Las que tienen estudios universitarios y secundarios incompletos (62,1% y 57,9% respectivamente); las desocupadas (73,6%); las migrantes provenientes de países limítrofes (58,2%); aquellas que tienen tres o más hijos (60,7%); y las separadas y divorciadas (67,2%) están entre las mujeres que más sufren diversas manifestaciones de violencia de género, conforme a un informe publicado por la Dirección General de Estadística y Censos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, algunos de cuyos resultados preliminares habían sido anticipados en octubre pasado.
Pese a haber disminuído en los últimos cinco años 6 puntos porcentuales, en la actualidad sigue siendo mayoritario (53%) el número de mujeres que declararon haber sufrido algún hecho de violencia durante su vida por parte de una pareja actual o pasada.
Según la denominada «Encuesta sobre percepción e incidencia de la violencia contra las mujeres en la Ciudad de Buenos Aires», en lo que va del año las mujeres encuestadas declararon hacer sido sometidas a violencia psicológica (47,4%), económica (23,8%), física ( 20%) y sexual (13,7%).
Pese a haber disminuído en los últimos años, en la actualidad sigue siendo mayoritario (53%) el número de mujeres que declararon haber sufrido algún hecho de violencia durante su vida por parte de una pareja actual o pasada.
El sondeo fue realizado a mujeres mayores de 18 años residentes de viviendas particulares e incluyó 15 entrevistas «en profundidad para ahondar en las expresiones de la violencia económica en mujeres que dieron su consentimiento para ello», se indicó.
De esta forma, se evidenció que el 53% de las mujeres encuestadas declaró haber sufrido algún hecho de violencia durante su vida por parte de una pareja actual o pasada, cuando en 2018 lo había hecho casi seis de cada diez.
En este sentido, en el informe consignaron que las manifestaciones de violencia generalmente se presentan de maneras combinadas, de modo tal que distintos tipos de violencia (física, psicológica, sexual o económica) pueden encontrarse reunidas en el mismo episodio de violencia.
En relación con la violencia sexual, poco más de ocho de cada diez encuestadas (85,4%) refirió haber tenido relaciones sexuales sin desearlas por miedo a su pareja.
En el ámbito de la violencia económica, las manifestaciones más significativas contra mujeres incluyeron negar el dinero suficiente o dejar de proporcionar fondos para los gastos del hogar, o que sus parejas gasten el dinero destinado a las necesidades del hogar.
Este tipo de violencia también se reflejó a través de la prohibición de tomar decisiones sobre el uso de los ingresos del hogar o la destrucción de bienes o dinero que les pertenecía.
Además, en algunas entrevistas surgió que las parejas de las mujeres conciben los ingresos de ellas como «familiares», mientras que los ingresos de los varones son considerados por ellos como bienes de carácter personal y, por ende, son utilizados para cubrir sus propias necesidades, deseos o proyectos personales.
Poco más de ocho de cada diez encuestadas (85,4%) refirió haber tenido relaciones sexuales sin desearlas por miedo a su pareja.
«Los parámetros de igualdad no pueden ser establecidos, únicamente, en términos económicos», afirmó José María Donati, director general de esta dirección, y sostuvo que «es necesario también implementar la perspectiva de género en la producción estadística. Sin esa mirada, no podemos aspirar a una sociedad más igualitaria».
En el caso de las mujeres que padecieron violencia, el 29% de las encuestadas acudió a alguna institución pública de asistencia a víctimas de violencia, mientras que el 34% no lo hizo.
Además, entre las mujeres que reconocen haber sufrido alguna situación de violencia, el 32,1% buscó algún tipo de ayuda.
En este sentido, apenas un 38,9% acordó con que los problemas familiares deben ser conversados con personas fuera de la familia, lo que demostró «un importante grado de reserva frente a las violencias conyugales ocurridas en la esfera privada, complejizando su abordaje desde las políticas públicas».
Para la confección de la encuesta también se realizaron entrevistas en profundidad, que permitieron manifestar la necesidad de facilitar el acceso a la justicia como así también revisar los costos, dado que «las mujeres con mayores necesidades materiales parecen ser las más afectadas», destacó el informe.
Los testimonios relevados dieron cuenta de que «el papel de la justicia está muy devaluado», ya que la mayoría de las entrevistadas señaló que tuvo malas experiencias porque «no se las consideró, a ellas o a sus hijos/as; las respuestas fueron lentas o incluso ineficientes. Algunas incluso afirman que las ignoraron».
Finalmente, también se evidenció la necesidad de contar con información para solicitar ayuda especializada en cuestiones de género.