Martín Llaryora comenzó a reperfilar el proyecto de “partido cordobés”, el esquema con el que amagó a construir una mayoría absoluta y transitar sin sobresaltos la política doméstica. ¿El motivo? En el peronismo advirtieron que los votantes opositores se refugiaban en Luis Juez y no en la dirigencia radical y del PRO que saltó hacia el “cordobesismo”, lo que configura un riesgo real en términos electorales.
En el peronismo cordobés, incluyendo a algunos funcionarios de Llaryora, ya nadie oculta que la incorporación de opositores fracasó en términos generales porque desató una ola de descontento hacia dentro del partido y no blindó al Gobierno de las críticas opositoras, situación que dejó en el centro de la oposición a Juez, quien aseguró que intentará por cuarta vez ser gobernador en 2027.
“Pagamos caro, no sumamos votos y no aislamos a Juez”, resume un alto dirigente del PJ de la ciudad de Córdoba. Se refiere a la incorporación al gabinete provincial de opositores como Pedro Dellarossa, caudillo del PRO que se desempeña como ministro de Producción, quien, en el análisis más cruel del peronismo, “llegó al Gobierno solo, no trajo ni un voto de Marcos Juárez”, territorio del que fue cacique. No es el único funcionario blanco de las críticas del despiadado PJ Capital.
De hecho, las quejas llegan a Myrian Prunotto, la vicegobernadora radical, ocupada por estas horas en meter la cuchara en la interna de ese partido para definir sus próximas autoridades. En el entorno de la vice aseguran que es un pedido de Llaryora: el gobernador quiere que la UCR se fortalezca y que deje atrás su alianza con Juez, un regreso al bipartidismo que tuvo su época dorada cuando Ramón Mestre condujo la Municipalidad de Córdoba y José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti mandaban en la Provincia. Es ingeniería electoral básica.
En esa época, Juez acuñó una frase muy suya: “Los peronistas y los radicales son como el chinchón: mientras uno roba, el otro espera”.
El malestar del PJ se extiende hacia el viceintendente de la ciudad de Córdoba, Javier Pretto, ex presidente del PRO, quien en las últimas semanas levantó el perfil al amagar con la construcción de un esquema territorial propio: “Si Pretto o cualquier socio cree que no será peronista quien lidere Hacemos Unidos por Córdoba, no entendió nada: el peronismo conduce y lidera el Gobierno y su política”, fue la advertencia.
Dentro del Gobierno, algunos le reclaman a Llaryora por la “necesidad de llenar de contenido político la gestión de un nuevo cordobesismo y dejar de sumar nombres vacíos”. En ese sentido, vale preguntarse hacia dónde podría ampliarse el “partido cordobés” si la incorporación de opositores no da resultados electorales: “Hacia la sociedad civil, empresarios exitosos y figuras del deporte que hayan gravitado, por ahí hay que oxigenar”, opina un legislador con incidencia en la Unicameral.
“No sé qué va a hacer nuestro electorado independiente si no lo representamos, pero lo más probable es que se nos fugue. Y los peronistas se quedan, pero enculados y sin ánimo”, es la visión de un dirigente con territorialidad en barrios de ADN peronista.