“Yo no tuve quien me guiara y por eso me perdí cuando comencé a ganar dinero. Cobraba 300 dólares por mes. Le daba 100 a mi madre y me quedaba con 200. Con eso me iba a los bailes y a la discoteca”.
Iluminando la sombra de Luis Suárez, Paolo, su hermano y guía, ofrece una historia de película. De los excesos de los comienzos que lo alejaron de las mieles que disfrutó Lucho, a su llegada al fútbol centroamericano, donde se convirtió en celebridad. De coleccionar récords en el fútbol de El Salvador -donde es ídolo- y Guatemala, y que su nacionalización para jugar en la selección salvadoreña se tratara en el Congreso, a las acusaciones de arreglo de partidos, o su perfil polémico cuando se descarga en redes sociales.
Un Suárez auténtico, potenciado. La cercanía del amistoso entre el combinado argentino que capitanea Lionel Messi, amigo y socio de su hermano -el 10 estará ausente por lesión-, y El Salvador, donde el ex punta es una celebridad, vuelve a poner su nombre en superficie. Y aunque semana a semana es un fan más del Inter Miami de Lucho y la Pulga, este viernes, seguramente, su corazón empujará por los Cuscatlecos.
Paolo es muy parecido físicamente al Pistolero, aunque el pasaporte indica que tiene seis años más. El pase de Lucho del Liverpool al Barcelona costó alrededor de 81 millones de euros (USD 100 millones). Por Salta, o Cheo (sus apodos), Comunicaciones de Guatemala pagó, en 2015, 40.000 dólares.
Para que el delantero de las Garzas, el compinche de Messi, haya alcanzado status de estrella planetaria y le diera pie a este juego de las diferencias, mucho tuvo que ver Paolo. Es que el comienzo de las historias fue similar. “Luis empezó igual, ganando mucho dinero… y a los bailes. Yo lo encerraba en mi casa para que él no saliera a joder. ‘No salís’, le decía yo. ‘No, que quiero salir’, me decía. Él me puteaba. Ahora agradece todo eso. Por eso ha dicho en las primeras entrevistas, cuando empezó a crecer, que yo, más allá de ser el hermano, como que fui y soy un padre para él”, reflexionó en una entrevista Suárez senior.
Delantero igual que Luis, aunque con otras características (más proclive a tirarse atrás y despuntar como organizador de juego), Paolo comenzó su carrera en el Club Atlético Basáñez, del barrio Malvín Norte de Montevideo. Sus condiciones, el coraje a la hora de arriesgar e inventar, generaron que enseguida aflorara el interés de Peñarol. Pero declinó la oferta.
«Era un contrato profesional, pero lo rechacé, porque soy hincha de Nacional. Y eso que yo no ganaba dinero en el Basáñez, recién estaba en la Cuarta…», argumentó su decisión, siempre siguiendo impulsos y sentimientos.
Tres etapas en Basáñez, una incursión por Deportivo Maldonado, un paso por Independiente Santa Fe de Colombia. La carrera de Paolo Suárez, a los 25 años, lucía empantanada. “No me daba cuenta de que estaba perdiendo la oportunidad de ser alguien reconocido. Y fueron pasando los años”, explicó en una entrevista con El Faro, ya afincado en su lugar en el mundo. Porque fue en Centroamérica donde se transformó en ídolo y en hombre récord.
FAS, Sonsonate, Isidro Metapán; todos de El Salvador. Comunicaciones, de Guatemala. Allí Paolo tiene nombre propio, sin la asociación lógica a Lucho. Con Metapán obtuvo siete títulos y fue elegido mejor jugador del año en 2010. Con Comunicaciones dio cinco vueltas olímpicas, siendo parte del histórico hexacampeonato del club, relegando la marca del clásico rival, Municipal.
Luego del hito con Comunicaciones dejó aflorar su particular personalidad. “Te regalo el penta, pero me quedo con el hexa jajaja. Vamos los Cremas, cuando sean hexa, hablamos”, desafió a los aficionados de Municipal desde su cuenta de la red social X (antes Twitter).
Sus condiciones lo llevaron, ya adaptado a Centroamérica, a buscar jugar en la selección… de El Salvador. La cruzada terminó transformándose en una cuestión de Estado, al punto que su nacionalización fue aprobada por el Congreso de aquel país, con 63 votos a favor sobre 84. Sin embargo, un tecnicismo lo dejó afuera e las Eliminatorias camino al Mundial 2010.
Paolo no llegó a cumplir la regla de tener cinco años consecutivos e ininterrumpidos viviendo en el país. Si bien había llegado a tierras salvadoreñas en julio de 2005, en agosto de 2009 partió hacia Amsterdam para visitar a su hermano Luis, que era parte del plantel del Ajax. Y luego estuvo tres meses en Fénix de Uruguay.
Esa pausa lo terminó perjudicando. “La verdad es que nunca pensé que eso me afectaría para cumplir mi sueño. Pido perdón”, dijo entonces, desilusionado por no tener la chance de pelear por entrar a un Mundial, como su hermano, que acumula cuatro Copas del Mundo disputadas.
Paolo es un visceral admirador de Lucho, sobre todo cuando luce la camiseta de su selección. A veces, el fanatismo le juega en contra. Como ocurrió en la Copa América Centenario de 2016, en Estados Unidos. En el partido ante Venezuela, que la Celeste perdió 1-0 en fase de grupos, el mayor de los Suárez mostró su costado más volcánico.
Luis, disminuido por una lesión, no tuvo minutos y Uruguay terminó afuera de los cuartos de final. Y Paolo explotó en las redes sociales.
“La re concha de mi madre. Te prefiero aunque sea en una pierna, ¿qué haces ahí sentado aún?”, fue su primer exabrupto, con Oscar Tabárez, el entrenador, como blanco. “¡Era un partido de vida o muerte! Los 3 millones y un poco más nos dimos cuenta, menos vos, ¡qué increíble! Regalaste la Copa”, volvió a atacar. La hoy estrella de la MLS, en consecuencia, debió hacer malabares ante los medios para despegarse de los epítetos de su hermano.
Hay un clásico oculto entre ellos. Y tiene relación con el fútbol argentino. Porque Lucho ha confesado su simpatía por San Lorenzo y por Alberto Acosta, también delantero y emblema del Ciclón. Y Paolo se reveló como un apasionado por Racing.
“Soy fanático de Racing -supo contarle a la revista El Gráfico de Argentina- Cada quien nace con su corazoncito por su equipo. Fue amor a primera vista, empezó cuando ganó la Supercopa en 1988. Ver toda esa gente…”, se explayó.
La polémica también lo envolvió cuando fue acusado, en 2013, por supuesto arreglo de partidos cuando defendía la casaca de Isidro Metapán, en la Concachampions, la Liga de Campeones de la Concacaf. El partido más controvertido es uno ante Pumas de México, disputado en marzo de 2012, que finalizó con un lapidario 8-0 para Pumas.
Según detalló El Gráfico de El Salvador, tres personas declararon ante la Fiscalía General de la República (FGR) que «Paolo Suárez junto a otros futbolistas salvadoreños habría participado del arreglo». «Paolo me comentó que el equipo Metapán había vendido el partido contra Pumas», narró uno de los testigos, periodista deportivo.
Según la misma declaración, Suárez se encontraba lesionado, pero de todas maneras jugó porque, si no participaba durante al menos un tiempo, no cobraba su tajada del acuerdo, que, siempre en base a la acusación, ascendía a diez mil dólares. Otros siete compañeros suyos también se hallaban involucrados en la denuncia.
A su vez, también vincularon a Paolo en la participación de la negociación del arreglo de un partido ante Seattle Sounders, también por la Concachampions. «Están locos, es una idiotez. No sé por qué quieren ensuciar a la gente», se defendió.
“Capaz que lo que andan buscando es ensuciar la imagen de uno, y más a mí, que está la imagen de mi hermano de por medio. Esto es bien delicado”, subrayó. A pesar de las acusaciones, nunca recibió sanción. Emigró a Comunicaciones, y luego regresó a Metapán, para pasear su efervescente talento. Hoy su embajador allí es Agustín, su hijo, que a fines del año pasado se consagró campeón con las juveniles de la institución.
La fama persigue a Lucho. Y Paolo, se puede decir, la disfruta. Le ocurría cuando el legendario atacante jugaba en Barcelona. “Como en el palco no hay baño, salí y hubo gente que ya me había conocido. Me pedían fotos… Porque ven que soy hermano de Luis, no por otra cosa”, comentó. El mismo Luis al que encerraba para que no dilapidara en la noche su talento, y así ayudarlo a que valiera USD 81 millones… Y no 40.000.