Los analistas vienen debatiendo sobre el futuro económico, a la espera de señales que impulsen la liberación del mercado de cambios.
El “cepo” cambiario, restablecido el 1 de septiembre de 2019, cumple cinco años y sus previsibles consecuencias -dado el funesto antecedente de la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner entre 2011 y 2015- no dejan de ratificarse desde entonces: la economía no creció, el BCRA perdió reservas, desapareció la inversión a la vez que se expandió la salida de capitales y se deterioraron los indicadores sociales, hoy en su peor nivel desde la crisis de 2002.
Entre los objetivos del gobierno del libertario Javier Milei estuvo planteado desde un principio la eliminación del “cepo”, pero con el correr de los meses se impusieron otras prioridades en el plano económico -reducir la inflación, equilibrar las cuentas públicas, sanear el balance del BCRA- que dejaron sin fecha concreta este punto clave para la prometida desregulación de la economía. De hecho, persisten varios condicionamientos que dificultan salir del control de cambios en el corto plazo.
1) Ancla frágil
El Gobierno apeló a la receta de mantener un ritmo de devaluación inferior al de la inflación, como “ancla” para moderar la escalada de los precios de la economía. Dado que el proceso de desinflación suele ser inestable, es probable que se busque mantener el esquema presente de devaluación del 2% mensual que determina el Banco Central.
De hecho, el Presidente dijo a finales de junio que el ritmo del crawling peg se reducirá desde el 2% actual al 1% una vez que la inflación núcleo, hoy en la zona del 3,8%, llegue al 1% mensual. Esa paridad debería tender a cero una vez que los precios minoristas se mantengan prácticamente invariantes.
Martín Mazza, director de MM Investments, destacó que “a pesar de ciertos avances en materia fiscal y política, el mercado se encuentra mayormente concentrado en el desarrollo del cepo cambiario (ya sea levantamiento o quita de impuesto PAIS), el retraso en el tipo de cambio y la persistente fragilidad de las reservas internacionales. El Gobierno está centrado en su estrategia de ancla cambiaria, respaldada por un superávit fiscal y una tasa de interés en pesos que se mantiene estable en términos reales”.
2) Riesgo de salto cambiario
Eliminar el cepo implica someter al tipo de cambio oficial -el más relevante pues determina el dólar para el intercambio comercial- a las fuerzas de la oferta y de la demanda. Un dólar “contado con liquidación” en la zona de $1.300 y una brecha cercana al 40% representa todavía un riesgo para estabilizar la economía. Como ejemplo, la unificación cambiaria dispuesta en el anterior levantamiento del “cepo” -el 17 de diciembre de 2015, una semana después de asumir Mauricio Macri– llevó al dólar oficial de $9,83 a $13,76, un 40%, con impacto en la inflación (llegó al 6,5% en abril de 2016).
“Aunque la reducción de la inflación es un objetivo fundamental, esta estrategia acarrea costos notables, como el retraso en el tipo de cambio y la débil recuperación económica. A pesar de la confianza del mercado en la disminución de la inflación, evidenciada en la solidez de las Lecap a tasa fija, persisten dudas respecto a la estabilidad del dólar, ya que la demanda supera a la oferta en el mercado cambiario. La intervención gubernamental en el mercado solo consigue frenar temporalmente la cotización, sin abordar la escasez subyacente de divisas. Parecería que las miradas se dirigen hacia el blanqueo de capitales”, agregó Martín Mazza.
3) Sin dólares en las reservas
Liberar el tipo de cambio sin capacidad de intervención a través de una “flotación sucia”, debido a la falta de dólares líquidos en las reservas del Banco Central, es una apuesta muy arriesgada para una economía que está en crisis hace seis años y busca encontrar un piso a la caída.
El Banco Central acumula compras netas en el mercado de cambios por más de USD 17.000 millones desde el 11 de diciembre del año pasado, aunque por los pagos de deuda e importaciones de energía el stock de reservas internacionales mejoró menos de la mitad de esa cifra, unos USD 6.500 millones, a la zona de USD 28.000 millones. Si se descuentan préstamos -como el “swap” con China-, depósitos privados y compromisos de deuda a un año -los Bopreal-, las reservas netas quedan negativas por un monto cercano a los 6.000 millones de dólares.
Un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso detalló que en el primer semestre de 2024 “el stock de la deuda en moneda extranjera disminuyó en el equivalente a USD 9.436 millones en el mismo periodo, por cancelaciones netas de capital de USD 8.120 millones y ajustes de capital por 1.316 millones de dólares”.
Para Amílcar Collante, economista de CeSur, “el Gobierno necesita un ‘puente’ de dólares para esta etapa en que el BCRA pasa a ser vendedor neto. Además necesita compensar la baja de Impuesto PAIS. Vienen 45 a 60 días clave”, donde se espera el ingreso de divisas por “blanqueo, RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones) y moratoria. Veremos si la realidad supera las expectativas. O, si se queda corta, hay Plan B”.
Juan Manuel Franco, economista Jefe del Grupo SBS, expresó que “los inversores seguirán mirando de cerca las cuentas externas, con foco tanto en el saldo del BCRA en el MULC, la dinámica de las reservas netas y el comportamiento de los tipos de cambio alternativos. Recordamos que, según el Gobierno, se reduciría en septiembre la alícuota del Impuesto PAIS de 17,5% -al que la llevó el Gobierno actual al 7,5% de comienzo de la gestión-, por lo que el mercado sigue preguntándose cuándo se efectivizará esa baja y si habrá o no movimientos en el tipo de cambio oficial posteriormente”.
Un brecha cambiaria de 40% le pone cifras a una eventual devaluación si se levanta el “cepo” sin dólares
“Creemos que aún resta mucho trabajo por hacer y que en el corto plazo la variable a monitorear serán los flujos de dólares, la brecha cambiaria y el nivel de las reservas netas, en un contexto en que factores exógenos no están ayudando”, agregó Franco.
4) Imprevisto: el desplome de la soja
La cotización de los granos y sus derivados industriales, matriz de las exportaciones argentinas, cayó la última semana a un piso de precios en cuatro años. Y si se toma la inflación en los EEUU, los precios en dólares constantes -es decir, en términos reales- es el más bajo desde 2016.
“La caída en los precios de la soja impacta en las reservas de la Argentina ya que los productores encuentran menos incentivos para liquidar la cosecha. ¿Cuántos dólares menos ingresarían a las arcas del Estado por este motivo? Fuentes del sector señalan que los ingresos podrían verse disminuidos entre 5.000 y 7.700 millones de dólares”, estimó un informe de Wise Capital.
“Hay un limitante no menor en este proceso de apertura del cepo que no estaba presente en (el bimestre) marzo- abril”, cuando la brecha cambiaria tocó un mínimo del 10%, el “efecto soja”, definió Amílcar Collante.
“Entendemos que sería crucial retomar la generación de un importante superávit de divisas casi todos los meses para retemplar los ánimos; esto podría precisar retoques en aspectos cambiarios y fiscales, que por otra parte han sido lo más habitual a todo nivel nacional e intelectual”, destacó un informe de VatNet Financial Research.