Hay un duelo que Gastón Gaudio, quien celebra sus 45 años este 9 de diciembre, tiene grabado en su retina y no podrá olvidar. El que fue su partido más importante en el tenis, contra Guillermo Coria, pudo ser una catástrofe: el tres veces ganador de títulos ATP se encaminaba a la derrota más rápida en una final de Roland Garros, pero un gesto futbolístico lo hizo cambiar.
Gaudio y el Mago Coria se enfrentaron en la final de Roland Garros en el año 2004. El santafesino, de gran nivel en ese entonces, llegaba como el favorito y las predicciones de la prensa en la previa parecían cumplirse en el terreno de juego: en tan sólo una hora de partido Coria superaba a Gastón por 6-0, 6-3 y 4-3.
Con ese resultado el nacido en Adrogué exteriorizaba su frustración: cambió varias veces la raqueta, se quejó con su entrenador e incluso llegó a manifestar que quería abandonar el encuentro. Las razones estaban claras, el Gato no podía entrarle a su rival y estaba a punto de quedar en la historia por sufrir la derrota más veloz en el torneo de tierra batida.
Lo que no sabía Gaudio es que, más allá de la ventaja, su rival estaba nervioso. Coria, que era más joven aunque su rendimiento lo mostraba muy maduro, quería cerrar el partido lo más pronto posible antes de que su cabeza le juegue una mala pasada. Y ese momento llegó: el público lo descolocó, al mismo tiempo que ayudó a su rival.
Los presentes en el Philippe Chatrier de Francia comenzaron a hacer la famosa ola. Como el partido no era entretenido, por la superioridad de Coria ante Gaudio, el público buscó su propia manera de divertirse. Esta costumbre, surgida en el fútbol, en ese entonces no tenía muchos años de antigüedad: la primera se vio en el Mundial de México 1986.
Gastón quizá no conocía el origen, pero de repente comenzó a divertirse con el público y alejó los pensamientos negativos de su cabeza. Se soltó, dejó su raqueta y comenzó a aplaudir. Del otro lado de la red el Mago se exasperó, consideró el momento como una demora y empezó a fastidiarse porque quería levantar el trofeo lo antes posible.
Pero ese broche no llegaría porque su mayor temor se hizo realidad: se acalambró. Años después de esa fatídica jornada el deportista admitió lo que le sucedió. “Él se puso a jugar con la ola y yo estaba tratando de bajar porque ya quería jugar”, dijo. Para colmo, finalmente Gaudio comenzaría la remontada al llevarse el game y luego el set por 6-4.
El recuerdo de los protagonistas
“Pierdo ese game y me empecé a acalambrar el gemelo derecho. Fue 100% psicológico, apenas iba una hora de partido. Empiezo a pensar que me acalambro y automáticamente, en 5 minutos, estaba todo acalambrado”, recordó Coria tiempo después. .
Por su parte, Gaudio reconoció que ese momento lo ayudó a hacer el clic. “Dije, ‘pensar que estoy acá ahora y por ahí no voy a estar nunca más. Y yo la estoy pasando mal. ¿Cómo no tengo la suficiente inteligencia para disfrutarlo, para jugar y divertirme?’. Después me di cuenta de que le iba a costar, porque no es fácil ganar Roland Garros, aunque te pongan a cualquiera en frente”, contó.
Fue entonces cuando comenzó a jugar con la desesperación de su rival. Y la estrategia dio sus frutos: Gastón Gaudio finalmente se impuso por 0-6, 3-6, 6-4, 6-1 y 8-6 y ganó su primer y único título de Roland Garros, nada más ni nada menos que ante uno de los mejores jugadores del momento en polvo de ladrillo.