Si a su padre, Juan José Arévalo, le tocó terminar con décadas de dictaduras cuando llegó a la presidencia en 1945, a él le corresponderá poner fin a una serie de gobiernos de derecha, tras haber ganado en agosto la segunda vuelta con la propuesta de una agenda social y de cambio.
El candidato de centroizquierda nació en 1958 en Montevideo debido al exilio de su padre en Sudamérica y Francia, luego de que fuera derrocado Jacobo Árbenz en 1954 por una invasión fraguada por Estados Unidos.
“Lo mejor está por venir”, es la etiqueta que la cuenta de la red X de Arévalo tiene desde hace semanas. Y a horas de jurar, escribió: “Estamos a punto de empezar un nuevo capítulo en la historia de Guatemala. No solo asumo un cargo, sino también el compromiso de trabajar por y para cada uno de ustedes”.
A sus 65 años, Arévalo será el 52do presidente constitucional del país. Lo escoltará la nueva vicepresidente Karin Herrera.
El mandatario vivió en Francia y México y llegó a Guatemala a los 15 años. Fue vicecanciller en 1994-1995 y embajador en España entre 1995 y 1996, en el gobierno de fallecido presidente Ramiro de León Carpio.
Durante su campaña electoral prometió seguir los pasos de su padre para mejorar la educación, reducir la violencia y atacar la pobreza, que afecta al 59% de los 17,6 millones de guatemaltecos.
«Yo no soy mi padre, pero recorro el mismo camino», declaró cuando cerró su campaña en la plaza central de la capital.
En su primera pelea por el Ejecutivo, Arévalo dijo que no legalizará el aborto libre -la legislación actual lo permite solo cuando está en peligro la vida de la mujer- ni el matrimonio igualitario, pero no permitirá la discriminación ni estigmatización por género ni religión.
Casado con una médica -su tercera esposa-, es licenciado en Sociología por la Universidad Hebrea de Jerusalén y doctor en Filosofía por la Universidad de Utrecht (Países Bajos).
Desde su victoria sobre Sandra Torres, Arévalo y el Movimiento Semilla enfrentaron una ofensiva judicial encabezada por la Fiscalía, que el socialdemócrata asegura fue encomendada por la élite político-empresarial para evitar su ascenso al poder.
En esa pelea, tuvo un inusual respaldo generalizado desde el exterior: la Organización de los Estados Americanos (OEA), el Mercosur, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), Estados Unidos y la Unión Europea apoyaron su camino al poder.
De ahí sus insistentes denuncias de un intento de golpe y del “pacto de corruptos” que temía su llegada al palacio Nacional.
Políglota, desde enero de 2020 hasta hoy ocupó una banca de diputado y desde el año pasado es secretario general de Semilla, la fuerza política que fundó con académicos e intelectuales y con la que ahora llegará al sillón que hace 78 años ocupó su padre.