica de nuestros padeceres y los abordajes más eficaces son los que aúnan psicofármacos, psicoterapia y construcción de la red social.

El suicidio puede ser prevenible y evitable, acompañando solidariamente a esta juventud desesperanzada y doliente que no ve porvenires, contando con las ayudas de los profesionales, que juntamente con los allegados, pueden proveer herramientas para construir futuro.

(*) Dr. Sergio Rojtenberg, miembro Titular con Función Didáctica de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) y miembro Titular de la Asociación de Psiquiatras de Argentina (APSA).

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