El consejo que prevalece para las familias con hijos en el espectro del autismo es buscar una intervención temprana para que los chicos puedan alcanzar todo su potencial.
Pero ¿qué significa exactamente la intervención temprana, especialmente con el factor de complicación de una pandemia? Para cada familia, la respuesta puede ser distinta, según Carmen de Lerma, directora del South Miami Hospital Child Development Center que forma parte de Baptist Health.
Aunque la terapia y el apoyo están disponibles para niños de tan solo 18 meses, algunos chicos son diagnosticados mucho más tarde. Pero eso no debe desanimar a los padres, dijo la Dra. de Lerma.
“Lo importante es que el niño y la familia reciban los servicios y el apoyo que necesitan”, afirma la Dra. de Lerma. “Por supuesto, nos gustaría ver a un niño a los 24 meses, o incluso a los 18 meses si hay algunas señales de alarma. Pero si un niño es visto a los tres o cuatro años, ese es su punto de partida. Esa es su intervención temprana”, aclara.
Las estadísticas demuestran que algunos chicos con autismo de alto funcionamiento pueden no ser diagnosticados hasta más tarde, a veces en la escuela primaria o secundaria. “Lo que se hace es avanzar desde ese punto”, explica la Lerma.
“Definitivamente, hay cosas que podemos hacer para ayudar, igual que hacemos con los niños con otros retrasos, discapacidades o cualquier tipo de condición. El objetivo es ayudar al niño a aprender, a comunicarse, a socializar y a participar”, resume.
Los padres que estén preocupados por el desarrollo o el comportamiento de su hijo deben seguir su instinto y buscar la orientación de un pediatra u otro profesional. “Desde luego, cuanto antes mejor”, asegura Lerma.
Acerca de la aceptación del autismo
“El primer paso, el primer bloque de construcción, es realmente la concientización”, resalta Lerma. “Pero después de la concientización viene la aceptación y la inclusión. Pienso que es un buen paso adelante”.
El cambio de terminología pretende fomentar la aceptación y mejorar el apoyo y las oportunidades de educación, empleo, vivienda y servicios integrales para las personas con autismo.
El autismo, o trastorno del espectro autista (TEA en español o ASD en inglés), es una discapacidad del desarrollo que dura toda la vida y que puede provocar una amplia gama de problemas de interacción social, comunicación y comportamiento.
Debido a que el autismo es un trastorno del espectro, cada persona tiene un conjunto distinto de puntos fuertes y de desafíos. Los defensores dicen que es importante recordar que el término “autismo” abarca una amplia gama de presentaciones y comportamientos, y que no hay dos individuos con autismo iguales.
Cómo reconocer el autismo
- En general, el autismo se caracteriza por dificultades persistentes en la comunicación, la conexión con los demás y la interacción social. Los padres pueden observar que su hijo tiene un habla atípica, problemas para entender la comunicación no verbal y dificultades para mantener una conversación de ida y vuelta.
- El autismo también se caracteriza por un comportamiento restringido y repetitivo. El niño puede tener una fuerte preferencia por lo mismo, tener intereses muy restringidos e intensos, tener una sensibilidad extrema a los sonidos u otros estímulos sensoriales y problemas para autorregular las emociones y el comportamiento.
La American Academy of Pediatrics recomienda realizar pruebas de desarrollo y comportamiento. Un examen breve no proporciona un diagnóstico, pero puede indicar si un niño está en el camino correcto o si un especialista debe examinarlo más de cerca.
Cuáles son las señales de las cuales se debe estar al tanto
“Usualmente son los padres los que primero piensan que algo no anda bien, pero no siempre”, refiere Lerma. “Puede ser un pediatra, una maestra de preescolar, otro padre o un familiar que ve que el niño no tiene un desarrollo típico”.
Según la Autism Society, estas son algunas de las señales que hay que observar en un niño:
- Habla más tarde de lo normal o no habla.
- Repetición en el lenguaje o en los movimientos, como agitar las manos o cualquier movimiento repetido.
- Comunicación no verbal atípica, como evitar el contacto visual, mostrar pocas expresiones faciales o hablar en un tono monótono.
- Prefiere el juego solitario o paralelo en lugar de participar en juegos con otros niños.
- Se angustia mucho cuando surgen cambios, incluyendo los alimentos nuevos o los cambios de horario.
- Tiene un interés fuerte y persistente por un tema, una parte de un juguete o un objeto específico.