Un impactante incidente de tránsito ocurrió este domingo a la mañana en Gualeguaychú, Entre Ríos, cuando un conductor con 1.22 g/l de alcohol en sangre escapó de un control y arrastró en el capot a un agente de tránsito durante diez cuadras.
El hecho tuvo lugar cerca de las 7:40 de la mañana en la intersección de Doello Jurado y Ayacucho. El conductor, un joven uruguayo de 23 años, que conducía un Peugeot 308, había dado positivo en el test de alcoholemia y, tras ser notificado de su infracción, se negó a firmar los papeles del acta.
En un momento de tensión, decidió escapar y embistió a un agente de tránsito que se vio obligado a saltar sobre el capot del vehículo.
La situación se tornó aún más peligrosa cuando el conductor aceleró y comenzó a circular en contramano, realizando maniobras en zigzag para intentar deshacerse del inspector, mientras este se aferraba al capot y al limpia parabrisas para evitar caer al pavimento.
Finalmente, el agente fue arrojado al suelo cerca de la intersección de Av. Parque y Eva Perón y sufrió heridas en la cabeza y en distintas partes del cuerpo.
Tras el violento episodio, el conductor se escapó y las autoridades locales, junto con Gendarmería, dispusieron un operativo de búsqueda intensiva.
El agente de tránsito, identificado como Matías Pallarini, de 41 años, es padre de un nene de 9 años y de una beba de 3 meses.
El inspector municipal contó a El Argentino que, luego de que el test de alcoholemia diese positivo, “se lo invitó a bajar del vehículo, pero con la excusa de que no tenía baterías en el teléfono, se metió de nuevo al auto”.
“Cuando me estaba por bajar, aceleraba de golpe”, el dramático relato del agente de tránsito atropellado
“Estuvo con el auto encendido entre 5 y 10 minutos y cuando vio que había otro operativo con otro auto y que mis compañeros fueron a ese procedimiento, aceleró. El auto ya estaba fajado. La única puerta que faltaba fajar era la del conductor porque decía que quería avisarle a su madre”, señaló.
“Hacía zigzag para revolearme, aceleraba y frenaba de golpe para que me cayera. Yo le gritaba que parara, que no se iba a ir lejos, que la ciudad era chica, que parara y yo me bajaba, pero doblaba como venía y en contramano. En una o dos oportunidades frenó y cuando me estaba por bajar, aceleraba de golpe. Estaba enceguecido”, contó.