A días de definiciones clave en las Copas, el Millonario repite equivocaciones y los Xeneizes sufren por errores de gestión. Inestable. Esa es la mejor definición para River. Pendular, como el vínculo entre sus hinchas y el entrenador Martín Demichelis. La ostentación en torno a los refuerzos y a la jerarquía del plantel hoy es inversamente proporcional a la confiabilidad de un equipo que aún no está consolidado, y que tendrá su prueba máxima desde el 14 de agosto, cuando enfrente a Talleres por los octavos de final de la Copa Libertadores.
Esta vez, a favor, se sobrepuso dos veces a los goles del difícil Lanús. En contra: no pudo sumar de a tres en el Monumental, la fortaleza que amortiguó las derrotas pesadas ante Boca, por la Copa de la Liga, o la más bochornosa, frente a Temperley, el palo de frente por Copa Argentina.
Miguel Borja sigue siendo el ancho de espadas. Contra el Granate, fue un solo del colombiano, que rescató a su equipo de un final con silbatina. El delantero es a la vez el gran fundamento para que River sueñe a lo grande: acumula 25 goles en el año, la misma cantidad de festejos que el flamante refuerzo del Real Madrid, Kylian Mbappé. Y superó a Erling Haaland, quien suma 23.
¿Qué debe mejor River, entonces? No es algo identificable, puntual. Su inestabilidad es una mezcla de fragilidad moral cuando juega como visitante, y errores de funcionamiento ante tanta prueba en el medio campo y en la defensa. Se trata, tal vez, de lo larga que se le está haciendo la búsqueda al DT. Demichelis ahora no tendrá excusas: tuvo tiempo y un mercado de pases para resolver.
Boca, por su parte, también luce inestable. Aunque esta vez, esta semana, valen los atenuantes. Diego Martínez sufrió el error modo-amateur que cometió la conducción del club al anotar tarde a los refuerzos. Tuvo que improvisar contra reloj y salió ileso en la altura, ante Independiente del Valle. En Florencia Varela, el otro equipo improvisado para la ocasión, esquivó dos veces a la derrota.
La revancha del miércoles será absolutamente determinante. Decisiva en cuanto a la relación del entrenador Martínez con la institución. Fundamental en cuanto al humor de los hinchas con la gestión Juan Román Riquelme. Y un relanzamiento para el proyecto que incluye refuerzos y renovación. Todo eso es lo que está en juego a partir de un mail que salió cuarenta y tres minutos tarde. Es la chance de enterrar al papelón.
Contra Defensa, Boca empezó perdiendo otra vez. Y lo empató rápido. Y lo perdía, otra vez. Y Milton Jiménez pagó la chance con gol. Fue justo el 2 a 2. Y es muy pronto para saber si Gary Medel, Tomás Belmonte, Braian Aguirre y Jiménez están a la altura. De hecho, se destacaron otros, los pibes del club, los bomberos de este tiempo, que no tiemblan cuando los hacen cargo.
El semestre está amaneciendo, pero en River y en Boca no hay tiempo. Romper la inercia y dejar atrás la inestabilidad, para unos y otros, ya es obligación.