Tras consumar los robos, los miembros de la organización vendían los objetos sustraídos a través plataformas digitales, según la pesquisa.
Los procesamientos fueron dispuestos por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional 4, a cargo de Martín Yadarola, y alcanzaron a Yamila Aramayo, Natalia Morinigo, Leandro Lavia y Néstor González, a quienes se les imputan los delitos de «asociación ilícita en concurso real con robo reiterado».
A la banda se la acusa en esta causa de dos hechos cometidos contra dos hombres, uno en el barrio porteño de Barracas y otro en Don Orione, partido bonaerense de Almirante Brown, en enero y septiembre de este año, respectivamente.
El juez Yadarola les atribuye a los cuatro haber integrado una organización «dedicada a concretar una pluralidad indeterminada de delitos, principalmente contra la propiedad, que incluyen la disposición de armas de fuego, piezas y municiones, y sustancias psicotrópicas.
«A través de la investigación desarrollada hasta el momento, se puso en evidencia que la referida agrupación operaba principalmente desde esta Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la localidad de Ezpeleta, partido de Quilmes, provincia de Buenos Aires», indica la resolución a la que tuvo acceso Télam.
El período de actividad de la organización fue reseñado por el magistrado «cuanto menos desde el 15 de enero de 2023 (fecha en que se documentara el primer episodio delictivo vinculado a la banda) y hasta el 22 de noviembre de 2023 (fecha en la que se produjeran los allanamientos y detenciones de la mayoría de sus miembros), más allá de destacarse que aún se encuentran en proceso de análisis otras probanzas que podrían dar cuenta de hechos perpetrados con anterioridad».
«La agrupación presentaría un alto grado de organización y coordinación para concretar las acciones delictivas en cuestión, verificándose en la mayoría de los casos un actuar conjunto y con distribución de roles en los desapoderamientos con un mínimo de cuatro integrantes», dice el fallo.
Cómo operaba la banda de estafadores
La banda operaba siempre de la misma manera: las mujeres contactaban a hombres por las aplicaciones de citas Tinder y Youlove, pactaban ir a sus casas y, una vez allí, los drogaban con sustancias que les colocaban en las bebidas.
Una vez que la víctima perdía el conocimiento, entraban en escena los hombres de la organización, junto con quienes se apoderaban de dinero y objetos de los damnificados.
La clave para lograr las detenciones fueron las escuchas telefónicas que se ordenaron en el marco de la causa, en las que uno de los sospechosos dice: «La llevo a lo del damnificado, lo engatusa, lo duerme y voy».
«Yo con esta piba estamos haciendo ‘un pollo’ (un robo). O sea la traigo a mi casa, se cambia, la llevo a lo del damnificado, la dejo dos cuadras antes, baja, lo engatusa, lo duerme, me manda la ubicación y voy», explica uno de los acusados en otra de las escuchas realizadas en el marco de la causa.
En sentido, en otra de las conversaciones uno de los acusados le refiere a una de las mujeres: «Vamos a descargar las aplicaciones esas para engatusar un par de viejos y vení, te voy a buscar mañana y nos ponemos a laburar por acá re finito».
Los pesquisas también accedieron a otra escucha con una potencial víctima de un encuentro que finalmente no se concretó, en la que el hombre desconfiaba del interés de la mujer, al punto de señalarle: «Me encanta la vocecita que tenés, me encanta todo. A ver, no tenés desperdicios, encima sos re linda, pero que te gusta de un jovato como yo», decía.
«Te digo la verdad, yo estoy acá para conocer gente, a mi me gusta salir, disfrutar, sociabilizar, cuando más grande mejor, son más educados, caballeros, podés entablar una conversación, tenés más experiencia», fue la respuesta de la acusada.
Sin embargo, el hombre siguió manifestando su preocupación: «¿Sabés cuál es el problema? ¿Mirá si llegás a ser una viuda negra? (…) de esas que drogan a los hombres».
Ante la negativa de la mujer, que en principio dijo desconocer a que se aludía con el término «viuda negra» – empleado usualmente en la jerga policial para aludir a este tipo de estafas-, la potencial víctima concluyó: «Que feo que venga mi hijo y me encuentre con el culo roto».
Mientras que en otro tramo de las escuchas a las que accedieron los investigadores, en el cual una de las acusadas se encontraba en el baño de la casa de la víctima, el líder de la banda le dijo: «Hacete la boluda, como que le haces mimito y ponémelo».
«Fijate, ponémelo boca abajo, así cuando llego ya le pongo las manos atrás, lo ato, lo ato de una», agrega.
Los arrestos de los acusados se llevaron a cabo el mes pasado estuvieron a cargo de la División Sustracción de Automotores y Autopartes de la Policía de la Ciudad, quienes hallaron a los sospechosos luego de siete meses de investigación.
Los voceros señalaron que la pesquisa se realizó a partir de un hecho ocurrido el 15 de enero pasado en Barracas.
Las fuentes dijeron que una vez que lograban desapoderar de objetos a sus víctimas, la banda los vendía a través de las redes sociales.
Un ejemplo se dio en una de las conversaciones, donde una de las estafadoras señala que le ofrecieron 300.000 pesos por una consola de videojuegos y aconsejó a sus cómplices darle 80.000 pesos a un colaborador que la ayudó a revenderla.
Detención y allanamientos
Para lograr la detención de los sospechosos, Yadarola ordenó cuatro allanamientos: tres en casas del barrio de Barracas, sobre la avenida Iriarte al 3500 y 3600; mientras que el restante se realizó sobre la calle Albert Einstein al 4800, en Ezpeleta.
En esos procedimientos, fueron detenidos los ahora procesados, mientras que se secuestró un blíster de clonazepam, uno de Asolmicina Dox, dos tiras de Rivotril, siete recetas para la compra de psicofármacos y más de 100.000 pesos.
En los allanamientos también se incautaron una decena de celulares, un posnet para transferencias electrónicas de tarjetas de crédito y débito, un auto Volkswagen Gol verde y un bolso con vivos verdes y blancos requeridos por la manda judicial, por haber sido identificado en alguno de los hechos.