El regreso de Javier Milei desde los Estados Unidos marcó, de manera simbólica, pero también operativa, la activación de la cuenta regresiva final hacia la asunción en la Casa Rosada y la toma de decisiones. Confirmado como futuro ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo pondrá en marcha un fuerte ajuste de las cuentas públicas, que podría trepar a 7 puntos del PIB. Un serio ordenamiento fiscal, que convalidó Milei apenas bajó del avión en Ezeiza.
La dura señal a los gobernadores de que tendrán que arreglárselas para pagar salarios y aguinaldos da cuenta de la preocupación por mostrar cuentas alineadas desde el primer minuto. «No hay plata», reitera una y otra vez, como un mantra, el presidente electo.
«Qué culpa tengo yo del desmadre de la administración anterior. Que corten gastos y paguen», enfatizó Milei cuando le consultaron sobre su postura de los gobernadores, que reclaman fondos para poder cumplir con las obligaciones con los sueldos y aguinaldos de los empleados públicos.
El designado ministro de Economía permanece en Washington, con una agenda netamente financiera.
La visión del próximo ministro
En un informe de su consultora Anker, dirigida a sus clientes, Caputo dio algunos lineamientos de las primeras medidas que el gobierno electo podría decidir en una primera etapa. En ese reporte, al que tuvo acceso iProfesional, lo más llamativo es que el designado titular de Hacienda no descarta la chance de una dolarización de la economía. Hasta ahora, este economista se había mostrado en contra de esa posibilidad. Esta idea de Caputo fue clave para que Milei se convenciera de que podría designar al ex banquero central en el inicio de su Gobierno.
En ese informe, el futuro ministro estimó que sería necesario un ajuste fiscal de 7 puntos del PIB. «El superávit financiero consistente con este ejercicio debiera ser del orden de 2,5% del PIB, lo que implicaría un ajuste fiscal en torno al 7% del PIB», puntualizó desde el reporte de la consultora Anker.
Así lo argumenta: «La columna vertebral del próximo programa económico debe ser el equilibrio fiscal. Es importante entender que los problemas económicos que sufre el país desde hace décadas tienen su origen en el hecho de que el Estado consistentemente gasta más de lo que recauda».
La clave fiscal forma parte, entonces, de la estructura del plan económico que se ponga en marcha el próximo lunes 11. Sin embargo, Caputo cree que aun cuando se pueda aplicar ese ajuste y el equilibrio de las cuentas públicas, no hay margen para una unificación cambiaria inmediata.
«Creemos que un programa que apunte a equilibrio fiscal, libre flotación cambiaria con liberalización del cepo y metas de inflación es una alternativa sumamente riesgosa a la que NO suscribimos. No estamos diciendo que no pueda funcionar, sino que puede NO funcionar», explicó el economista utilizando mayúsculas para reforzar el «No».
Dolarización, ¿al final, sí?
Históricamente, Caputo se mostró contrario a una dolarización. Como otros economistas del espacio de Juntos por el Cambio, privilegió el mantenimiento de una moneda por sobre la búsqueda de un reemplazo para el golpeado «peso». Sin embargo, la persistencia de la inflación, el agravamiento de esa dinámica, lo obligó a una revisión.
«La dolarización es una alternativa de difícil implementación, que requiere una arquitectura legal y financiera compleja, pero no imposible de llevar adelante», escribió Caputo en el informe de Anker.
Caputo cree que la dolarización permitiría una rápida baja de la inflación. Pone como ejemplo lo sucedido en Ecuador, donde la inflación bajó a un solo dígito en dos años. Algo parecido sucedió acá tras la implementación de la convertibilidad a comienzos de los años ‘90.
«Lejos de ser una solución mágica, resignar tener moneda propia es la consecuencia de haber perdido toda credibilidad para cumplir con programas económicos serios debido a la constante y degradante subordinación de nuestras políticas económicas a las prioridades políticas», señaló el futuro ministro de Economía. «Es importante aclarar que la implementación de la dolarización no es inmediata», aclaró.
Cuántos dólares se necesitan
El planteo de Caputo incluye la puesta en valor de algunos activos del Estado, como el FGS de la Anses. En mayo, cuando se escribió este reporte que recibió Milei, el ahora ministro designado pensó que sería posible «la combinación de activos necesarios y la arquitectura legal y financiera adecuada, que permita al país realizar esta conversión. A modo de ejemplo, hoy sería a un tipo de cambio de entre $400 y $500″.
«Si hubiera u$s12.000 millones del mercado, u$s4.000 millones por activos del FGS y u$s15.000 millones del FMI, habría una disponibilidad de financiamiento por un total de aproximadamente u$s31.000 millones», concluyó Caputo, dando cuenta del respaldo que podría conseguir para dolarizar.
«El saldo remanente de u$s10.000 millones podría provenir de la incorporación de otros activos financieros o no financieros», concluyó.